Macri, devolveme el amarillo
Después de muchas horas en la calle y otras tantas frente a la pantalla, retengo seis series de imágenes que conforman una de las jornadas más dramáticas de la democracia postdictatorial.
Por Horacio Verbitsky para Cohete a la Luna
La magnitud de la movilización y su diversidad. Un colega brasileño no ocultaba su admiración por la capacidad de respuesta popular, cuya ausencia permitió pasar sin reacción una reforma similar en su país. Con distinta vocación y entusiasmo, todas las centrales sindicales participaron de la movilización. La Argentina sigue siendo el país del 17 de Octubre, del Cordobazo, del 19 y 20 de diciembre. Esa contestación social comienza a hallar un cauce político y recuerda que en octubre seis de cada diez votaron en contra del gobierno del ajuste. Como escribió la poeta Luz Pearson, “Macri, devolveme el amarillo”.
La escalada de violencia. El brevísimo video que aquí se ve, tomado por una cámara de seguridad en la calle Rodríguez Peña, constituyó el primer ataque brutal contra los manifestantes. Un grupo de policías roció con un agresivo químico a una jubilada que sólo observaba y como despedida la apaleó. Hasta ese momento nadie había perturbado el gigantesco dispositivo de la Policía de la Ciudad, más inteligente que el de los federales la semana pasada, pero con déficit de conducción.
La contradicción interna. Las modulaciones radiales de la policía porteña muestran la falta de convicción para seguir las directivas de protegerse sin responder impartidas por el gobierno local de Rodríguez Larreta. De su desobediencia dan cuenta los disparos con postas de caucho a la altura de la cabeza (a un muchacho le acertaron en el ojo, que perdió) o los atropellos contra jóvenes y viejos por parte de camionetas y motos policiales. Manifestantes jóvenes y bien organizados apedrearon a voluntad a los policías, entre los que hay muchos heridos. La intervención de la Gendarmería y de la Policía Federal dispuesta por Patricia Bullrich con el respaldo presidencial, repuso los niveles previos de brutalidad y dio lugar a la batalla campal de la avenida 9 de julio.
En el mismo territorio, dos tácticas contrapuestas contribuyeron al caos. La militarización del Congreso decidida el jueves tuvo consecuencias el lunes. Aunque Bullrich y Larreta no lo adviertan, forman parte del mismo gobierno. Es Mauricio Macri quien debe poner fin a ese doble juego.
Los periodistas como blanco. Una vez más los trabajadores de prensa fueron blancos de elección. Según SIPREBA, fueron detenidos Diego Murrone, Francisco Scarzella, Damián Cejas, Juan Pedro Ovalle, Lorena Sfeir y Luna Lillo, de FM La Patriada; Gustavo Figueredo, de Diario Popular; Ema, de Cooperativa Gráfica del Pueblo y heridos Suyai Serrano, del archivo de Télam (atropellada por una moto y un patrullero de la Policía de la Ciudad lanzados a toda velocidad en medio de cientos de manifestantes en la Avenida de Mayo), Bárbara Leiva, fotógrafa de Notas, por balazos de goma, Leandro Teysseire, fotógrafo de Página/12, herido por bala de goma en la cara, Bernardino Avila, fotógrafo de Página/12, con un corte en la cabeza, Silvina Rouvier, camarógrafa de La García, un perdigonazo policial le voló un diente. También hubo periodistas hostigados o golpeados por manifestantes, como Mauro Fulco de C5N; Martín González, Sebastián Domenech y Cecilia Insigna; Julio Bazán, víctima de una agresión cobarde, perseguido y pateado en la espalda; Romina Mohr, de Canal 9, con un golpe en un ojo.
La reacción espontánea. Cuando cayó el sol y el centro se vació, se encendieron los barrios. Los cacerolazos y bocinazos en buena parte de los comunas de la Capital, incluyendo Recoleta donde la Alianza Cambiemos superó la mitad más uno de los votos, y la decisión de marchar hacia la Plaza de Mayo y el Congreso, pusieron en acto lo que habían anticipado encuestas de asombro: incluso los votantes de Pro disienten con el proyecto de ablación previsional. Los límites del hechizo publicitario quedaron a la vista: no es posible argüir al mismo tiempo que es imprescindible el dinero que obtendrá el Estado por esta ley y que los jubilados no perderán nada. Por otro lado, uno de los ejes del proselitismo oficial hace apenas tres meses fue que no habría reforma previsional, de modo que esta propuesta es defraudatoria.
La República Unitaria. La foto de los gobernadores en el Congreso no tiene banda sonora de escopetazos ni pedradas, no huele a gases ni fogatas, pero es testimonio de un núcleo problemático central: el unitarismo fiscal que maniata a las provincias ante el poder central, reforzado en este caso por la homogeneidad política entre el Poder Ejecutivo y los gobiernos de las dos Buenos Aires. Según los estudios de Alejandro López Accotto, Martín Mangas y Carlos Martínez, de la Universidad Nacional de General San Martín, a principios del siglo XX las provincias financiaban con recursos propios entre el 90 y el 95 por ciento de sus gastos; durante la gran depresión de la década de 1930, cedieron a la Nación potestades tributarias sustantivas. Se eliminaron impuestos internos y se puso en marcha el primer sistema de coparticipación.
Al iniciarse la década siguiente, las transferencias nacionales ya cubrían el 29% del gasto provincial, en 1960 llegaron al 47% y luego de diversas oscilaciones entre 1970 y 1990 que en algunos momentos alcanzo el 60%, hace más de una década que el promedio está en torno al 50%. Pero sólo siete provincias llegan a ese promedio: las dos Buenos Aires, Córdoba, y las petroleras Neuquén, Chubut, Tierra del Fuego y Santa Cruz, como se observa en el gráfico. Por eso, Macri puede chantajear al grueso de los gobernadores, imponiéndoles una ley contraria a las promesas electorales que todos ellos hicieron y cuyo efecto será reforzar esa asimetría que borra en los hechos el federalismo teórico.
*Por Horacio Verbitsky para Cohete a la Luna. Foto: Eloísa Molina.