Las calles son nuestras
Por Julieta Pollo para La tinta
El mediodía del martes artistas callejerxs se reunieron en distintos puntos del país en repudio al proyecto de Ley 1664-J-18 propuesto ante la Comisión de Justicia de la Legislatura Porteña. La iniciativa que surgió en Buenos Aires fue acompañada por grupos de trabajadores de la cultura de todo el país. Este proyecto de ley, al mejor estilo Código de Faltas, pretende enmascarar la vulneración de los derechos al arte, al espacio público, al trabajo y a la libre expresión bajo la difusa categoría de «ruidos molestos».
En un marco de crecientes atropellos, hostigamientos y contravenciones de todos los colores, una denuncia anónima bastaría para dar vía libre a las fuerzas policiales para accionar en contra de quienes comparten su trabajo y su arte en el espacio público.
En Córdoba, el Callejerazo fue una explosión de expresiones artísticas y un verdadero encuentro popular. Gente de todas las edades se acercó a acompañar las clavas, pelotas y diabolos que volaban por el aire; las músicas que brotaban de instrumentos y gargantas; el calor del baile y del mate; y la alegría de la lucha por el espacio público como medio de encuentro, transferencia y transformación social.
En la explanada del Cabildo se hicieron presentes Coral Ambulante, Casa Aloe de Barrio Bella Vista, Espacio Bataclana, Asamblea en Defensa del Medio Ambiente de Córdoba, Artistas Estatuistas de Bialet Massé, Batuqueando ensamble de percusión, La del 30, Anticlown, Chango Santiago, Fausto, Priscila Whets, Juan Sarady, Bernat Rebés, Costa Brava, entre muchos otros que se acercaron en representación de un colectivo o individualmente.
Desde La tinta conversamos con la artista estatuista Julieta Albornoz, una de las organizadoras del evento.
-¿Cómo surgió esta iniciativa?
-Nos juntamos artistas de trabajo callejero y hubo otros artistas que también decidieron movilizarse. A raíz de esto nos conocimos y coordinamos junto a Coral Ambulante… fue lo lindo y lo mágico que nos congrega como comunidad de artistas, muchos confluimos en el encuentro. Arrancó a eso de las 12, armamos el ruedo con el coral y con el grupo de Casa Aloe que estuvo muy presente, de a poco fueron llegando colegas y se armó una especie de carnaval en la plaza. Fue vivir la plaza a pleno, una plaza enrejada como es plaza San Martín. Además fue armonioso porque llegaba mucha gente que no se conocía entre sí y que compartía un sentido común que era esto de pensar y sentir el arte como una herramienta que transforma y que permite encontrarnos de otra manera entre nosotres.
-¿Cuál es la concepción del espacio público que presupone este tipo de políticas?
-El arte es la posibilidad de trascender el mundo material, nos da la posibilidad de trascender el reino de la necesidad hacia el reino de la libertad como decía Marx, que a su vez lo tomo de Spinoza que era un gran libertario. La jornada de hoy fue una jornada de encuentro que tiene que ver con defender el espacio público como el territorio que nos queda y donde nos encontramos en comunidad. Es un espacio común donde podemos tener puntos de encuentro con otres diversos con el arte como nexo.
Estas políticas suponen un espacio público cada vez más privatizado, menos habitado, menos lleno de vida, de recreación, de transformación, que es lo que lleva el arte. Quieren transformar el espacio público solamente en consumo y circulación hacia espacios privados donde no haya nada que ‘moleste’ o que les vaya a subvertir ese orden capitalista en el cual sos cuando consumís.»
-¿Que te enseñó el teatro callejero?
-Yo desde el teatro callejero he aprendido a ver el mundo desde otro lugar, a compartir lo que me propone un hecho teatral, como yo como estatua viviente, me permite conectarme con la gente de otra forma. Y si a la gente le gusta lo que yo hago, si le cambia en algo su vida el pequeño espectáculo minúsculo que dura la intervención de la estatua, y si lo entiende como trabajo, me va a retribuir económicamente, si puede, porque también es poder. Y si no tiene me lo va a retribuir de otra forma: con una sonrisa, con un gesto.
Hacer de esta vida otra cosa que no es sobrevivir. El arte siempre nos recuerda que somos cultura, creamos magia, creamos mundos. Con el arte apuntamos a crear otros mundos posibles donde podamos ser lo que queramos ser y podamos estar donde queramos estar. Y nosotros desde el teatro callejero queremos estar en la calle, nos parece que es el lugar donde se produce el encuentro entre comunes, con el otro, producimos comunidad.
Y en ese sentido es una apuesta estar ahí y resistir estando contra estas bajadas de línea a nivel nacional que pasan como tobogán a nivel provincial y municipal, para desaparecernos de las calles con sus fuerzas represivas. Lo estamos viendo todos los días, el último ejemplo de disciplinamiento y lucha colectiva fue el desalojo de Juáez Celman, y con eso no quedan dudas de la capacidad represiva de este gobierno. Por eso salimos a defender lo que queremos hacer y donde queremos estar que son los espacios públicos, los espacios de todos.
*Por Julieta Pollo para La tinta.