Fútbol desde abajo
Bajo el sol de Porto Alegre, pibas y pibes de diferentes villas, favelas, asentamientos y barrios de toda Latinoamérica disputaron la Copa Resistidores de América, el primer torneo latinoamericano de fútbol popular. Con botines o descalzos, desde el 2° Foro Latinoamericano de La Poderosa se jugó y se pensó cómo disputarle el significado de la palabra fútbol a las grandes empresas que buscan aumentar su capital con el deporte más popular del mundo, como las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) que buscan desembarcar en Argentina.
El domingo 29 de julio en Porto Alegre se jugó la Copa Resistidores de América, el primer torneo latinoamericano de fútbol popular. En las canchitas de Parque Marinha, a metros del río Guaíba, se pudo ver un fútbol contra-hegemónico, desde abajo, con jugadores y jugadoras que viajaron desde las villas, favelas, asentamientos y barrios de toda Latinoamérica, desde Cuba hasta Argentina, pasando por México, y todos los países del Cono Sur.
Esta copa es distinta a la que nos quieren vender por televisión. No había auspiciantes, porque este torneo mueve millones, pero no de dólares. El fútbol popular mueve, y hace mover, a millones de personas (no importa desde qué parte del mundo leas esto). A veces con botines, a veces descalzos; sin árbitros, porque en el barrio no hace falta; a veces en el pasto, a veces en la arena, generalmente en la tierra.
La tierra también se mueve, porque se juega desde las bases, que cuando no están haciendo girar una pelota, hacen girar al mundo. Y estos pibes y pibas de toda la patria grande, quieren girar al mundo jugando, darlo vuelta. Como dice Fidel, de La Poderosa: “Esta copa es la confirmación de que el deporte se tiene que reconstruir latinoamericanamente. Da cuenta de que si luchamos de abajo, desde las expresiones sociales, podemos ganarle a toda la mierda que está dando vueltas. En Argentina hay que luchar contra las SAD (Sociedades Anónimas Deportivas), porque es algo que va a arruinar nuestro fútbol, como pasó en Chile y en otros países. Y es algo contra lo que tenemos que luchar en conjunto, con todas las expresiones sociales”.
Y como no se juega con las condiciones del fútbol hegemónico-comercial, tampoco respeta las condiciones del machismo. A diferencia de la AFA, donde la selección de varones gana millones, se aloja en hoteles 6 estrellas, y tienen utilería y viáticos para 5 equipos juntos; mientras que la selección femenina, las pibas, tienen una larga lista de demandas. Como jugadoras de la Selección Mayor, reclaman el derecho a dejar de ser amateurs en un espacio de exigencia profesional, contar con formación en las divisiones juveniles, derecho a tener canchas decentes para entrenar, indumentaria y calzado adecuado, cobrar (mínimamente) viáticos. Derecho a estar organizadas, a ser escuchadas, a dejar de ser invisibilizadas. En el barrio no pasa. Yamila, de Fátima, lo deja bien en claro: “El fútbol popular es la herramienta para ganarle al sistema patriarcal”. Acá no hay cabida a fronteras de géneros, de países, de culturas, de lenguajes, de diversidades ni de ninguna otra que nos quieran imponer.
La primera edición de la Copa Resistidores de América terminó con la copa apoyada en el piso, rodeada de las banderas de América Latina. Porque esta copa se levanta desde abajo, llegó para quedarse y viene a disputarle el significado de la palabra fútbol a las grandes empresas que sólo buscan aumentar su capital con el deporte más popular del mundo. Y así como en Zavaleta, donde lo que empezó como un torneo de fútbol se transformó en una asamblea de vecinxs para hacerle frente a sus problemas y organizarse, este torneo latinoamericano también viene a organizar, a borrar las fronteras, viene a hermanar a la Patria Baja, a darle voz a lxs silenciados.