Ni cuerpo que lo aguante, despidos en la era Macri: Anses
No hay Cambiemos que dure cien años. Pero, desde que comenzó la gestión en 2015, pareciera que el gobierno CEO no se acaba más y que el “sinceramiento” viene de la mano de inflación, represión y despidos masivos. Entre el achicamiento del Estado y la persecución política e ideológica, crece el miedo y la resistencia. En esta primera entrega, conversamos con Fernanda Márquez, despedida de Anses Córdoba.
Por Débora Cerutti para La tinta
Viernes 02 de febrero de 2018, calor cordobés evaporándose en las calles de Villa El Libertador. Fernanda Márquez asiste a su lugar de trabajo. Había empezado a preparar su valija la noche anterior para irse de vacaciones. Esa mañana, ingresó a su oficina como todos los días desde hacía casi 12 años, sin que nada le llamara particularmente la atención. Realizó el fichado biométrico con su dedo y, luego, se sentó en su computadora. Ingresó su clave. Se encontró con que estaba deshabilitada. Se comunicó con la parte de sistemas. No había errores técnicos.
Dos horas más tarde, la llamó su jefe. Sin preámbulos, le comunicó que estaba despedida. Ella y otro compañero de la delegación de la zona sur de la Ciudad de Córdoba. Sin causa, le aclaró. Ese día, todos pararon la atención allí y en la oficina central de Anses.
Las playas de Uruguay se convirtieron en un paraíso perdido. El lunes de la semana siguiente, Fernanda se presentó nuevamente en su lugar de trabajo. Dejó constancia de que la Policía no la dejaba entrar por órdenes de su jefe. En ese momento, comenzaron los vericuetos legales hasta que, 10 días después, llegó el telegrama de despido. Sin causa, decía.
Marcelo Jabase, el jefe de Fernanda, no dio la cara. Él, con otros dos supervisores, se pusieron a atender al público ese 02 de febrero, porque las compañeras y compañeros de la despedida dejaron de hacerlo para solidarizarse con ella y su colega. La temperatura subió al ritmo del pedido de explicaciones.
El cambio llegó
Fernanda comenzó trabajando en atención telefónica allá por el año 2006. Los años siguientes, realizó atención al público de manera personal. Pasó a las oficinas de Villa El Libertador durante los dos últimos años en que estuvo empleada por la entidad pública.
Desde que asumió el presidente Mauricio Macri, los cambios llegaron muy rápido a Anses y, simplemente, sucedieron. Mientras aumentaba la precarización laboral, la automatización de las tareas era mayor. Se disminuían los servicios brindados al público y el desafío que se planteaba implícitamente era deshacerse de las personas “problemáticas” para el cambio.
A los empleados les tocaba leer las circulares para enterarse de los movimientos dentro de Anses y capacitarse entre ellos mismos mientras el aire se cortaba a cuchillo ante la posibilidad de perder el empleo.
En el 2016, comenzó a aplicarse un programa que medía la cantidad de trámites atendidos y cronometraba el tiempo en que se despachaba a las personas. Pese al panorama ensordecedor, las “métricas” de Fernanda continuaron siendo excelentes y su eficacia resolutiva también. El cuadrito con su foto de “empleada del mes” al estilo McDonald no llegó a ser colgado en las paredes de Anses.
El vaciamiento de programas, la suspensión de Progresar, la inhabilitación de los sistemas operativos para hacer reclamos, comenzaron a ser asumidos como parte del cotidiano laboral. Anses quedó sin cobertura médica para quienes asistían a las locaciones a hacer algún trámite: “Yo estaba atendiendo a un señor de 80 años. Se descompensó y tuvimos que llamar al 107. Trabajamos con personas de riesgo, gente mayor, mujeres embarazadas, niños menores. No tener cobertura médica dentro de un edificio estatal me parece una locura. Esto, anteriormente, nunca había pasado”, narra Fernanda.
