Ser “ingenuo” o hacerse el ingenuo
Por Alessandra Laurenti para La tinta
Siempre me exaspera cuando me tildan de “ingenua” en el medio de una discusión. Todos mis esfuerzos para complejizar mis planteos se desvanecen frente a mi incapacidad de considerar que se pueda actuar conscientemente de “mala fe”. Reconozco mi límite y por eso me duele tanto.
Indagando en la etimología de la palabra, descubro que para los antiguos romanos los hombres eran hombres libres o esclavos. Pero los hombres libres, a su vez, eran diferenciados entre los “ingenuos”, o sea que siempre habían sido libres, y “libertos”, o sea ex esclavos.
Entendí. Los ingenuos, por cuanto se esfuercen no tienen calle, no padecieron humillaciones, no fueron avasallados. Nunca tuvieron que ceder frente a un prepotente. Por más ineptos que pudieran haber sido, no perdieron sus privilegios. Cuando tuvieron dificultades, sus pares los apoyaron por ser de la misma cepa. El sistema judiciario los amparó. Hasta la casta sacerdotal implementó un discurso que justificara sus privilegios. Evidentemente, no podían ser taimados ya que no les hacía falta. Digamos que quien tratara con un ingenuo debía considerarlo cándido, no capaz de afinar estrategias de supervivencia ya que no les hacían falta.
Mientras los ex esclavos, que por un período de su vida habían sido esclavos, sabían qué era padecer. Qué significa depender del humor de sus dueños. Ser vendidos, separados violentamente, azotados, explotados. Sabían qué significaba cumplir bien un trabajo y que otros se llevaran los laureles. Sabían ser vulnerables.
El sistema imperante funcionaba sobre este sometimiento, para lo cual se habían ideado reglas perversas para sostener tamaña estructura desigual. A veces las reglas parecían más blandas pero era sólo para no ahogar a los verdaderos productores de riqueza: los esclavos.
Entonces admito ser una ingenua, soy blanca, europea, accedí a los estudios universitarios. Pero estudié a mis pares y sé que el sistema se mantiene aplastando los no ingenuos.
Por esa razón me impresionan aquellos argentinos que se creen (se hacen) los ingenuos, no reconociendo que fueron siempre los habitantes del sur sobre los cuales se mantuvo el norte occidental y cristiano. Como colonia española, como neo colonia inglesa. Tuvieron un momento de cordura cuando se declararon pares de los países no alineados en la posguerra. Recientemente, en la última década, fortaleciendo la alianza con sus hermanos sudamericanos alcanzaron una nobleza de proyecto colectivo que admiré y apoyé.
Pero hoy me exasperan aquellos que consideran más auspicioso cumplir las medidas de ajustes neoliberales del FMI que recobrar la soberanía nacional entregada por su clase dirigente. Que el gobierno actual, de filibusteros, saquee al país no me sorprende, pero que los habitantes no quieran defenderse me deja sin aliento.
Son esclavos que piensan ser “ingenuos”, mientras con su experiencia podrían ser “libertos”, es decir ex esclavos, hombres libres, que saben con quién deben pelear en igualdad de condiciones y por eso desmantelar el sistema esclavista desde las raíces y para todos.
Hacerse los ingenuos es suicida, ofende a las luchas de liberación que los precedieron.
*Por Alessandra Laurenti para La tinta / Fotos: Sebastião Salgado.
*Economista Social e Historiadora. Estudiante de Derecho de la UNC.