Jorge Masetti: el Comandante Segundo

Jorge Masetti: el Comandante Segundo
22 diciembre, 2017 por Redacción La tinta

La biografía de Hernán Vaca Narvaja: Masetti. El periodista de la revolución (Sudamericana. Pengüin Random House. Grupo Editorial) nos introduce en la apasionante historia de un militante que se unió en cuerpo y alma a la Revolución cubana.

Por Facundo Aguirre para La Izquierda Diario

«La Revolución ya no es un hecho a observar, un hecho histórico a criticar, sino que la Revolución somos nosotros mismos… es nuestra conciencia, la que nos juzga y nos critica y nos exige.» (Carta de Jorge Masetti a su esposa en Cuba).

Masetti fue el periodista que dio voz y dimensión humana a la causa de los guerrilleros de la Sierra Maestra encabezados por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. En la entrevista «Los que luchan y los que lloran», liquidó la falsa noción de la objetividad periodística para hacer del periodismo militante de una causa revolucionaria contra un régimen odiado.

El libro, rescata en el título una de las facetas fundamentales de Masetti, fundador de la agencia Prensa Latina. Pero no le hace todo el honor a la dimensión del personaje, un militante que se comprometió en cuerpo y alma con la revolución que llevaban adelante obreros y campesinos en Cuba.

Un oscuro rito

Como magistralemente relata Rodolfo Walsh, Masetti, se fue transformando al calor de «mortales esperas, escondites, marchas imposibles a pie y en mula, la confianza jugada a cara o cruz en cada instante, lo acercaron a los grandes protagonistas de su historia. En el camino iba quedando el pueblo cubano, sus campesinos ametrallados, sus aldeas arrasadas con napalm. Masetti, que confesaba no haber tirado nunca un tiro, se encontraba de golpe bajo el fuego de las ametralladoras 50 con que un avión rociaba en la meseta lo único que daba señales de vida: él y su guía. Una campesina le entregaba un revólver 22 no para defenderse, sino para suicidarse si topaba con los guardias. Cambiaba él mismo su ropa oscura de porteño con aires de compadrito por la guayabera del campesino, por el uniforme del ejército rebelde».

En ese devenir, en esa experiencia de apenas un puñado de semanas, el que fuera corresponsal de radio El Mundo, cantante de tangos, el participante de las mesas de café de periodistas, bohemios e intelectuales en el Café La Paz, el nacionalista católico que luego de abjurar del peronismo, se sentía ofendido por los crímenes contra el pueblo de la Revolución Libertadora, se va transformando en el interlocutor de Fidel y el Che.

En un vocero de los primeros pasos de una revolución, que luego de superar la perspectiva democrático-burguesa de su dirección, va a señalar la hora de las revoluciones sociales en América Latina.

Nuevamente es Walsh quien, conocedor de las transformaciones que se producen al contacto de situaciones extraordinarias y de la psicología del personaje, precisa que «en ese ilusionismo de periodista ingenioso había como un oscuro rito, una transformación auténtica. Había ido lleno de dudas, prevenciones, sutilezas y se lo tragaba la insuperable experiencia colectiva de un pueblo en revolución».

El libro de Vaca Narvaja nos permite seguir este recorrido de Masetti, que es el recorrido de toda una generación de militantes forjados en los principios de un nacionalismo difuso y con tintes reaccionarios que buscaba en distintas fracciones de la burguesía un programa de independencia frente al imperialismo.

Su bautismo militante -compartido por Walsh y Rogelio Garcia Lupo– fue en las filas de la Alianza Libertadora Nacionalista durante el golpe del GOU y el ascenso del peronismo.

El régimen instaurado en 1943 culmino con el ascenso al poder del nacionalismo burgués encarnado por Juan Domingo Perón quien regimentó al movimiento obrero y utilizó su fuerza como un medio de presión contra el imperialismo norteamericano.

Sin embargo, Masetti, que cultivaba un nacionalismo de extracción católica, se separo de la experiencia bonapartista a raíz de la firma del Acta de Chapultepec (1945), que expresó la claudicación de la soberanía de los pueblos de América en función de los intereses de los EEUU. Y luego, en 1955, radicalizando sus posturas en rechazó a la quema de iglesias.

