Socorro Rosa

Socorro Rosa
24 abril, 2018 por Redacción La tinta

En el marco de la columna de géneros y movimientos sociales conversamos con compañeras de Socorro Rosa Córdoba, sobre el debate actual en torno al aborto, desde su experiencia como socorristas generando comunidad en el acompañamiento.

Por La Luna Con Gatillo

Cuando nos hermanamos somos capaces de amar mejor y sin etiquetas, de luchar abrazadas, de empujar los límites, de creer en la revolución, de hacerla caminando y cantando, de reflexionar y crecer, de no tener miedo a ser eternas aprendices. (…) de pasar del yo al nosotras, de jugar y cuidarnos, de acuerparnos, de intentar ser felices. Hemos multiplicado conciencia contra la violencia de género y la violencia social, legal, política, institucional y verbal. (…) Nos tienen miedo porque no tenemos miedo. ¿No tenemos miedo? Bueno, es que aprendimos que juntas, somos poderosas.
Liliana Daunes.

¿Qué es Socorro Rosa Córdoba y cuál es la experiencia concreta que desarrollan?

—Somos una colectiva de activistas feministas que acompañamos los procesos de interrupción del embarazo. Lo hacemos desde nuestro lugar de activistas feministas, desde el protocolo de interrupción del embarazo que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS). Brindamos apoyo a las personas con capacidad de gestar, y formamos parte de la campaña por la legalización del aborto. Tenemos una línea pública de teléfono, nuestro número es accesible a través de internet y facebook, la idea es que quien esté atravesando por un embarazo no deseado pueda contactarse con nosotras. A través de esta línea sacamos las dudas y generamos encuentros cara a cara y a partir de ahí acompañamos su proceso telefónicamente desde antes que comiencen a hacerlo, conversando sus miedos, sus angustias, sus ansiedades, hasta que lo realizan y lo finalizan a través de un control posterior. Intentamos que éste sea en algún sector de salud, que esas personas vuelvan a ese sistema de salud que las expulsa, y que ese sistema de salud se haga cargo al menos de ese control pos, aunque algunos de esos profesionales no sepan qué están controlando.

¿Desde qué mirada asumen y sostienen este activismo?

—Nosotras nos basamos en los protocolos de la OMS para garantizar un aborto seguro y efectivo. Hay muchos mitos en relación a que el aborto con pastillas puede generar daños irreparables, y lo cierto es que hoy se lo señala como el método más seguro, incluso en aquello países donde el aborto es legal. También hemos generado una serie de procesos que no tienen que ver con el método en sí, sino con el acompañamiento en esta decisión tan criminalizada y condenada socialmente. Lo que proponemos es un acompañamiento feminista y cuidado, donde la persona sienta la confianza de compartir sus miedos y sus dudas sin temor a sentirse juzgada, o a que le pregunten y la re-victimicen, o le pidan explicaciones sobre por qué la decisión. Por eso pedimos por aborto legal y libre, para que nadie juzgue si nuestro caso amerita o no la posibilidad de acceder a esto. Que se sienta respaldada y resguardada, y sienta que esta experiencia, que en algunos casos puede ser dolorosa, es también una experiencia política, donde se está tomando una decisión sobre la propia vida, y eso muchas veces también empodera.

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Foto: Colectivo Manifiesto

En un contexto de auge del movimiento feminista, cuando se multiplican los espacios y miradas, ¿qué relación tienen con el movimiento feminista actual o en qué acciones articulan o son parte?

—La mayor articulación se da por formar parte de la campaña. Además muchas mujeres llegan a través de las organizaciones. Antes el Socorro llegaba a muy pocas personas, y estas articulaciones hicieron que pudiéramos llegar a más. También apostamos a apropiarnos de los espacios públicos, cuando generamos los encuentros con las personas que quieren abortar siempre lo hacemos en espacios públicos. Apostamos a pronunciar la palabra aborto en voz alta, que hasta hace pocos meses era una palabra tabú. Intentamos hacer encuentros grupales de manera que las personas se encuentren con otras en la misma situación y no sientan que están solas. En esto de apropiarnos del espacio público intentamos hacer intervenciones, participar de charlas, marchas, radios, lugares donde podamos compartir lo que hacemos. Buscamos desdramatizar y desclandestinizar el aborto, al margen de si es legal o no.

