El asesinato de Trotsky
Un escritorio grande en el que una de sus mitades está repleta de libros que parecen mantener su orden original, en la otra mitad papeles desordenados que llegan hasta el piso, donde también esta tirada una silla y otros muebles. Pero la mancha en el suelo termina de dar la idea de que algo violento ha sucedido. En esta fotografía se ve cómo quedó el despacho de León Trotsky en su casa de la avenida Viena, en el Distrito Federal de México, luego de ser atacado por la espalda. Fue el 20 de agosto de 1940 y quien realizó el atentado fue Ramón Mercader, que era un agente encubierto enviado por Stalin. Al día siguiente, el intelectual ruso moría internado por la herida que le ocasionó el piolet con él que fue golpeado.
Por Redacción La tinta
El asesino logró ingresar a la intimidad de Trostky luego de iniciar una relación con Sylvia Ageloff, quien era hermana de Ruth que en alguno momento había colaborado con el dirigente ruso. Luego de meses de hacerse pasar por Frank Jacson, un simpatizante y miembro de la Cuarta Internacional canadiense, Mercader obtuvo la confianza de los guardias de la casa.
Joseph Hansen, un dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores de EE.UU., que por aquellos días era custodio y colaborador del intelectual, escribió un texto** en el que relata lo que sucedió aquel día. “A la tarde, entre las 5:20 y las 5:30, Jacson llegó en su pequeño Buick. En lugar de estacionar frente a la casa como acostumbraba, hizo un giro completo en la calle y estacionó paralelo al muro, en dirección a Coyoacán. Cuando salió del auto miró hacia el techo y nos gritó “¿Ha llegado Sylvia?”.
Sorprendidos por no saber que Trostky había acordado una cita con Sylvia y Jacson pero a la vez acostumbrados a que él no les avisara, por ello es que la guardia dejo pasar al asesino. Llevó a su víctima al despacho con la excusa de mostrarle un artículo que estaba pronto a publicar.
Cuando Trostky se dispuso a leer, lo atacó por la espalda con una piolet (herramienta usada en el montañismo), que llevaba escondido en un piloto de lluvia, lo golpeó en la nuca pero no logro matarlo. Los forcejeos y los gritos advirtieron a los guardias que inmediatamente entraron a la biblioteca, atendieron al herido y redujeron a Mercader.
La herida fue grave, había comprometido tejido cerebral, pero se mantuvo durante las primeras horas consiente y hablando con Natalia Sedova y sus colaboradores. A la tarde del siguiente día, el 21 de agosto, moría uno de los dirigentes e intelectuales de la primera revolución de trabajadores y trabajadoras.
Hansen cuenta que en su lecho de muerte, Trostky le pidió que tomara un cuaderno, iba dictarle sus últimas palabras y así lo hizo. “Estoy a punto de morir por el golpe de un asesino político... me golpeó en mi habitación. Luché con él… entramos… íbamos a hablar de estadísticas francesas… me golpeó… Les pido que le digan a nuestros amigos… estoy seguro… de la victoria… de la Cuarta Internacional… ¡Adelante!».
*Por Redacción La tinta
**Publicado por La Izquierda Diario