«Nos paramos en el dolor, con amor»
Familiares de víctimas de Gatillo Fácil se organizan para luchar contra la impunidad y la injusticia de un Estado que tiene como método cotidiano la muerte de pibes y pibas en todo el país. «Lucho para que ninguna madre tenga que estar abrazada a una foto o a la ropa de su hijo», expresó una de las madres que pide justicia por su hijo. Este lunes, se realiza la 4º Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil.
Por Redacción La tinta
La Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil convoca este lunes a movilizarse en todo el país para manifestarse en contra de los hechos de violencia, tortura, hostigamiento y asesinato de pibxs de barrios humildes a manos de la Policía.
En Córdoba, la movilización partirá a las 17 desde la intersección de avenidas Colón y Gral. Paz, con el objetivo de repudiar la represión de Estado y la complicidad y encubrimiento por parte de distintos sectores mientras continúan en aumento las víctimas del aparato policial.
Según el último informe de Correpi, entre 1983 y 2017, se registró un total de 5.462 casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal: cada 23 horas, el estado asesina a una persona. El 84% del total de asesinados por el aparato represivo estatal caminaban por un barrio o estaban detenidos/as.
Estos datos son parte del Informe de la Situación Represiva Nacional 2017, en el cual la Correpi denunció que la gestión de Cambiemos es la más represiva de todas desde la vuelta de la democracia: “Entre el 10 y el 31 de diciembre de 2015, tenemos registrados 26 casos. Si los sumamos a los 441 de 2016 y 258 de 2017, tenemos que, en los 722 días de gobierno de la Alianza Cambiemos, el aparato represivo estatal mató 725 personas”.
En el marco del 2º Foro Latinoamericano de La Poderosa, integrantes de la Coordinadora de Familiares expusieron ante un anfiteatro completamente conmocionado. De esa exposición, reproducimos parte de sus sentires y pensares.
Mariana Sánchez, mamá de Nazareno Vargas
Nazareno Vargas y Agustín Curbelo fueron fusilados en Merlo hace poco más de un año, el 30 de julio de 2017. Tenían 18 años. Nazareno tenía cuatro impactos de bala, proyectiles de pistolas 9 mm que coinciden con el calibre utilizado por la Policía Bonaerense.
«En Merlo, está lleno de casos de gatillo fácil, Nazareno y Agustín eran un caso más. Desde un principio, comprendí que la lucha era colectiva. A los días del asesinato de mi hijo, vino la desaparición forzada y la aparición sin vida de Santiago Maldonado; hacía pocos días que habían matado a mi hijo y yo salía a pedir justicia por Santiago. Llevaba la foto de Nazareno y pedía por la vida de Santiago», comienza a relatar Mariana Sánchez ante trescientas personas que la escuchan atentamente. No había pasado ni siquiera un mes, cuando fue una de las mujeres que encabezó la Marcha contra el Gatillo Fácil en agosto del año pasado. «No me pregunten cómo ni con qué fuerza salí, decidí salir a luchar», dice con muchísima autoridad.
«Nos están matando a nuestros hijos. Dicen que la pena de muerte en Argentina no existe y no es así. Existe para nuestros pibes, en las villas y los barrios. Los asesinan por ser pibes y de una clase social baja trabajadora, porque, para la gente que nos gobierna, son unos negros. Habían dicho que eran dos motochorros abatidos en Merlo, cuando eran dos adolescentes de 18 años circulando en una moto un sábado».
«Hoy, lucho para que ninguna madre tenga que estar abrazada a una foto o a la ropa de su hijo. No quiero ver más pibes asesinados. Es demasiado injusto y doloroso», cerró.
Angélica Urquiza, mamá de Kiki Lezcano
Jonathan Lezcano –Kiki, como lo apodaba su familia– tenía 17 años cuando salió de su casa en Villa 20 el 8 de julio de 2009. Se subió a un remis junto a su amigo Ezequiel Blanco y jamás volvieron con vida. En el camino, murieron a manos del agente de la Policía Federal Santiago Daniel Veyga quien los fusiló a sangre fría. El uniformado acusó que habían intentado robarle y que venían armados.
El cuerpo apareció recién dos meses más tarde, el 14 de septiembre, enterrado como NN en el Cementerio de Chacarita. La Justicia sobreseyó al agente de la Federal y quedó libre de culpa y cargo.
«Yo sabía muy bien quién era mi hijo. Yo sabía que si había salido de una adicción terrible como el paco, podía salir de cualquier situación. ¿Saben cuánto luché para que mi hijo salga de esa adicción? ¿Cuántas noches estuve al lado de él porque tenía abstinencia? Pudimos salir como familia y después pasó todo esto. Lo mataron porque era un blanco fácil para ellos, tienen a todos los pibes con adicciones ahí, con zonas liberadas para que puedan hacer algo», relata Angélica, la mamá de Kiki Lezcano.