En medio de tanto debate, esto de el aborto como un innombrable sigue atravesando los espacios de discusión, las asambleas. Hay un contexto que no está siendo fácil, que está cargado de prejuicios. Tal vez desde la experiencia que ustedes tienen pueden compartirnos herramientas para aportar a un debate en profundidad y con respeto entre compañeros y compañeras.


—Cuando nos encontramos con otra persona que no conocemos tenemos que poder generar un espacio de confianza para compartirles toda la información que tenemos. Nos agarramos de ciertas herramientas que tienen que ver con las estadísticas en relación al uso del misoprostol, pero también hacemos hincapié en la experiencia que nos comparten muchas personas que atravesaron o atravesamos la situación de aborto. Poder hablar de que la imagen del aborto que tenemos es una mujer en medio de un charco de sangre, para luego poder decir que no sucede así, que se puede hacer en un marco de seguridad, de cuidado y acompañada. Para desdramatizar también compartimos que no somos médicas, que somos personas que nos hemos formado para acompañar estos procesos, que somos capaces de comprender toda la información que estamos leyendo, y autogetionarnos los abortos, y que va a estar todo bien.


Hoy a partir de lo que pasa en congreso se escucha mucho sobre el trauma post aborto en base a no sé qué experiencias, porque en nuestra experiencia en general después de que llega el mensajito que dice “ya expulsé”, luego llega otro que dice “qué alivio”. Sentimos que lo logramos juntas, con toda esa manada que nos juntamos a hablar sobre cómo se usa la medicación, y muchas quedan en contacto acompañándose. Tampoco buscamos romantizar el aborto, no creemos que todas las personas tengan que abortar para tener una vida más feliz, vemos claramente que puede ser una experiencia triste y dolorosa, pero nos interesa remarcar que no necesariamente es trágica ni dramática. De hecho hay estudios que explican que no existe el síndrome post aborto, y que muchas de las cuestiones negativas se dan en sociedades que criminalizan la práctica porque las obliga a hacerlo en aislamiento y en soledad sin posibilidad de compartirlo con otras personas por miedo a ser juzgadas. Nosotras sabemos por nuestra práctica que es posible vivenciarlo de otra manera, no imponer que no se lleve de manera traumática, pero sí saber que puede generar alivio, bienestar y sentir que lo que se hizo fue lo correcto, fue lo que se podía y lo que se quería en ese momento de la vida. Entonces nos proponemos darnos nuestra propia ley. Es necesaria la legalización del aborto porque es un piso material y simbólico básico para cambiar el estado actual de las cosas que empuja a moverse en la clandestinidad con los riesgos que eso implica, pero que la legitimidad nos la podemos dar entre nosotras cuando nos compartimos información, cuando nos juntamos y nos sostenemos entre nosotras. Que esa desdramatización del aborto ha ayudado a que pueda estar hoy en congreso después de siete presentaciones.

Resulta sumamente interesante legitimar la sensación de alivio, que es la experiencia que muchas tienen, y que antes tal vez no se asumía abiertamente así…

—Si, y eso es toda una discusión dentro del feminismo: cómo no pensarnos solamente como víctimas para poder luchar por nuestras libertades, nuestra autonomía, nuestros derechos. No solo el lugar de víctimas nos habilita a luchar por más. El sufrimiento y la angustia claramente nos dan el impulso para querer cambiar las cosas, pero no está bueno marcarse siempre desde ese lugar. Por eso esta consigna fantástica que logró impulsar la Campaña y que logró hacerse un eco inmenso en toda la sociedad, también es necesario poder avanzar y decir que no solo queremos aborto para no morir. Porque ahí caemos en una trampa, ¿el día que no haya más muertas, dejaríamos de luchar por el aborto? No, no nos importa el número de muertas, nos importa tener la posibilidad de decidir sobre nuestros destinos y sobre nuestras vidas. No hay que dejar pasar que hoy se mueren personas en Argentina porque el aborto está penalizado, pero no es nuestro único argumento para luchar por el aborto.

