La “Celeste” del docente y el récord de gloria per cápita

La “Celeste” del docente y el récord de gloria per cápita
15 junio, 2018 por Redacción La tinta

Ganador de los dos primeros mundiales que jugó, hoy le alcanza con no entregarse nunca para resaltar. Un entrerriano que no pocas veces deseó haber nacido uruguayo observa la altura del proceso catedrático del “Maestro” Tabárez pero no augura un Mundial en el que le sobren porotos siquiera para clasificar en el grupo más accesible. Lo de los charrúas es la épica.

Por Anibal Abt para La tinta

A sabiendas de que Raúl Castro, líder de la tradicional murga “Falta y Resto”, podía oler en los rincones y suburbios para sacar palabras que describan algún núcleo en el vínculo de los uruguayos con el fútbol, antes de algún Mundial me dispuse a entrevistarlo. “Somos el país con más gloria futbolera per cápita del mundo”, largó. Así como Islandia será la nación más pequeña en meterse en el selecto grupo de países en jugar un Mundial, a la República hay que reconocerle el mérito.

¿Contradecirlo? ¿Repreguntarle? Rápido, Castro tiró: “Ganamos dos mundiales y la FIFA nos reconoció también los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928, así que son cuatro. Somos los que más Copas América ganamos y tenemos tres millones de habitantes (camino a los tres y medio)”. Su respuesta no carecía de argumentos.

Para celebrar la medalla de oro en Amsterdam de la época (revalidando lo conseguido en París), disputó un particular amistoso en Argentina, que por diversas condiciones derivaron en tradiciones de nuestros relatos.
Que el partido se haya tenido que suspender originalmente por la gran cantidad de público obligó a que, para el día siguiente, se construya en la cancha del Sportivo Barracas y en 1928, un alambrado alrededor, para impedir una invasión de público. De allí, el “alambrado olímpico”. El gol “a los olímpicos” surgió esa misma tarde, con la conquista directa, desde el córner, del argentino Cesáreo Onzari. Para celebrar los uruguayos dieron una vuelta alrededor del terreno, haciendo surgir “la vuelta olímpica”.

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La Selección de Uruguay campeona de la primera Copa del Mundo

De los charrúas hay pocos registros en copas del mundo después de 1950. Pero también ganó las dos primeras que jugó (Brasil incluido), rechazando estar en Italia ’34 y Francia ’38. El día que perdió su primer partido, en 1954, el delantero Juan Eduardo Hohberg sufrió un infarto cuando levantó los brazos para celebrar su segundo gol, que mandó aquel encuentro a la prórroga. Fue después de convertir el 2-2 ante la temible Hungría cuando cayó pesadamente sobre el césped suizo. Luego, los gritos de Kocsis lo mandaron a casa en esa semifinal.

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El Negro Jefe. Obdulio Varela fue protagonista del Maracanazo y autor de la mítica arenga: «Los de afuera son de palo».

El concepto “garra charrúa” puede ser manoseado. Prefiero recordar a Obdulio Varela, el “Negro Jefe”, estandarte del histórico apodo, como aquel que la noche misma del “Maracanazo”, a mediados del siglo pasado, recorriendo las calles de Río de Janeiro deseó haber perdido ese partido al ver tanta tristeza en el pueblo brasileño.

¿Qué nos atrae de Uruguay? Un ensayo de respuesta, a título personal, tal vez pueda surgir desde la estirpe campechana que otorga haber nacido en “el Paisito” hasta ese fetiche de andar con el mate abajo del brazo en todas partes.

Como litoraleño lo digo: tal vez la cercanía juega una mala pasada, pero no son pocas las veces que tuve el deseo de ser uruguayo. En la foto de la delegación, viajando rumbo a tierras rusas, contabilicé cuatro mates. ¿Una pose? La falta de termos hace caminar hacia ahí la teoría también.

Da envidia que, más allá de la cantidad de habitantes, políticas de Estado como la legalización de la marihuana y la despenalización del aborto tengan un alto grado de aceptación. También desearía que gestas como las del feminismo en Argentina, que se cargó al hombro una campaña de salud pública como la Interrupción Voluntaria del Embarazo, en el país de al lado hayan surgido de sus propios gobernantes. Los procesos, claro está, son más claras y transparentes, con recursos más nobles.

Lejos de vivir tiempos de gloria futbolera, la “Celeste” encuentra en el docente Oscar Washington Tabárez a una persona que parece representarlos. Un país acostumbrado a sufrir en Eliminatorias clasificó tres veces seguidas de la mano del “Maestro” (que comparte con el alemán Löw el máximo período como DT de una selección de primera línea) junto a una legión de deportistas.

Las penurias de dos décadas sin siquiera pasar fase de grupos después de Italia ’90 (incluido el ‘Centenariazo’ del 0-3 de local ante Venezuela en Eliminatorias 2006), tuvo un retorno a la mística con el cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica, donde inclusive Diego Forlán fue elegido como el mejor jugador.

Después de un lapso de angustia, impuso un toque de épica en torneos a los que viajó con escasas expectativas. En 2010, el toque uruguayo se dio en el juego de cuartos de final ante Ghana y tuvo a Luis Suárez como protagonista, cuando salvó con la mano una jugada que iba camino al gol cuando el partido se terminaba. Hubo expulsión, hubo penal, pero el atacante Asamoah Gyan desvió su disparo. Después, Fernando Muslera contuvo dos tiros desde los doce pasos y evitó que por primera vez un equipo africano juegue las semifinales.

Al experimentado entrenador ni una enfermedad que le impide moverse con normalidad lo sacó del banco, y también hizo llegar a “la Celeste” a octavos en Brasil.

Una fase de grupos magistral le permitió dejar en el camino el “grupo de la muerte”. Allí marginó a Inglaterra e Italia, clasificando junto a la sorprendente Costa Rica en la zona a priori más compleja del campeonato más complejo.

Suárez es su figura rutilante. Sin embargo, a sabiendas de los colores del país que defiende, su conducta fue particular en cada Mundial: de la expulsión que terminó siendo heroica en 2010 pasó a morder a Giorgio Chiellini en aquella primera fase de Brasil. Le valió una suspensión de varios meses, pero como Zidane en 2006, cualquier alegato fue bueno para perdonarlo.

En Rusia 2018, posiblemente el grupo que comparte con el organizador, Arabia Saudita y Egipto, no convoque a su espíritu gladiador y me tiento a decir que, paradójicamente, la accesibilidad de sus rivales lo puede a complicar.
Pero tiene ganado el aprecio de casi todos… mate e historia en mano, eso sí.

*Por Anibal Abt para La tinta

Palabras claves: Mundial Rusia 2018, Uruguay

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