Ochenta mil personas se movilizaron en Managua en rechazo a la represión
Este lunes se llevaron a cabo masivas manifestaciones en la capital de Nicaragua en repudio a la situación de violencia que se vive en el país por el intento de aprobar una reforma previsional. El conflicto ya dejó como saldo al menos 25 muertos, un centenar de heridos y decenas de detenidos.
Por Débora Cerutti para La tinta
Managua, Nicaragua. El 17 de abril de este año, el presidente Daniel Ortega, líder del partido político del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSRN), firmó un decreto que establecía una reforma previsional en el Instituto Nicaraguense de Seguridad Social (INSS). El mismo implicaba medidas regresivas en cuanto a derechos sociales adquiridos, entre ellas, el aumento de las cotizaciones de trabajadores y empleadores y la deducción del 5% en las pensiones.
Ante esta situación, amplios sectores de la sociedad llevaron adelante una serie de protestas que fueron reprimidas por grupos de choque y por las Brigadas Antimotines de la Policía Nacional, en 48 puntos del estado de Nicaragua. El ejército también se hizo presente en las calles de Managua para amedrentar a los marchantes que principalmente eran de la juventud estudiantil nicaraguense y sectores populares de la sociedad.
Los hechos que se fueron sucediendo conformaron un panorama cada vez más confuso: saqueos en tiendas (que algunos medios adjudican a “grupos desestabilizadores”); un periodista asesinado mientras cubría las protestas; al menos 25 víctimas fatales y varias decenas de heridos, desaparecidos y detenidos.
El domingo pasado, Ortega decidió dar marcha atrás con el decreto firmado y anunció que las reformas se revocaron hasta que se logre consenso. Sin embargo, parte del pueblo nicaraguense se volvió a autoconvocar a las calles por medio de las redes sociales para rechazar la violencia ocurrida en la última semana.
Hipótesis del conflicto
La situación en Nicaragua es compleja y posee varias aristas de análisis. Algunas voces recogidas desde Telesur, entre ellas los analistas internacionales Sandino Asturias, Adolfo Pastrán y Ernesto Wong, indicaron que las protestas en Nicaragua “siguen el guión del golpe blando impulsado desde Estados Unidos” y que se trataría de acciones desestabilizadoras con el “espaldazo diplomático de Estados Unidos, la OEA, entre otros”.
Desde Resumen Latinoamericano, publicaron una nota en la que el analista William Serafino afirmó que existe un intento de “fabricar las condiciones internas para una etapa de acoso geopolítico” y que llama particularmente la atención que fuera el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) -organismo que aglutina a los empresarios de Nicaragua- “la primera organización de peso en rechazar los anuncios debido a que generaba incertidumbre y limitaba la creación de empleos por parte del sector privado”.
Desde La tinta dialogamos con uno de los manifestantes que participó de las movilizaciones realizadas en rechazo a la reforma previsional. José Luis Bravo B., joven de 29 años, cineasta y estudiante de comunicación social, afirmó que el movimiento que se está desarrollando en Nicaragua es autónomo y viene desde abajo: “No hemos permitido ni vamos a permitir que ningún partido político se meta en esta lucha. Esto no es partidario. Ha sido una lucha de los jóvenes. Esto es un movimiento autoconvocado”.
Planteó que los medios oficialistas producen la mayoría de la información que sale hacia el extranjero y que por ello no se estaría dando cuenta de la situación que atraviesa el país, marcada por un giro hacia políticas autoritarias. En ese marco, las movilizaciones de estudiantes y de la sociedad en general, son “una reacción después de 10 años de abuso de poder y de maltrato. Nicaragua está bajo un régimen autoritario, totalitarista que se impone por sus botas”, manifestó José Luis quien continuó diciendo que en medio de este contexto, los jóvenes quieren “una forma distinta de hacer política y de vivir. Simplemente que se nos respeten nuestras autonomías”.
Con una fuerte crítica hacia el machismo y el patriarcado presente en las filas gubernamentales, José Luis afirmó que la voz que están alzando los y las jóvenes nicaraguenses es también contra el tipo de relaciones verticales que se sostiene y se reproduce más allá de los signos de izquierda o derecha que lleven los partidos.
“Esto ya no es el INSS. Esto ya son 30 muertes. Esto es el síntoma de un régimen autoritario y represor que no tiene miedo y está dispuesto a matar”, afirmó el joven entrevistado.
La quema de la segunda reserva natural más grande de Nicaragua, la Reserva de Indio Maíz, se produjo apenas unos días antes del inicio de las protestas por el INSS. Las movilizaciones en las calles exigiéndole al gobierno la rápida actuación para frenar el incendio fueron respondidas con represión estatal.
Luego, con las protestas por las reformas en el INSS, “la mayoría de los estudiantes se refugiaron en sus universidades. Los fueron sacando poco a poco. Esto sucede en medio del Facebook Live. Hay videos donde se escuchan las balas y se ven a los tipos entrar en las universidades. Muchachos de 19, 20 años, muchachas que no sabemos que pasó con ellas”, manifestó Bravo B.
Según el informe que sacó en el día de ayer la ong Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, son 11 las mujeres estudiantes desaparecidas, 14 hombres estudiantes desaparecidos y 12 se encuentran todavía detenidos en el Chipote, centro de detenciones que posee diversas denuncias de torturas y amenazas.
Bravo B. afirmó que reclaman al gobierno la aparición con vida de las y los estudiantes desaparecidos, así como la destitución de todos los altos mandos de la Policía y el Ejército. También postuló que la sociedad nicaraguense, necesita que las filas gubernamentales reconozcan y se hagan cargo de la represión estatal ejercida. También se le exige a Ortega que dentro del diálogo y la negociaciones para la nueva reforma al INSS “se incluya a otros movimientos sociales, específicamente los jóvenes universitarios y al movimiento feminista”.
* Por Débora Cerutti para La tinta