La tarea de consejería es fundamental para romper el círculo de silencio en el que muchas nos encontramos respecto al aborto, y eso es muy importante. Sin embargo vemos que tal vez las organizaciones sociales hemos podido avanzar en muchas cuestiones en abordajes comunitarios, pero en esto no, como si fuera algo que se hace de a dos. Ustedes narran una experiencia diferente. ¿Cómo se construye comunidad en torno a esto? ¿Hay algo que haya cambiado por la coyuntura actual en relación al acompañamiento de las personas?

—El espacio del taller socorrista es hiper diverso, hay mujeres que llegan muy solas y hay familias enteras que vienen. Creo que atravesamos muchas experiencias muy distintas. Pueden llegar un poco más acompañadas ahora, hay mujeres que llegan convencidas de que no están a favor del aborto pero que en este momento es lo que necesitan para su vida, entonces nos generamos muchas preguntas dentro del taller, intentar pensar que debería ser un derecho al que todas deberíamos poder acceder. Además siempre han existido redes de solidaridad y sororidad y acompañamiento por fuera de las redes feministas. Todas tenemos historias de personas que abortaron acompañadas a buena o mala gana por las personas de su alrededor. Sí es cierto que hoy sigue estando el aborto en el lugar de lo privado y lo personal, y pensar que lo personal es político es pensar a los abortos como actos políticos que atraviesa nuestros cuerpos, y es algo que es necesario hablarlo y ponerlo en la calle. Están habiendo más redes, más contactos y más información, sobre todo en los últimos meses, pero se sigue pensando como algo personal. De hecho la consigna “mi cuerpo es mío y en mi cuerpo decido yo”, que tiene mucha potencia, podemos pensarla como “en nuestros cuerpos decidimos nosotras”, y pensar que es en nuestros cuerpos y en nuestros territorios, pensar que la lucha por el aborto se inscribe en muchas otras luchas. El aborto es un activismo concreto pero estamos también por defender nuestros territorios de las empresas que las saquean, de las represiones a comunidades indígenas, a trabajadoras y trabajadores. Entonces cuando reclamamos la soberanía sobre nuestro cuerpo, reclamamos por todo lo que creemos necesario para que nuestras vidas sean mejores y para que nuestras sociedades sean más justas.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Pensando en la ley que se debate en congreso como un piso fundamental ¿cómo ven la defensa de nuestros cuerpos y territorios en el marco de la regulación estatal, pensando en la discusión entre despenalización y legalización del aborto?

—En este contexto es necesario e imperioso que se apruebe una ley que al mismo tiempo que despenalice legalice. Es importante que se despenalice, que se saquen los artículos que lo condenan. En este contexto, y formando parte de la Campaña, creemos que la legalización permitiría que se garantice el acceso sin importar dónde viva y su posición económica. Sin embargo creemos que la ley no siempre resuelve los problemas, sino que incluso muchas veces crea problemas nuevos, y que todo lo que pasa a estar bajo el gobierno y la administración del estado tiene la trampa de que el estado y sus regulaciones son las que deciden qué entra y qué no entra en esa ley. Hablamos de legalización como un punto de partida, hoy ni siquiera los partos están siguiendo la ley de parto respetado, entonces pensemos cómo se garantizaría el acceso en el sistema de salud.

¿Algo más que les parezca importante decir?

—Llamamos a todas las personas que, desde su lugar, apoyan la necesidad de legalizar y despenalizar el aborto, que lo puedan compartir, que es un momento importante para sacarlo afuera, para debatir un montón, para salir a la calle, para sostener los pañuelazos, las marchas, para ver cómo se resuelve esto, para que sea lo mejor para nuestros cuerpos y para poder seguir decidiendo por unas vidas mejores.

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Foto: Eloísa Molina para La tinta

*Por La Luna Con Gatillo / Foto de portada: Eloísa Molina para La tinta.

Palabras claves: aborto, legalización del aborto, Socorristas en red, Socorro Rosa

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