Nano Stern: “Todos somos seres políticos, nos demos cuenta o no”
Por Manuel Allasino para La tinta
Fernando Stern Britzmann, más conocido por su nombre artístico Nano Stern, uno de los más destacados cantantes y compositores de la nueva generación de músicos chilenos, está de visita en nuestra ciudad. Su particular vinculación con el canto popular, la trova, el folk y el rock potencian su performance en vivo.
La oportunidad para disfrutar del talentoso guitarrista con fuerte compromiso social, es este miércoles 30 de mayo en Espacio 75 Córdoba. El músico adelantará algo de su próximo trabajo discográfico llamado Lucero, que verá la luz en junio. Como artista invitado estará el instrumentista y compositor cordobés Félix San Martín.
Nacido en el país hermano de Chile a mediados de los años ochenta, Nano Stern comenzó su carrera musical apenas a los tres años de edad cuando empieza a tocar el violín. En su adolescencia, el rock llega a su vida y comienza a formar bandas con las cuales experimenta el género. Luego, parte a Europa y es Alemania su primera parada, donde colabora con el grupo Ortiga y se desempeña como asistente de producción en el estudio de Tato Gómez. En Amsterdam, Holanda, es donde estudia jazz en el conservatorio. Es en ese momento donde termina de grabar su disco debut: Nano Stern. En medio de su viaje, en el año 2007, graba el álbum Voy y Vuelvo, con el que es nominado al premio Altazor y galardonado como «Mejor Producción del Año» por la APES.
En el año 2009 publica Los Espejos, y dos años más tarde, en el 2011, registra Las Torres de Sal, un disco que se graba en directo en cuatro días. El abril de 2014 lanza su doble CD y DVD San Diego 850. Pero es el año 2015, donde el chileno realiza el disco más exitoso de su carrera: Mil 500 Vueltas.
Desde La tinta conversamos de todo con el talentoso, creativo, comprometido y siempre inquieto Nano Stern.
—La protesta social es un punto fundamental en tu música. ¿Se da naturalmente?
—Rescato el pensamiento de Octavio Paz quien afirmaba que todos somos seres políticos, nos demos cuenta o no. En el caso de la música en particular, se da una dinámica particularmente expuesta, en la que nuestras voces están siendo constantemente amplificadas. Eso, a mi parecer conlleva un enorme privilegio que a su vez va acompañado de una responsabilidad de utilizar esa (sobre) exposición en pos de un bien mayor que el beneficio personal y la saciedad de la propia sed de ego. No creo que la única forma sea la protesta. Creo que la música es por sobre todo una herramienta de resonancia, de vibración en conjunto, y por ende, un fenómeno comunitario. Por lo mismo, me parece que alcanzar una verdadera comunión a través del sonido es la máxima expresión social a la que puede aspirar la música.
—“Festejo de Color”, refleja el tema de la inmigración. ¿Qué lectura haces de la situación en la región?
—Vivimos un momento de profunda reconfiguración política en Latinoamérica, en el cual los más despavoridos se ven forzados a dejar sus territorios por obligación, no por gusto. Es evidente que habría una respuesta dura por parte de los sectores más conservadores y rancios de nuestras sociedades, y es a ellos a quienes hay que combatir a punta de razón y sensatez. La migración es un derecho, y por lo demás es parte esencial de lo que nos hace ser humanos. Viniendo de una familia de refugiados de guerra, es algo que tengo presente constantemente y frente a lo cual no puedo hacer oídos sordos.
—La música popular chilena y sus raíces está presente en tu obra, ¿qué tomaste de Violeta Parra o Víctor Jara, entre otros?
—La lección más importante que he aprendido del ejemplo de Víctor y Violeta hasta ahora es la honestidad brutal y desgarradora que se desprende de su canto. Por otro lado, ambos abrieron un camino de mezcla y desprejuicio que se convirtió en el tronco del cual brotan todas las ramas de la música popular chilena contemporánea y del cual me siento un caminante.
—Violeta Parra popularizó las décimas que han tenido mucha presencia en tu música…
—Sí, Violeta fue muy visionaria en rescatar el trabajo de los payadores de las zonas rurales de Chile, y de manera magistral nos legó, entre otras cosas, su autobiografía en décimas, que es un tesoro de la poética nacional. Yo he querido aprender lo más posible de esa tradición y así es como la décima se ha convertido en un elemento muy presente en mi lírica, reconociéndome siempre un aprendiz y manifestando mi respeto máximo por aquellos payadores -viejos y jóvenes- que mantienen viva esa tradición en su estado más tradicional.
—Veo en tu música una continuidad de la estética sonora y discursiva de la nueva canción chilena. ¿Cómo se da eso?
—Me parece que mi generación tiene una relación con la nueva canción chilena que se asemeja más a la de nietos que hijos. Los hijos tienden a renegar de sus padres, y se relacionan con su identidad más bien a través de la creación de una identidad que se rebela ante los códigos estéticos y éticos de sus padres. Los nietos, por otro lado, no tienen ese drama interior y muchas veces rescatan las historias y aprendizajes de sus abuelos. Tengo el enorme privilegio de considerarme amigo de muchos de los próceres de la Nueva Canción Chilena que aún tocan y recorren los escenarios del país y aprovecho cada encuentro con ellos para seguir aprendiendo y asimilando sus enseñanzas.
—Recorriste muchos lugares y tomaste elementos para incorporar a tu música. ¿Qué cultura te ha costado más asimilar?
—Quizás, en mi calidad de descendiente directo de migrantes, lo más difícil no ha sido asimilar una cultura en particular, sino entender como, en medio de esta gran hiper estimulación en la que vivimos, determino una identidad propia que me sea sincera y real.
—¿Qué importancia tiene el escenario y la energía del lugar?
—Es de una importancia absoluta. El público, el contexto y la energía circundante determinan en gran medida lo que es un concierto. Es un ritual que no sólo consta de un espectáculo unidireccional. Es un intercambio de energías en que nosotros sólo ponemos el pie forzado que luego crece y vive en esa interacción entre música y público.
► Nano Stern. Junto a Félix San Martín el miércoles 30 de mayo a las 21 h. en Espacio 75 Córdoba (Rodríguez Peña 1623).
*Por Manuel Allasino para La tinta.