«Lo asesinaron, lo hicieron desaparecer, me hicieron quedar como una loca, me hicieron una causa y estuve detenida. Me decían que me fijara a quién le iba a romper los huevos porque ellos no lo habían matado y lo que me querían decir era que me fijara bien a quién denunciaba. Pero ¿sabés que pasa? Como todos los que estamos acá, ojalá nunca hubiéramos tenido que estar acá, ojalá no tendría que tener la fotito ahí, ojalá estaríamos en nuestra casa con él, ojalá pudiera decirle te amo a mi hijo querido. Nunca me voy a olvidar».
«Me trajeron una madera, lo tuvieron que desenterrar… cómo me hubiera gustado darle un último abrazo, un último beso, ver su rostro con vida. Pasaron 9 años y todavía lo espero con vida, me acuerdo de la sonrisa con la que se fue mi negro de mi casa (…). Por ser villeros no nos van a sacar a nuestros hijos. Yo no nací así, lo único que deseaba era darle de comer a mis ocho pibes, estar en mi casa e ir al laburo, y no tuve escape de esto y sigo aprendiendo cada día. Y así aprendí que si no era colectivamente, no podía ser, si no salía a la calle con un cartelito, nadie iba a saber lo que me pasó. Me paro en el dolor con amor».
Viviana Alegre, mamá de Facundo Rivera Alegre
Facundo Rivera Alegre, el «Rubio del Pasaje», fue visto por última vez en Córdoba el 19 de febrero de 2012, hace más de seis años, cuando asistió a un baile del cuartetero Damián Córdoba. Tenía 19 años.
Por su desaparición, condenaron a tres personas. Según la investigación de la Fiscalía y las versiones policiales, Rivera Alegre murió tras una pelea con dos hijos de una presunta narcotraficante por una diferencia derivada de una transacción por drogas. La madre del joven, Viviana Alegre, aún cuando la instrucción de la causa se orientó a otra hipótesis, se mantiene firme en que en la muerte de su hijo hubo “participación policial y encubrimiento político” desde el Gobierno Provincial.
«Nosotros pedimos la absolución de los condenados, porque son el último eslabon. Los verdaderos responsables están en la Seccional 20 y seguro que me los crucé más de una vez. A la familia, a los amigos y a la propia mujer de mi hijo y a mi nieta, nos amenazó un ex sargento de la Policía, diciendo que nos iba a pasar lo mismo que al Rubio del Pasaje», cuenta Viviana desde el estrado.
«El Estado es responsable, porque el único que tiene la logística y la infraestructura para hacer desaparecer a personas es el Estado. Siempre. Todos los gobiernos tienen muertos en sus placares o varios más».
Y concluye: «La lucha es colectiva. Agradezco a todas las mamás y los papás, y les pido que sigamos, que el único lugar donde nosotrxs estamos seguros es en la calle, ahí vamos a lograr la justicia que nuestros hijos merecen».
Mónica Alegre, mamá de Luciano Arruga
Luciano Arruga desapareció el 31 de enero de 2009. Desde el primer día, la familia denunció que el joven de 16 años era hostigado por la Policía Bonaerense por negarse a robar para ellos. Su cuerpo fue hallado enterrado como NN casi seis años más tarde, el 17/10/14 en el cementerio de Chacarita.
A nueve años de su desaparición y a tres de la aparición del cuerpo, no hay responsables de la muerte de Luciano.
«Soy madre soltera, lo digo orgullosa. Luciano asumía el rol de hermano mayor y tenía esperanzas, sueños, ganas de ser alguien, de tener un trabajo piola, terminar su secundaria y ver a sus hermanos crecer. La Policía lo presionó para que trabaje para ellos -él contaba todo, lo bueno y lo malo- y yo con mi ignorancia lo único que hice fue decirle que no haga eso. Él me dijo que sabía lo que iba a hacer, les dijo que no, pero eso le marcó su destino y su muerte. Fue perseguido, hostigado en la vía pública, amenazado, le pusieron una escopeta en el pecho. Vivió meses de tortura psicológica, un pibe de 16 años», expresa Mónica Alegre.
Y continúa: «Su mirada ya no era la misma, sabía que sus días estaban contados. No es una novela, es la cruda realidad que tenemos que vivir (…). Una vez lo quise abrazar y me dijo que no, y yo con mi ignorancia de mierda le pregunté si le habían pegado y me dijo que no, que estaba cansado. Estaba cagado a palos y nunca me dijo nada. Y yo estúpida no me di cuenta. Esta es la sociedad de mierda en la que estamos y así tenemos que seguir».
«Como los cobardes de la dictadura, a la noche y a la luz de la luna, me lo llevaron, a un pibito de 16 años que simplemente dijo que no quería robar, que no quería ser delincuente y que si robaba, lo hacía para sus hermanitos, no para la yuta. No le perdonaron esas palabras y se lo llevaron».
Mónica recuerda que lo buscó intensamente cinco años y ocho meses, y que lo esperó tres años y medio mirando por la ventana, volviéndose loca, desesperada de sufrimiento.
«Pero me di cuenta que esta lucha la ganás en la calle y no siendo egoísta y mirándote el ombligo, sino mirando al costado y viendo que vos no sos la única que sufrís. Entonces te tenés que levantar y salir (…). No es violencia institucional, son crímenes de Estado. Todos los gobiernos matan, todos los gobiernos desaparecen», finalizó.
* Por Redacción La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto