Por el derecho al goce
Hace años que Luciana Peker escribe sobre los derechos de las mujeres. Es una de las voces a favor no solo de la interrupción legal del embarazo sino de gozar y disfrutar como forma de vida. Estuvo en el Congreso y gritó para sacar al aborto del silencio y quitar los obstáculos del camino.
Por Luciana Peker para Revista Anfibia
Hasta 1926 las mujeres solteras, viudas o divorciadas no fueron consideradas legalmente iguales a los varones. Recién hace noventa y dos años las mujeres fueron dejadas de ser consideradas incapaces. En 2018, casi un siglo después, el Congreso de la Nación tiene que aprobar la capacidad de disfrutar sin la guillotina de la clandestinidad como precio al goce. La capacidad civil y la igualdad no van a ser reales hasta que el derecho a gozar no esté garantizado en plenitud igual que para los varones.
No les vengo a pedir que legalicen el aborto porque el aborto ya es legal. Es legal por causales. Les vengo a pedir que terminen con las inequidades de clase, de regiones y de falta de acceso a la información.
En Formosa la mortalidad materna es de 12,3 muertes cada 10.000 nacimientos. En la Ciudad de Buenos Aires, en cambio, es de 1,5 cada 10.000 nacimientos. Una mujer formoseña tiene ocho veces más riesgo de morir por su embarazo que una porteña.
El aborto es legal sotto vocce. Y venimos a levantar la voz para romper el silencio. Las periodistas con perspectiva de género escribimos la información con dificultades, pocos espacios y precarización. Y necesitamos que esa información llegue a todas las mujeres y personas gestantes. Las que no se enteran que tienen el derecho no lo pueden ejercer y eso es una vulnerabilidad de derechos.
Les vengo a pedir que asuman la responsabilidad del cupo femenino. La Argentina está en el puesto 33 en el ranking de género de Naciones Unidas. Uno de los fuertes es la representación política. Pero esa representación tiene que servir para que las mujeres tengan más derechos. La política tiene que estar al servicio de las mujeres.
Hay una revolución de las mujeres. Hay una revolución normativa. Tiene que saldarse la gran deuda de la democracia del aborto legal, seguro y gratuito. El aborto ya es legal por el fallo FAL y por el Protocolo de Interrupción Legal del Embarazo del Ministerio de Salud. Les vengo a hablar de su responsabilidad en que ese derecho sea para todas las mujeres y para que corran los obstáculos y saquen los clavos en el camino a los derechos.
Este debate enaltece a la democracia, la transversalidad enaltece al movimiento de mujeres. Les toca a ustedes la responsabilidad de ampliar derechos. Si solo se aprueba la rubricación de los derechos ya establecidos este debate no habrá servido de nada. Hay que legalizar el aborto sin obstáculos, sin restricciones, sin frenos, sin excusas, sin atajos a más sufrimientos, dilataciones y evasivas.
Esta es la revolución de las hijas. Y a ellas les tienen que dar el derecho a disfrutar sin morirse, sin tener miedo, sin tener menos derechos que sus novios, amigos y hermanos.
Les vengo a pedir que cumplan con la responsabilidad. La Corte Suprema de Justicia de la nación ya honró el ingreso de la primera formación con mujeres. Les vengo a pedir que cumplan con el mandato de Carmen Argibay que adelantó en una nota de Las 12 que iban a fallar en el caso FAL cuando el aborto ya estaba resuelto. Fue una decisión jurídica y política. Fue un mandato a las mujeres. No se ingresa para retroceder derechos, se ingresa para ampliarlos.
Si la ley que salga de esta cámara pone más piedras en el camino que el fallo FAL y el Protocolo del Ministerio de Salud este debate será inocuo. No se puede retroceder, se tiene la obligación de avanzar.
La discusión sobre si legalizar lo que ya es legal es ciencia ficción. Lo importante es discutir si un derecho ya existente va a ser para todas o van a meterle piedras en el camino con el formato engañoso de la letra chica legislativa.
Les vengo a pedir que se hagan cargo de su responsabilidad. El Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable ya lo hace. Los abortos legales se cumplen en la Argentina. Hubo 400 en 2015 y 500 en 2016. Nos faltan cifras oficiales, pero ya hay más de mil ahora.
El 76,7 por ciento pierde la vida en hospitales públicos; el 13,95 por ciento en establecimientos privados; el 7 por ciento en el domicilio particular y el 2,33 por ciento en otros lugares. Por lo que 33 de las víctimas de los femicidios por la clandestinidad del aborto son desclasadas de la medicina privada y apenas seis accedieron a sanatorios privados.
No se necesita innovar, se necesita garantizar. Informar. Sacar al aborto del silencio y quitar los obstáculos del camino.
Les vengo a pedir que cumplan con el mandato de un país pionero en Latinoamérica en derechos de género. El primer país de Latinoamérica en aprobar el matrimonio igualitario y la identidad de género.
El aborto legal es un reclamo de las mujeres afro, originarias, jóvenes y pobres de toda Latinoamérica. Este es un afiche de las mujeres afro dominicanas y resume lo que somos y porque peleamos. El aborto es una pelea por la vida.
Les vengo a pedir por su responsabilidad con Naciones Unidas. La Argentina se comprometió, en 1990, a bajar en el 2015 la tasa de la mortalidad materna a 1,3 y actualmente de 3,4 muertes cada diez mil nacimientos. La principal causa (que no pasa en otros lugares) es la clandestinidad del aborto. La Argentina está en falta. Ahora es su responsabilidad modificarlo.
Les vengo a pedir su responsabilidad por las 46 muertas por los femicidios de la clandestinidad del aborto. Eran muertes evitables como se evitan y son cero en Uruguay y son cero en Rosario donde el aborto legal no tiene obstáculos –y repito obstáculos porque este es el problema que tiene que evitar la ley- y deberían ser cero. Estas 46 mujeres deberían presenciar el debate y no estar bajo tierra. Sus muertes fueron evitables y el Estado tiene la responsabilidad de no haberlas evitado.
Ahora ustedes tienen la suya. Es su responsabilidad que el acceso al aborto legal no tenga más obstáculos.
*Por Luciana Peker para Revista Anfibia. Foto: Cecilia Accorinti.