La obediencia y el acuerdo con las recetas de los organismos internacionales y los bloques empresarios de parte de la gestión Cambiemos tiene su contrapartida local. De a poco, Anses Córdoba fue disminuyendo en sus funciones de brindar asistencia y seguro social a los sectores sociales más vulnerables. Sin causa, comenzó el ajuste y vaciamiento de esta dependencia. Sin causa, la reforma laboral está en marcha y la previsional ya se aprobó a fuerza de golpes, gases y tiros. Sin causa, más de 6000 personas quedaron desempleadas en lo que va del 2018. Sin causa, como el despido de Fernanda.
La doctrina del miedo
Fernanda tiene una mirada firme. No es de las que se callan la boca. Cuando de reclamar por derechos adquiridos se trata, sus palabras brotan. A su jefe, eso y su perfil de Facebook, no le agradaban. Al Gobierno Nacional, tampoco.
Tras el escándalo de Cambridge Analítica, supimos que una de las estrategias de Cambiemos para ejercer la gobernanza es cruzar los datos de la Anses con los de Google. El “primer presidente de Facebook”, como le dicen a Macri, sabe que la clave está en el control de los datos y que las redes sociales ofrecen mucha información.
Fernanda es militante desde muchos años antes de la asunción de este gobierno. Mientras revuelve el azúcar dentro de la taza de café, me dice: “Estábamos dispuestas a dar un poco de batalla y a no aterrorizarnos tan rápidamente quienes veníamos militando con anterioridad. Pero, dentro de los compañeros de trabajo que no tenían ningún interés político, lo único que se veía era el miedo”.
Ella nunca dejó de asistir a marchas ni de sacar y publicar sus fotografías, pese a que algunos compañeros la interpelaban para que dejara de hacerlo. Militante de La Jaureche, en el momento del despido, estaba haciendo trabajo territorial en Bajada de San José y Campo de la Rivera, desde hacía aproximadamente 8 años: “Mi militancia era de público conocimiento para cualquier persona dentro y fuera de mi trabajo”, sentencia Fernanda.
Al momento de ser despedida, estaba agremiada a Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), uno de los cuatro gremios presentes en Anses. Éste y SECASFPI la acompañaron en la primera movilización en la oficina de Anses Central. Pero, luego, hubo un vacío. De parte de sus compañeros, tampoco hubo mucha cercanía: “La mayoría venían, saludaban y decían perdón, pero tengo miedo. Es entendible. Es a lo que apuntan”, dice Fernanda. Su despido sirvió para adoctrinar en el “miren lo que les puede pasar”.
La semana en que Fernanda fue despedida, hubo, a nivel nacional, más de 100 despidos en Anses. Sin causa, empleados de planta permanente con más de 10 años de antigüedad quedaron sin trabajo. En su demanda legal, Fernanda establece dos puntos claves: que tomen su fecha de ingreso real a Anses, ya que ésta no fue considerada a la hora de computar su antigüedad y que cesen con la persecución ideológica. “Da la casualidad que las dos personas despedidas estábamos públicamente en contra de este gobierno. Eso no es un dato menor. La sensación de que, en cualquier momento, me tocaba a mí, estaba latente todo el tiempo”, expuso.
Ahora qué
Estaba claro que le “podía tocar”, me dice y se dice a sí misma Fernanda. Hoy, las acciones apuntan a la reincorporación. La cuestión es dejar sentado precedente para futuros casos de despidos. El proceso puede llevar varios años.
La reincorporación suele ser traumática y dura. Se hace vacío a la ex desempleada. Se la deja sin tareas, se la mira con desconfianza. El ambiente de trabajo suele ser hostil y apuntar al desgaste emocional y psíquico de quien está ahí de nuevo con la posibilidad de, otra vez, volver a mirar al jefe de frente, a los ojos y no callarse la boca, con causa.
Macri sabe que, por cada trabajadora reincorporada, hay una pequeña victoria. Que, además del miedo, crece la resistencia, porque algunas no tienen miedo. Macri sabe que cada cuerpo que aguanta es un paso atrás para su mal gobierno.
* Por Débora Cerutti para La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto