Lxs miles de nadas que ocupamos las calles

Lxs miles de nadas que ocupamos las calles
21 diciembre, 2017 por Redacción La tinta

Me han quemado el arado y los tientos
El arado y los tientos
Le han colgado a mi casa un letrero
A mi casa un letrero
 
Se han llevado a mi hermano que quiero
A mi hermano que quiero
Me han tirado a una jaula de hierro
Una jaula de hierro
 
Aire seré
Aire
(Puente Celeste)

Por Iván Fernández para La tinta

Nos arrebataron todo, menos el cielo. Mientras ellxs se quedaron con la tierra. A nosotrxs, en la repartija, nos quedó la poesía y la energía divina; ellxs se quedaron con toda la técnica y la ciencia, con la iglesia, la mezquita, sinagogas y el parlamento.

Nosotrxs somos el “soberano”, pero ellxs son lxs que efectivamente gobiernan, deliberan y ordenan el mundo, siempre bajo el cielo, ese lugar tan nuestro. A nosotrxs, la esperanza y el sacrificio de que algún día va a llegar el reino del cielo a la tierra, la gran zanahoria que nos mantiene vivxs.

A nosotrxs todo, pero no tenemos nada, salvo el aire, que llena nuestras cacerolas y de donde pende el sol y cae la lluvia.

Eso ya sabemos, que para ustedes somos nada. Y también sabemos de las injusticias, las hambrunas, los envenenamientos. Lo que nos cuesta alimentarnos y también alimentar a nuestrxs hijxs. Sabemos que debemos pagar impuestos, abonar y ahorrar «servicios». Sabemos que pagamos el IVA sin vernos retribuidxs; sabemos que hacemos las rutas y no las usamos, salvo cuando nos vemos obligadxs a cortarlas; que desembolsamos en la cooperadora de la escuela sin encontrar respuesta a nuestras demandas.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Sabemos que la mensualidad se esfuma en un paquete de fideos y el transporte. Sabemos que la inflación no es más que la especulación reinante de los que dominan. Sabemos que salir del barrio significa franquear la férrea gorra de la Policía.  Sabemos, sí, de nuestra condición nada y sabemos, también, que los hospitales y el PAMI, de ninguna forma, son la solución a la salud.

Sabemos que la mercantilización de la vida cotidiana nos torna miserables. Sabemos, que la voz nuestra no cuenta y que nuestra porción de tierra, la que nos tocó en vida, siempre está en peligro de existencia, porque la habitamos y la amamos, pero no somos “dueños legales”.


Quizás suene soso, pero ese sabernos nada, sabernos aire, hizo que en estas semanas nos encontremos en las calles, en el monte y en las plazas, para vernos y reconocernos con lxs otrxs que tanto anhelan y poco pueden, entre esas miles de personas que con sus manos labran su futuro sin especular, sin esperar ni desesperar. Hermanxs que se mantienen al margen de los que buscan el puro lucro como motor de propulsión.


Sí, nos encontramos los dueños del cielo, del aire, lxs que levantamos las banderas con la responsabilidad de ir más allá de la denuncia y que lloramos el porvenir con la alegría de compartir y de construir un mundo sororo.

Por esto ganamos las calles, habitamos el monte y llenamos las plazas. Porque nos reconocemos entre lxs que entienden que el desafío es defender otros intereses, el de una vida digna. Los que entendemos que defender el aire que nos une, es permitir que el fuego del nuevo mundo siga ardiendo. Y ahí nos vamos viendo y vamos caminando, en las barriadas, en el monte, en las plazas y en las calles, al margen de la disputa por intereses mezquinos, al margen del mercado electoralista. Y ahí nos vamos encontrando, con los que van a contramano de mercenarios y conversos que defienden las ganancias de sus patrones o los cargos políticos de sus punterxs.


Claro, sabemos que nada es sencillo desde este lado, que la batalla es cotidiana y las herramientas son limitadas. También sabemos que la cuestión excede al Sistema Previsional, que la cuestión central, urgente y necesaria es otro mundo, ese que no conocemos pero que en nuestro aire se huele.


Por eso vamos y avanzamos, sin la cándida gracia de los cínicos, sin la molesta urgencia de los oportunistas, procurando ensayar de todas las maneras posibles un sendero (con errores y aciertos), una historia que nunca olvide a los pibes fusilados por el Estado; a lxs vecinxs que resisten y resistieron en Andalgalá, Famatina, Malvinas Argentinas (Córdoba); a los pueblos originarios reprimidos, asesinados y desterrados; a lxs campesinxs ejecutadxs en el monte; ni a lxs niñxs fumigadxs con agrotóxicos; una historia que no olvide del indigno empleo de millones de precarizadxs, del absurdo sistema de Transporte Público que no se preocupa por la vida de sus pasajerxs; una memoria que se resiste a aceptar el miserable vivir de nuestrxs viejxs. Una historia que contenga como corazón palpitante a nuestras cooperativas, merenderos, salones comunitarios y a nuestra agricultura familiar.

Para esto nos encontramos, para que esos miles de mundos de nada copulen en orgía y engendren uno nuevo. Porque sabemos que nuestros sueños son de aire, son de cielo, que sostienen el sol y permite el agua, que sin cielo no hay vida, por eso nuestro voto está en la calle, en los montes y en las plazas y dice: Libres y dignxs, jamas esclavxs!

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

* Por Iván Fernández para La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: protesta, Reforma previsional

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