Luego de la caída de Perón, Masetti se desilusiona del régimen de la Libertadora. Precisamente los fusilamientos de José León Suarez y del Penal de Las Heras en junio del ’56 fueron la respuesta al levantamiento de un militar nacionalista católico con apoyo peronista como Juan José Valle. Masetti, Walsh y García Lupo son la expresión de un proceso de radicalización de las fracciones pequeñoburguesas del nacionalismo argentino que rechazó los métodos brutales del bonapartismo peronista y su inconsencuencia en la defensa de los intereses nacionales. Pero que a su vez, impactados por la resistencia peronista, descubrieron que el nacionalismo clerical y militar era profundamente antipopular y antinacional. Dentro del peronismo la experiencia de John William Cooke expresa una delimitación similar del nacionalismo militar.

El hombre de la revolución

La revolución cubana, la destrucción del ejercito de Fulgencio Batista por la combinación de la ofensiva del Ejercito Rebelde desde la Sierra Maestra al llano y la insurgencia de las masas obreras y campesinas; el ingreso de Fidel y el Che a La Habana y, posteriormente, el enfrentamiento abierto con el imperialismo, crearon un cuadro que llevó a la ruptura con la burguesía y la expropiación de capitalistas y terratenientes. En Cuba tuvo lugar una revolución socialista.

Este fue el punto de inflexión no solo de la izquierda latinoamericana sino de estos sectores nacionalistas que se se hicieron fervientes partidarios del proceso cubano y su dirección pequeñoburguesa.

En su prólogo a «Los que luchan y los que lloran», Walsh, describe el proceso revolucionario: «Los combatientes se volvían revolucionarios en la lucha misma, sacudían sus ataduras mentales, sus prejuicios, sus lazos con el pasado. Pero al mismo tiempo procuraban no alarmar más de lo indispensable al enemigo verdadero que se ocultaba tras la dictadura de Batista: conocían ya el napalm y el fósforo vivo de fabricación norteamericana que regaban los aviones. Los amigos de la revolución libraban una dura batalla dentro de los propios Estados Unidos para contener esos embarques de armas que antes y después han masacrados pueblos enteros.

Que Fidel Castro hablara de elecciones, que otros dirigentes eludieran una definición sobre el comunismo, que la revolución no alejara a sus momentáneos aliados de la burguesía, eran necesidades implacables en la guerra. Las decisiones, en todo caso, surgirían del pueblo en armas».

Cuando Fidel elude sus posiciones sobre el socialismo, es precisamente, porque su política original era la alianza con la burguesía en función de imponer una reforma democrática en Cuba. Pero esa alianza resulto imposible ya que la burguesía se mostró, a decir del Che Guevara, furgón de cola del imperialismo.

La conclusión de los sectores más avanzados del nacionalismo fue que ya era imposible luchar contra el imperialismo aliado a la burguesía nacional y de que era necesario extender la guerra de guerrillas en toda América Latina.

El libro de Vaca Narvaja describe, con un ritmo constante, la transformación de Masetti en una importante figura de la revolución cubana como fundador de Prensa Latina. Ahonda en como concibe el periodista de la revolución, la función política del periodismo en lo que se llamó Operación Verdad para desmentir la propaganda del imperialismo de los tribunales populares y juicios sumarios a los criminales de la dictadura de Batista en La Cabaña.

Una agencia que asumió para sí, parte de las tareas de inteligencia para enfrentar a la contrarrevolución, descifrando los planes de invasión de los exiliados cubanos respaldados por la CIA en Playa Girón.

La obra de Masetti, que contó con la colaboración de Walsh, García Lupo y Gabriel García Márquez, entre otros tantos, expresó también los vaivenes de la revolución, el avance en ella de las tendencias que, impulsadas por la alianza entre el gobierno cubano y la burocracia estalinista del Kremlin, pugnaban por fortalecer una dirección bonapartista.

La consolidación de esta corriente fue ahogando la iniciativa de las masas, impidiendo el surgimiento de las instituciones que expresen su autodeterminación y apostaba a la constitución de un aparato burocrático que acotará los alcances de la revolución a los limites de la isla.

El libro de Vaca Narvaja, tiene el merito de bucear en como fueron expulsados de los puestos importantes de la revolución los militantes ligados a Guevara. Por sus características, el trabajo sobre Masetti no ahonda en las razones políticas y sociales que dio por resultado la conformación de un estado obrero deformado y burocratizado en Cuba.

