Momo es mujer: la murga empoderada
La Falta y Resto llega a Córdoba con toda la fuerza de la tradición murguera uruguaya pero revolucionando sus filas hacia la paridad de género.
Por Julieta Pollo para La tinta
Con más de 35 años de trayectoria, la Falta y Resto presenta “Misa murguera” una ceremonia en la que invocan al Dios de la murga a que tome el tablado: «Bajá, hermano, dale», le piden, pero el asombro es general cuando aparece Juana La Murga, que llega al escenario a demostrar que la mujer también es artista de carnaval a pesar de su establecida invisibilización en los tablados oficiales del paisito.
No es que no existan mujeres murguistas en Uruguay, las hay por montones, pero la tradición machista en los circuitos institucionalizados es contundente… en el último Festival de Verano hubo 289 murguistas: solo 16 eran mujeres.
En la «Misa Murguera» que presentó este año la Falta y Resto hay homenajes al gran Viglietti, menciones a Dilma y la preocupante situación que atraviesa Brasil, denuncias a la policía que se infiltra en las marchas como lo hacía en los años oscuros, y hasta una hilarante crítica a «Cuquito» Lacalle Pou, cara de la facción derecha del Uruguay; pero la ruptura más interesante es el repudio explícito al machismo y a las ausencias de aquellas asesinadas por ser mujeres.
Este nuevo espectáculo pone sobre el escenario la problemática de género desde el humor y la sátira, pero también desde la realidad más cruda enunciada sin firuletes, al nombrar a Valeria, Carmen, Lorena y otras asesinadas por femicidas. En esta canción —escrita por Soledad Castro, hija de uno de los fundadores de la Falta— las coristas denuncian seguir siendo «adorno y propiedad» y arriesgan que «tal vez Momo no viene porque es mujer». Es una de las canciones que escuchamos en la tercera marcha Ni Una Menos de Córdoba, el pasado 4 de junio, en las voces de las locales Enganchate CanCan.
Además de poner en discusión la violencia de género, algo de por sí novedoso, la Falta también ha barajado y vuelto a repartir la conformación interna de su elenco y equipo artístico: encaminó sus filas hacia la paridad de género, sobre el escenario y en el detrás de escena.
Para integrar los coros fueron convocadas seis artistas provenientes de diversos géneros: Carolina Favier, Martína Cal, Camila Sosa, Jhoanna Duarte, María José Hernández y Papina de Palma, artista con quien conversamos acerca de esta «Misa Murguera».
—La murga uruguaya siempre concentró una buena dosis de crítica al orden establecido y a denunciar las injusticias ¿Por qué te parece importante poner en tensión el machismo y la igualdad de géneros desde un medio artístico que llega a tanta gente?
—Me parece que está re bueno aprovechar el alcance y la popularidad que tiene la murga como género, sobre todo en Uruguay, para acercarle el mensaje a todas las personas posibles. Quizás para algunos sea poco novedoso lo que nosotros vamos a deciles, pero siempre va a haber una persona para la cual sea una información nueva y es re importante que a esa persona también le llegue el menaje que queremos transmitir. Por más que después esté en contra o que lo descarte o lo que sea, está bueno que lo que nosotros consideramos importante lo podamos compartir con todas las personas que sea posible.
—La murga siempre fue un universo bastante limitado a los hombres, ¿qué significa subir al tablado con paridad de género entre sus integrantes y entre los roles? ¿Te parece que puede alentar a otra murgas a flexibilizar esta tradición que excluye a las mujeres?
—Para mí en realidad, como es mi primera experiencia en murga, es re natural que el coro esté mezclado y formado por mujeres y hombres. De hecho para mí el carnaval es algo bastante nuevo porque, a pesar de ser uruguaya y todo, nunca le presté demasiada atención a ese universo hasta el año pasado cuando me incorporé a la Falta, entonces es muy loco. Igualmente, sé que históricamente no es un espacio que hayan ocupado las mujeres y me parece buenísimo que esté sucediendo ahora. Me parece que cualquier forma de molestar, interrumpiendo un poco la comodidad de una tradición que está dejando afuera a un grupo de personas, en este caso a nosotras, es algo bueno y estoy contenta de formar parte de esta molestia.
—¿Cómo recibió el público y les colegas esta novedad?
—Recibimos muchísimo apoyo, mucho amor a través de las redes, en los tablados mismos, gente que nos iba a ver a los ensayos y que estaba fascinada con lo que estaba pasando… y también, obviamente, está muy arraigado que la murga es algo hecho para los varones entonces para muchas personas más tradicionalistas o puristas es como un cambio medio doloroso y no les gusta el sonido. Les parece que es chillón, les parece que las voces femeninas no encajan, algunos reducen su crítica a que no les gusta el sonido y otros han sido mucho más groseros para expresarse. Pero nosotras estamos muy contentas y la murga es para mujeres y varones porque nosotras estamos cantando murga y hay muchas mujeres haciéndolo, así que es así: somos la prueba de que las mujeres podemos ser murguistas.
—Durante toda la Misa Murguera se invoca a Momo a que tome el escenario, hasta que llega Juana La Murga, ¿Cómo es ella, para reconocerla? ¿Qué pasa en el ambiente, en los cuerpos y en los corazones cuando La Murga tiñe el aire, cuando realmente es una celebración de carnaval?
—Juana es una caradura absoluta que interrumpe el espectáculo en la mitad; aparece y nosotras al principio no le creemos que ella es la murga. Se nos ríe en la cara, no le importa nada. Está interpretada por Carolina Favier que es una cupletera y cantora increíble, muy histriónica, tremenda actriz y cantora. Y es muy gracioso porque siempre hay un lugar para la improvisación en ese cuplé, ella es muy buena y nos reímos mucho entre nosotros. Todo el espectáculo es muy disfrutable pero ese cuplé es el que más momentos inesperados tiene cada vez que lo hacemos. Es muy divertido realmente y está de más que aparezca la representación de Momo en la tierra y que sea una mujer,. me parece fascinante y termina de darle sentido a toda la «Misa Murguera».
—¿Cómo nutre tu oficio de artista formar parte de este universo murguero?
—En mi proyecto solista lo más interesante que aportó fue ese alcance tremendo que tiene la murga a personas de todas clases sociales, a los barrios… y eso me hizo cuestionarme a mí las posibilidades que tienen los demás de acceder a mis canciones, que en realidad si no tenés una computadora, internet o no vas al shopping y podes ver la tapa del disco en un mostrador, no podés acceder a la música. Entonces sí me cuestiono ahora y pienso formas en que mis canciones puedan llegar a lugares donde quizás no se tienen esas facilidades. Ellos después que hagan lo que quieran ¿no? Habrá personas a las que les guste y otras a las que no, pero poder democratizar más las canciones y aplicar lo mismo a otros cantautores que tienen los mismos problemas.
*Por Julieta Pollo para La tinta.