“La Ceibita” en tres tiempos
En 1984 se exponía por primera vez en el Museo Francisco Narváez de Porlamar “Imágenes de la Ceibita” de Carlos German Rojas, conjunto de fotografías que documentaba, a modo de relato, la barriada popular “La Ceibita”, de la parroquia el Valle en Caracas. Y destaco esta primera muestra, porque quizá a partir de aquella oportunidad, este sea el proyecto fotográfico que relata la vida de una zona popular caraqueña que ha tenido más difusión nacional e incluso internacional.
Por Marcel del Castillo para Espacio Gaf
Imágenes de la Ceibita, es un hermoso retrato urbano de la Caracas moderna. Y con este adjetivo sumerjo de una vez el proyecto fotográfico realizado por Rojas a finales de los años setenta, en un callejón de interrogantes y contradicciones propias del arte al cual pertenecen pero aún más, por su momento epocal.
La Venezuela de finales de los ‘70 y comienzos de los ’80 era un país en plena germinación, convulso, lleno de contradicciones políticas, económicas y sociales. El paso del primer Boom petrolero (Alza mundial de los precios del petróleo) que creó una bonanza económica superficial, dejó a medio camino una sociedad que se proyectaba como una de las más modernas y prósperas del mundo.
Son los años del País Portátil (novela) de Adriano González León o del Pez que Fuma de Chalbaud, que nos mostraban una sociedad desigual, violenta, caótica, en busca de reivindicaciones. La imagen del Barrio caraqueño era la de un profundo antro lleno de drogas, prostitución, violencia, hambre y mucha rabia social.
Del lado propio de la fotografía en aquellos años el fotoperiodismo se ocupaba, “objetivamente”, de capturar el caos social en las principales urbes del país. Así mismo, se consolidaba la tendencia documentalista, la de la fotografía directa, el Street photography criollo, que se destacaba por las cualidades propias del medio y del “momento decisivo” de Cartier-Bresson, donde destacaron los hermanos Gasparini, Luis Brito, Alexis Pérez-Luna, Wladimir Sersa, Ricardo Armas, entre muchos otros. Sin embargo, desde finales de los ’60 Claudio Perna venía anunciando la ruptura de ese “modelo fotográfico”, para inmiscuirse más en el proceso de creación con fundamentos conceptualistas y resaltando la subjetividad, apuntando a la presencia del autor dentro de la fotografía y cuestionando el medio en si mismo.
Dentro de este contexto Carlos German Rojas, pese a formarse dentro del fotoreporterismo, crea esta serie fotográfica que quiebra ideas y conceptos que estaban establecidos como “realidad y verdad” por la hegemonía mediática y cultural. Desde el tema; “Imágenes de la Ceibita”, presenta un perfil de vida dentro del barrio; alegre, entretenido, honesto, amistoso, solidario, familiar, sin poses, en un entorno difícil, complejo, pero optimista. Y desde lo fotográfico; rompe la barrera de lo objetivo, de esa distancia de poder entre el fotógrafo y el sujeto fotografiado, y sin prejuicios se abre a develarnos una intimidad personal y colectiva.
Carlos German no busca darnos una definición de realidad de la vida de las zonas marginales de Caracas, más bien nos invita a visitarla a entrometernos en su particular sentimiento sobre una zona donde él vivió y donde viven sus vecinos, amigos y familiares. En el sentido Flusseriano (1) , estas imágenes son mediaciones entre Carlos y su mundo.
“Carlos Germán Rojas concientizó su poder singular: registrar su barrio y poner en evidencia para nosotros los “ambientes” conceptuales y concretos de una imprecisa marginalidad caraqueña. Hacer visible un territorio particular.” Escribía Claudio Perna para el catálogo de la serie en 1984 (2).
II.
“Las fotografías no parecen depender en exceso de las intenciones del artista. Más bien deben su existencia a una cooperación libre (casi mágica, casi accidental) entre fotógrafo y tema.” Susan Sontag (3)
Treinta años después, Carlos German retoma el tema “La Ceibita” realizando fotografías de los mismos espacios y personajes, esta vez, curiosamente, luego de un segundo BOOM petrolero en Venezuela y cambios políticos bajo la sombra de una nueva hegemonía, pero que en el fondo, según el testimonio de las imágenes de “La Ceibita” el Barrio sigue igual o en peores condiciones. Sin embargo, las nuevas imágenes, esta vez a color, nos siguen transmitiendo una simpatía honesta, los personajes se recrean así mismos como una muestra de fé, una prueba de vida.
En este nuevo proyecto, que ha titulado “Imágenes de la Ceibita a dos tiempos”, el autor construye imágenes casi al calco para presentarnos un antes (descubrimiento) y un después (construcción).
Develando a un autor que va más allá del hecho fotográfico, donde el tema permanece en el discurso y lo encara, lo cuestiona, se le es necesario capturar nuevas imágenes para seguir contando, para narrar una historia que evidentemente lo supera, como ciudadano y artista, pero que se aferra en acercarlo a él lo más posible para cargar de contenido cada imagen.
Con el transcurso del tiempo, más allá de aquella primera inquietud por retratar su entorno de un joven fotógrafo a fínales de los ‘70, el proyecto fotográfico va tomando dimensiones que superan cualquier intencionalidad. Es una especie de imagen latente, en el sentido que le da Fontcuberta (4), como aquel rango de espera para ver la imagen develada en el laboratorio.
Las “Imágenes de La Ceibita” entran en un torrente de significados para los espectadores y para el autor mismo. Por ejemplo, las fotografías de Carlos German levantadas desde los márgenes sociales y de la fotografía misma, logra quebrar paradigmas culturales. Sacando de la marginalidad, entendida como periferia de la hegemonía política, mediática y cultural, a estos espacios y personajes y también a la fotografía misma como medio artístico y los inserta en un contexto nacional e internacional ajeno.
Y por otro lado, a nivel fotográfico, ha creado un proyecto que se narra en tres tiempos. El primero y segundo, representados en imágenes tomadas cronológicamente distantes; las fotografías blanco y negro de 1976 hasta 1983 y las fotografías a color entre 2003 y 2011. Donde la historia se centra en los caracteres humanos y urbanos. Y el tercer tiempo, es la lectura conjunta de esas fotografías, que crean nuevos significados y espacios para la reflexión. Donde los personajes van dejando paso a cuestionamientos políticos y sociales más profundos, convirtiéndose en un documento revelador de los ciclos políticos venezolanos, dejando que el paso del tiempo en la narrativa fotográfica sea un testigo presencial de algo que pudo ser y no fue.
(1) Hacia una filosofía de la fotografía de Vilem Flusser.1990
(2) En el lugar, en el tiempo y en el espacio, el barrio es “la comunidad” Claudio Perna texto para el catálogo de la exposición Imagenes de La Ceibita. Museo Francisco Narvaez. Porlamar Isla de Margarita. Mayo 1984.
(3) Sobre la fotografía, Susan Sontag 1976
(4) La cámara de Pandora. Jon Fontcuberta
*Por Marcel del Castillo para Espacio GAF / Fotografia: Carlos German Rojas