Poner el cuerpo más allá
¿Fútbol y aborto? Sí. Mónica Santino realizó su exposición ante la comisión que hoy debate la despenalización del aborto en nuestro país. La DT que encabeza hace más de 10 años un proyecto que une fútbol y empoderamiento entre las mujeres de la Villa 31 explicó por qué la práctica femenina del deporte más popular del país es también una disputa diaria por el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Por Gonzalo Reyes para La tinta
«¿Por qué siendo futbolera desde que tengo memoria tardé más de veinte años en tocar una pelota?».
Paloma Dulbecco
Con un pañuelo verde y su sonrisa habitual Mónica Santino tomó el micrófono en el sala donde se debate por estos días la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, en la comisión conformada por la Cámara de Diputados. «¿Por qué voy a hablar de fútbol? Porque voy a hablar de deseo, de ganas. Porque justamente lo que nosotros vimos en este tiempo es que el derecho a jugar, un derecho inalienable, un derecho humano para la mayoría de las personas, para mujeres en situación de vulnerabilidad estaba aún más cercenado». Así arrancó, como quien ve distraído al arquero y lo prueba desde lejos.
¿Fútbol y aborto? Preguntará el lector distraído, tan distraído como el arquero adelantado. Sí, fútbol y aborto porque ambas cosas tienen algo en común: decidir sobre qué hacer y qué no hacer con nuestros cuerpos.
Cómo se encargó de explicar ella misma, Mónica labura hace 11 años dentro de la villa 31 y desde ahí comenzó a desarrollar un trabajo que excede al fútbol. La Nuestra Fútbol Feminista es una escuela donde se aprende a dar pases, hacer desmarques y pelear por igualdad y más derechos: «Lo que hemos hecho es conquistar una cancha de fútbol del barrio, una de las más importantes. La conquista de ese territorio permitió un espacio semanal de entrenamiento, dos veces por semana, con mucha convicción y poniendo nuestro cuerpo en la mitad de la cancha para poder quedarnos a jugar… A veces poniendo el cuerpo un poco más allá, pasando el límite de la pelea física; lo hemos hecho. Nos hemos quedado bajo lluvia y sol».
Santino resalta ese detalle nada menor: «poner el cuerpo un poco más allá». Además de la pelea física, ella y las chicas del barrio aprendieron a disputar un terreno, luego a utilizarlo bajo la mirada machista prejuiciosa y al mismo tiempo reconocer un derecho negado desde siempre: el derecho al ocio, a poder abandonar sus obligaciones como cualquier hombre para ir a jugar.
«Las canchas de fútbol son los lugares más importantes en los barrios, nunca se construye una casa sobre una cancha de fútbol. El límite ese de la línea de cal se respeta a rajatabla. Son los espacios públicos más importantes en los barrio. Cuando las mujeres ganan espacio ahí, se empoderan»
El empoderamiento a través del juego más popular de nuestro país llevó a estas mujeres a disputar todo lo que comenzaban a ver como prohibido. De la naturalización de aquellas imposiciones restrictivas al deseo de ir por todo: los territorio, los tiempos libre, los cuerpos. «Cuando hablamos de legalizar el aborto es nuestro cuerpo, cuando queremos jugar al fútbol es nuestro cuerpo», explicó la DT en una reciente publicación en Tiempo Argentino.
«El patriarcado, todas estas costumbres que arrastramos, discriminaciones inscriptas en la cultura para las mujeres siempre nos ha dejado afuera. En este caso, en uno de los deportes más populares que es el fútbol. Cuando hablo de fútbol, hablo del derecho también a jugar y del derecho a ser con nuestro cuerpo lo que querramos porque hemos crecido toda nuestra vida diciéndonos a que podíamos jugar y a que no. Cuando las pibas tienen esta conciencia, cuando se paran sobre ese derecho, cuando entienden que entrando a una cancha levantan las cabeza y pueden hacer pases, eso da dignidad. Cuando se empieza a sentir orgullo por el barrio, cuando se empieza a sentir que las mujeres podemos hacer algo juntas, que cuando las mujeres nos organizamos algo se transforma… todo eso generó el fútbol. Y a partir de ese entrenamiento deportivo, espacios donde poder reflexionar y poder vernos como futbolistas y vernos como mujeres en ejercicio de nuestros derechos. Y yo creo que de eso se trata este debate, de cuestiones culturales, de problemática social, de acceso a la salud», agregó Santino.
El fútbol se metió en el debate por sobre el aborto. Un cuadro imposible de soñar hace dos, tres o cinco años. Es una ventaja que Mónica luzca la 10 en nuestro equipo y en este partido.
*Por Gonzalo Reyes para La tinta