La rebeldía del gesto
En la uniformidad del despreciable saludo, el sutil gesto de cruzar los brazos es un acto rebeldía, quien lo realiza es August Landmesser un trabajador alemán de la Blohm + Voss. Esto sucedió el 13 de junio de 1936 en uno de los astilleros que tenía la empresa en Hamburgo, en el bautismo de un buque de la marina alemana. Recién en 1991 una de sus hijas reconoció a su padre en esta fotografía y salió a luz la trágica historia de la familia.
Por Redacción La tinta
En la Alemania nazi el saludo “sieg heil” era obligatorio y el no hacerlo significaba negar la lealtad al régimen, Landmesser ese día decidió quedarse cruzado de brazos como una forma de protesta. El joven trabajador en 1933 se enamoró de Irma Eckler, una mujer de origen judío. Si bien pudieron mantener su relación oculta, no fue por mucho tiempo, dado que a la gestapo tenía todo el país bajo su control.
Landmesser se había afiliado al partido Nazi en 1931, se dice que lo hizo para conseguir trabajo, en el ‘35 fue expulsado y ahí comenzó el hostigamiento. Ese mismo año la pareja tuvo a su primera hija, Ingrid, que fue la que décadas más tarde reconocería a su padre en la fotografía.
En 1937 cansados de la persecución, la familia trata de huir a Dinamarca pero son apresados en la frontera por el ejército nazi. A Landmesser se le imponen las leyes de Nuremberg por lo que fue acusado de “deshonrar a la raza» y de «infamia racial» y es llevado a la cárcel. En cambio, Eckler se cree que fue apresada por la gestapo, enviada a la cárcel de Hamburgo y su hija a la casa de su abuela. Allí en reclusión, la mujer dio a luz a su segunda hija, Irene, que fue enviada a un orfanato. Las niñas nunca más supieron del paradero de su madre, que se cree que fue asesinada en esa cárcel.
Por su parte a Landmesser, un año después de ser detenido en la frontera, le ofrecieron la absolución de los cargos si rompía la relación con su compañera, a lo que se negó rotundamente. Ello le valió que lo enviaran tres años a un campo de concentración. Al ser liberado en 1941, sin tener noticias de su familia, fue enviado al frente de batalla y al poco tiempo se lo dio como desaparecido en combate.
No fue solo un gesto, fue la actitud de una familia frente a semejante maquinaria de muerte.
*Por Redacción La Tinta