Claudia Piñeiro: “Aborto era una palabra prohibida”
La escritora y dramaturga Claudia Piñeiro se convirtió en una las voces más sólidas y mediáticas a la hora de defender el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. En esta entrevista, habla sobre el valor de las militancias y el movimiento feminista, el rol de la Iglesia en un Estado laico, el acto maternal como un deseo, los aportes de la literatura en los cambios culturales y el uso de un lenguaje inclusivo como un nuevo signo de la época.
Por Irina Morán para Alfilo
El 3 de agosto, en el Museo de Antropología de la FFyH, Claudia Piñeiro participó del conversatorio: #HastaQueSeaLey , junto a la actriz Andrea Pietra, las periodista Ingrid Beck, la diputada Brenda Austin y su colega cordobesa, la escritora Eugenia Almeida.
Convencida de que “nadie nunca se arrepiente de ser valiente” –frase con la que instó a senadores en el Congreso de la Nación, en busca de que se aprobara la ley–, Piñeiro es una escritora que se asume como trabajadora de la palabra y, en esa pulsión, elige la tarea de tender puentes y dejar siempre una huella ontológica.
Autora de libros como “Serafín, el escritor y la bruja”, “Un comunista en calzoncillos”, “Las viudas de los jueves” o “Elena sabe”, entre muchos otros, la figura pública Piñeiro cobró una nueva espesura y resonancia mediática a principios de este año, cuando el 26 de abril, en el predio La Rural de Palermo, le tocó pronunciar el discurso inaugural de la 28 edición de la Feria del Libro Infantil y Juvenil.
Allí, Claudia, con su voz aguda y en ocasiones temblorosa, ataviada con una capa y pañuelo verde, leyó un texto crudo y visceral. Un discurso sólido y para muchos incómodo por el nivel de interpelación y el compromiso con una realidad social, que en materia de educación, derechos y cultura sigue siendo dispar e injusta.
“¿Qué se espera de un escritor? ¿Alguien espera algo de nosotros? Tal vez sí. O tal vez ni siquiera que escribamos un próximo libro”, dijo en el comienzo, para subrayar o diferenciar las expectativas del lector y la posición política que algunos intelectuales asumen con los problemas de su época. Consciente de tener una especie de antena o habilidad para percibir la realidad con un lente más fino y poder mostrar lo que ve a través de palabras, Claudia es una escritora valiente, que elige usar esa herramienta y asumir el rol de ese compromiso social.
Quien se haya asomado a alguno de sus relatos, guiones o novelas, sabe que Piñeiro es una autora de ficción que aborda distintos aspectos y contradicciones de la realidad humana, sin edulcorantes o eufemismos.
“En dos de mis novelas y en un cuento toqué la temática del aborto”, dijo en ese mismo discurso. “Pero no me arrogué la vida de mis personajes, no los hice actuar como yo habría actuado. En Tuya, la adolescente que queda embarazada y concurre a un consultorio clandestino, finalmente, decide no abortar. En el cuento Basura para las gallinas, una madre le hace un aborto a su hija con una aguja de tejer, tal como vio a su propia madre hacérselo a su hermana. En Elena sabe, una mujer es secuestrada por otra en el momento que está por entrar a hacerse un aborto; años después, la mujer que no pudo interrumpir el embarazo es una persona gris que no ha superado el trauma que le ocasionó tener un hijo contra su voluntad”.
Claudia Piñeiro, al igual que más de 200 escritoras argentinas, han suscripto y entregado durante el último mes una carta pública, dirigida a diputados y senadores, haciéndoles saber la urgencia de que Argentina contemple una legislación que garantice, en su sistema de salud, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Desde su obra literaria y en cada una de sus últimas intervenciones públicas, donde se sumó de lleno a la marea verde, Claudia está convencida de que “caminar con los zapatos de otro ayuda a comprender que ese otro vivirá su vida como lo indique su historia personal y su esencia. Y esa comprensión nos puede enseñar a no juzgar, a abrazar aún después de un acto que no compartimos”.
Con este tono y nivel de empatía, Claudia Piñeiro participó en distintas intervenciones del Congreso de la Nación, siendo firme en sus convicciones y, a la vez, sorora con sus colegas escritoras, periodistas y artistas. Sintiéndose parte de ese inmenso colectivo que ha logrado exhibir el pañuelo verde a lo largo y ancho del país.
Dando entrevistas televisivas, gráficas y radiales. Sentando opinión en sus redes sociales y hasta respondiendo distintos niveles de ataques y descalificaciones, que intentaron poner en riesgo algunos de sus lugares de trabajo. Ha participado en foros y actividades de Buenos Aires y del interior del país, donde Claudia no hizo otra cosa que argumentar y aportar nuevos sentidos en un debate nacional que logró correr la problemática del aborto de su condición de ignorancia, estigmatización, prejuicio, tabú y criminalidad.
Aquel 3 de agosto, en el Museo de Antropología, con la esperanza aún viva de que los senadores nacionales lograsen una mayoría para la sanción definitiva del proyecto de ley de la IVE, Piñeiro dialogó con el equipo de Alfilo.
Habló sobre el protagonismo del movimiento feminista y el valor que cobró cada actor en este debate. Del rol de la Iglesia en un Estado Laico. De los aportes de la literatura y la ficción en los cambios culturales. Del acto maternal como un deseo y no como un mandato o imposición, así como de la necesidad y el uso progresivo de un lenguaje inclusivo, para visibilizar la diversidad de géneros. Para Piñeiro, la batalla cultural está ganada en la calles y recordó que, hasta hace muy poco, “la palabra aborto era una palabra prohibida”.
Sobre Claudia Piñeiro
Escritora, dramaturga, guionista y colaboradora en distintos medios gráficos. Nació en Burzaco, provincia de Buenos Aires en 1960. Estudió y ejerció durante diez años la carrera de Contadora pública hasta que, un día, descubrió que la literatura era su verdadera pasión. En el 1991, escribió su primera novela, El secreto de las rubias, para el certamen La sonrisa vertical, de la editorial Tusquets, la cual quedó entre las diez finalistas, pero nunca llegó a publicarse. En 2000, editó el libro infantil Serafín, El escritor y la bruja, y, en 2004, Un ladrón entre nosotros, hasta que en el año 2005, le otorgaron el Premio Clarín por Las viudas de los jueves, novela que se convirtió en un clásico popular y fue llevada al cine por el director Marcelo Piñeyro. A este gran suceso, le siguieron otras novelas como Tuya, Elena sabe, Las grietas de Jara y Betibú, publicadas por Alfaguara. Además, ha escrito guiones televisivos para ciclos como Yago, pasión morena y Resistiré, columnas para medios gráficos, y obras de teatro como Cuánto vale una heladera, Un mismo árbol verde y Verona. Su obra literaria, periodística y teatral ha sido reconocida con diversos premios nacionales e internacionales y sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Su estilo de narradora se caracteriza por abordar historias desde diferentes lenguajes en las que incluye el humor, el suspenso, la emoción y distintas realidades sociales de la Argentina.
*Por Irina Morán para Alfilo. Fotos y cámara: Maximiliano Broggi. Edición audiovisual : Francisco Palomeque y Lisandro Civarolo.