Chau René, jugador del pueblo
René Houseman nos dejó a sus 64 años y tras pelear varios meses contra un cáncer de lengua. Hace casi 4 años viajaba a Brasil para aventurarse en su última picardía: ser corresponsal en un mundial. Junto a los pibes de La Garganta Poderosa, el «Loco» se instaló en la favela Santa Marta y desde allí colaboró en una cobertura totalmente diferente a la del resto de los medios. Con su alegría a cuestas, supo escribir una carta a los argentinos para apoyar a Messi y la Selección. Hoy elegimos recordarlo así: villero, campeón del mundo y comunicador.
Por Redacción La tinta
La partida de René Houseman se siente en el pecho de cualquier futbolero. De aquellos que lo vieron dibujar en las canchas y de aquellos que sólo conocimos sus historias de goles y de vida. Sus travesuras de jugador. Era uno de esos jugadores que nunca lograron abandonaron el sentido etimológico más puro de esa palabra: jugaba en las canchas y se la jugaba en la vida.
Con ese espíritu, en 2014 se la jugó junto a los pibes de La Garganta Poderosa y juntos viajaron al Mundial de Brasil 2014. Desde la favela de Santa Marta, cronicaron desde otro lado el certamen. Desde el lado que nunca quiso abandonar, el de los pobres, el de los villeros. El genuino «jugador del pueblo».
En ese jugar jugándosela es que publicó esta primera carta, hace casi cuatro años, desde Brasil. Hoy, a horas de su muerte y días de un nuevo mundial de fútbol, sus palabras sigue tan vigente como sus jugadas.
A mis amigos de Argentina,
Como habrán visto, ya me encuentro en Brasil, más precisamente en Río, a punto de volver a cumplir el sueño de participar en un Mundial. Y sólo por eso, me siento muy feliz, pero sobre todo porque acá estoy en mi ambiente, con mi gente de las villas, en una favela. ¿Cómo entonces no voy a estar emocionado? Estoy motivado, contento de volver al pasado, a mis orígenes y a las cosas que me hacen bien… Poco a poco, estoy recuperando algo fundamental para mi esencia como persona: el aire del fútbol.
Y sí, el futbolista es una raza muy especial, envuelto por un ambiente jodido, muy embromado, donde hay mucha envidia… Pero gracias a Dios, yo no le tengo envidia a nadie. Tengo mi familia bien constituída, mi historia en el barrio y mi oportunidad de estar acá, con esta banda poderosa, que sabe de dónde vengo porque viene del mismo lugar, con todo lo que representa para mí. Porque justamente la gente de CLACSO nos ha invitado desde un reconocimiento a todo eso que supimos construir desde nuestros barrios.
Por lo demás, desde ya, siempre me genera indignación ver las necesidades que todavía tienen las villas o las favelas en cualquier lugar del mundo. Me duele, porque yo no naci en una cuna de oro; nací en una cuna de barro y estoy muy orgulloso de eso. Viví toda la vida siendo coherente con mis orígenes. Y voy a morir así.
Desde mi llegada, nada me emocionó más que los mensajes de aliento de ustedes, todos los ustedes que están del otro lado de esta computadora donde estamos escribiendo, porque anoche nos quedamos hasta cualquier hora de la madrugada leyendo esos comentarios y me hicieron emocionar. Tanto, que se me ocurrió hacer esta carta, con la ayuda de un compañero de habitación, que está tipeando estas palabras mientras me putea, porque le dije que, como me dolía la cadera, se la iba a dictar… Je, así nos venimos descansando desde anoche, porque todo el tiempo pasamos de la risa a la emoción, en esta mansión con cuchetas, donde me elegí una de abajo, con la misma excusa de la cadera.
Me siento querido, en este sitio. Y el aguante de todos me llega muy profundo, de verdad. Se los agradezco de corazón, como les agradezco todo lo que me han dado siempre, ustedes, los hinchas argentinos.
Desde esta montaña, les envío un gran mensaje de optimismo y de fe, para que Argentina arranque bien y para que tengamos suerte en todo. Que Messi juegue como el mejor del mundo, porque es el mejor jugador del mundo. Y que todo el pueblo siga firme ahí, ¡alimentándome el ego!
¿Qué onda Brasil? No lo puedo comparar con el Bajo Belgrano, porque ese amor tan especial no me lo quita nadie. Pero, aún así, debo reconocer los paisajes admirables que tenemos en este morro… Gracias, gracias y más gracias, porque esto es impagable. Se los juro por mi nieto, que es lo que más amo en este mundo y en todos los demás.
El Loco René
Desde la concentración poderosa en Santa Marta.
*Foto de tapa: La Garganta Poderosa