No profundiza en la dialéctica de una revolución que empuja a su dirección pequeñoburguesa a llevar adelante lo que Guevara denominó, una revolución de contragolpe. Pero las descripciones del texto de Vaca Narvaja nos permiten visualizar las fuerzas internas de la burocratización, los limites de una dirección que va imponiendo un liderazgo bonapartista. Describe una oposición guevarista presa de su propia concepción burocrática y su adhesión al partido único.

Masetti, aliado político del Che Guevara, fue una de las victimas del avance del viejo aparato estalinista del PSP y del aparato de inteligencia fundado por Manuel Piñeiro (Barba Roja).

El mismo avance que obligo al Che a retirarse de sus puestos públicos y buscar una salida para la revolución cubana en el intento de llevar la guerra de guerrillas primero al Congo y luego a Bolivia.

El Comandante Segundo

Masetti se va a convertir en una de las piezas clave del Che Guevara en su proyecto de extender la guerra de guerrillas en América Latina. Allí nacerá el comandante Segundo y su Ejercito Guerrillero del Pueblo, primer puesta en practica de la teoría del foco guerrillero en Argentina y avanzada de los planes de Guevara para su desembarco en Bolivia.

El libro cuenta la constitución del grupo original de un puñado de combatientes en Cuba, su estadía en Argelia, el intento infructuoso de conseguir el apoyo de Perón en Puerta de Hierro para la guerrilla, la formación de las redes de apoyo en Argentina, las relaciones con el grupo Pasado y Presente, el papel de Ciro Bustos como reclutador del EGP.

Le da dimensión y carnadura a la radicalización política en los ’60. En un periodo de derrota de la clase obrera y la resistencia peronista, el impacto de la revolución cubana golpea sobre la conciencia de la juventud y sectores de las clases medias argentinas. La sola mención de ser parte de los planes insurgentes del Che es suficiente para sumar militantes y combatientes en las filas del EGP.

Pero el texto de Vaca Narvaja, en su rica descripción de los hechos, nos permite hacer una lectura de la improvisación, la falta de un análisis político profundo y su reemplazó por consideraciones geográficas y una concepción voluntarista basada en la exigencia de una confianza ciega que no permite ningún tipo de fisuras en el rumbo asumido.

Masetti inicia su foco en el año ’63 en las selvas de Orán en Salta. Gobernaba Arturo Illia que, aunque impuesto mediante la proscripción del peronismo, contaba con legitimidad política. El EGP concebía su acción como el inicio de la guerra revolucionaria, el primer paso para provocar la intervención de las fuerzas del imperialismo y el levantamiento nacional para enfrentarlo.

Las plagas, el hambre, la falta de objetivos precisos, el escaso contacto con la población y el cansancio van quebrando la disciplina y la unidad del grupo lo cual se intenta remediar con ejecuciones sumarias para mantener la moral de los guerrilleros. Una vez detectados la infiltración y las delaciones harán el resto.

El EGP fusiló a dos de sus miembros (Alfredo “Pupi” Rotblat y Bernardo “Nardo” Groswald) a falta de convencimiento y perspectiva política, para mantenerse como proyecto. Fue disuelto casi sin entrar en combate, capturados la mayoría de sus miembros. Fueron asesinados por la Gendarmería encabezada por el General Julio Alzogaray, el cubano Hermes Peña y Jorge Guille. Marcos Szlachter y Diego Magliano murieron de hambre. Atilio Altamira y Jorge Masetti desaparecidos por siempre en la selva de Orán.

La experiencia del EGP, y más tarde la suerte corrida por el propio Che Guevara en Bolivia, muestran la valentía y la pasión revolucionaria que movió a los militantes de las primeras guerrillas guevaristas. El impacto de la revolución cubana en toda una generación militante contra el capitalismo. Pero también son una lección trágica de una estrategia que buscó sustituir la acción de las masas por una guerra de aparatos ajena a la lucha de clases.

«Que su nombre siga casi tan ignorado en su país como el pedazo de selva que esconde sus huesos era previsible para Jorge Masetti. Periodista, sabía cómo se construyen renombres y se tejen olvidos. Guerrillero, pudo presumir que si era derrotado el enemigo sería el dueño momentáneo de su historia», resumió Rodlfo Walsh.
El libro de Vaca Narvaja aporta hechos e historias para rescatar la memoria de los combatientes caídos y aprender de las lecciones de sus combates.

*Por Facundo Aguirre para La Izquierda Diario

Palabras claves: Jorge Masetti, Revolución Cubana

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