La verdadera maldición de Haití
Por Maxonle Petit para Panamá Revista
Los haitianos dicen “cuando en tu camino encuentras un hueso, recuerda que antes estaba recubierto de carne”. Refiriéndose a la actual situación del país que fue anteriormente la perla de las Antillas, las falsas teorías de una supuesta maldición no faltan. Las imágenes persistentes que acaparan las miradas en las portadas de los medios tradicionales, sumado al injusto y aprovechador negocio de caridad de algunos ONGs en la isla, contribuyen al lavado de cerebro que logra asemejar al pueblo haitiano a miserables salvajes condenados a sufrir un mismo destino fatal.
Un día, en un diario muy conocido de Argentina, leí con mucha emoción una nota promocionando el turismo de Haití, excitado, recorrí la longitud de cada línea para descubrir el misterio escondido en la profundidad de sus frases. Con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en mi cara pude terminar mi lectura, feliz, pero grande fue mi decepción al terminar la nota y leer los comentarios en la misma, comentarios insensatos y que reflejan la deplorable estigmatización mediática de la primera República negra.
Entre terremoto y huracanes, Haití se vio devastada por más de 5 violentas catástrofes naturales durante la última década. Además de la notable falta de infraestructuras, la verdadera razón del frecuente castigo de la naturaleza es la deforestación de la flora haitiana. Este fenómeno se debe a la cruda realidad de este valiente pueblo que lo limita al uso del carbón de madera como principal fuente de energía (al menos 80% de las familias haitianas lo usan en sus cocinas).
Como si fuera poco, la explotación maderera al beneficio de las sociedades norteamericanas productores de resina (lubricante aeronáutico) ha causado la destrucción total del mayor bosque haitiano en los años 60. Lo que tiene un gran impacto en la disminución de la biodiversidad por la desaparición de miles de especies de plantas y animales endémicos. Se perdieron medicinas y materiales potencialmente valiosas, lo mismo que el agua y el aire limpios. El impacto golpeó mucho a la medicina tradicional y la economía nacional.
Hasta la ocupación norteamericana en 1915, Haití pudo contar con su agricultura y la calidad de sus productos. Hasta los años 1980, la isla caribeña fue el primer productor mundial de café con una capacidad de producción de más de la mitad de la consumición mundial. Reputado como el mejor del mundo, lo utilizaban para mejorar los otros cafés según las enseñanzas a la escuela colonial de París en 1901. Los productos de Rhum Barbancourt (famoso ron haitiano de más de 150 años) son muy apreciados y han ganado muchas degustaciones y competiciones, y han ganado excelentes críticas de los conocedores del ron. La cerveza Prestige fue dos veces (2000 y 2012) medalla de oro de mejor cerveza en su categoría. Hace poco, Haití fue el mayor exportador de mangos de buena calidad hacia EEUU y hasta ahora los mangos haitianos dominan el mercado de Nueva York. La Exposición Internacional Bicentenaria de Puerto Príncipe lo convirtió en el primer país de la región en inaugurar (1949-1950) el turismo histórico-cultural con sus monumentos y su folklore. En 1975, el matrimonio Clinton lo eligió para pasar su luna de miel.
La economía de Haití fue autosuficiencia hasta que el arroz de Miami suplantó, por su bajo costo, a la cosecha nacional de las llanuras de Artibonite, caso similar es la exterminación de los cerdos criollos haitianos, que fueron vacunados por expertos estadounidenses y murieron como consecuencia. Es así que constantemente se fue destruyendo la producción nacional y favoreciendo las importaciones.
Detrás de la sonrisa de muchos poderes occidentales, se oculta la hipocresía histórica de prohibir a la primera república negra su desarrollo. Las maniobras fueron claras: alerta roja, severo embargo, interdicción de productos haitianos en sus mercados, injerencia política, la ocupación estadounidense de 1915 a 1934 que favoreció matanza, trabajo penoso, aniquilación de las instituciones y finalmente la ocupación ONUsiana de 2004 que continúa hasta hoy, cuyos soldados no sólo trajeron el cólera, sino que también, en muchos casos, parte de esa tropa fue acusada de violar a niños, niñas y mujeres, mientras respaldan a los políticos haitianos corruptos, entre otro millar de cosas. Los occidentales siguen amnésicos y ciegos frente a ellos. Haití es el único país del mundo que fue obligado a pagar “indemnizaciones” a los esclavistas después de todos los crímenes de la esclavitud sufridos y también obligado a pedir tres préstamos (1825, 1874, 1875) a la mismísima Francia. Durante medio siglo de los años 1800, la suma que se eyectó del tesoro público haitiano para enriquecer a los banqueros franceses y los antiguos esclavistas avecinó los 150 millones de francos oro. Hay que mencionar también la enormidad de algunas otras indemnizaciones reclamadas por Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Como si fuera poco, el 17 de diciembre 1914, los estadounidenses sacan en pleno día a manu militari el stock de oro del país, propiedad del gobierno haitiano. También hay que mencionar la cantidad de políticos desleales y corruptos haitianos que defienden sus mezquinos intereses al detrimento del valiente pueblo. Es por eso que el Profesor Leslie F. Manigat constató que: “Haití no se ha convertido y no fue pobre hasta el siglo 19”, citando dos razones: “por un lado, que ha fallado el tren de las revoluciones técnicas e industriales con sus «consecuencias modernizadoras» (…) y por otro lado, fue elegido así para entrar en el esquema de rivalidades de las grandes potencias imperialistas en busca de ´colonias sin bandera´ y zonas de influencias.” (Leslie F Manigat, les deux cents ans d’histoire du peuple Haïtien 1804-2004 Collection CHUDAC, Port-au-Prince, mai 2002).
Los Estados Unidos todavía gozan de su estatus de poder imperial para enterrar enormes cantidades de desechos tóxicos en el suelo de Haití. El italiano Gianpiero Sebri, experto en tráfico de desechos tóxicos/radioactivos, ha revelado, en Arte.tv en el programa THEMA, cómo ha envenenado y destruido vidas en Haití con su trabajo. Es cierto que la responsabilidad de los cómplices y de los explotadores del interior es innegable, pero esta última no habría sido durante mucho tiempo contra el valeroso pueblo haitiano sin el apoyo de las potencias externas. Los medios de comunicación occidentales siempre han hecho un silencio total sobre las luchas llevadas a cabo por las organizaciones populares en Haití. Esto no les impide permitir la esperanza.
¡Haití verá definitivamente el final del túnel! Todos los pueblos oprimidos y especialmente los pueblos negros, tienen una deuda moral con Haití. Y éste nos impone el deber de solidaridad. Hemos podido medir la importancia de la lucha que debe llevarse a cabo para la rehabilitación de los pueblos negros en general y del pueblo haitiano en particular. Otra dimensión fundamental: el pueblo haitiano no necesita caridad, tiene derecho al respeto, al reconocimiento, a la justicia y a la solidaridad. Y aquí nuestro primer compromiso debe ser trabajar para borrar la imagen truncada de Haití y su gente. Tenemos el deber de popularizar la información justa sobre su historia, las causas de sus dificultades. En particular, mostrar lo absurdo es la tesis que afirma que la miseria en Haití se debe a su estatus de independencia. Nuestra solidaridad también debe ser práctica, a través del apoyo a las iniciativas de reconstrucción (reforestación, programas de desarrollo para el uso de energías alternativas y renovables), apoyo a los programas de solidaridad para el Construcción de infraestructuras sanitarias y educativas, apoyo a la economía artesanal que permite la entrada de divisas directamente en manos de la población.
*Por Maxonle Petit para Panamá Revista.