Desafíos para una nueva mayoría política

Desafíos para una nueva mayoría política
12 diciembre, 2017 por Redacción La tinta

Por Nicolás Forlani para La tinta

La centralidad que urge en estos tiempos de restauración conservadora para quienes conformamos el amplio campo popular latinoamericano si es que no queremos deshabitar el lugar de resistencia y confrontación que históricamente hemos ocupado e, incluso más, si apostamos a recuperar la capacidad de incidencia en la reconfiguración del orden societal que en tiempos no muy lejanos tuvimos; es el de estar predispuestos a construir una nueva mayoría política. Tal desafío nos obliga a reelaborar las formas comunicacionales, pues no podremos masificar nuestras críticas a las políticas económicas excluyentes ni socializar nuestras programáticas superadoras sino actualizamos el modo al que hasta entonces recurrimos para interactuar con nuestras sociedades.

Repensar la estrategia comunicacional tiene una trascendencia crucial no obstante su logro carecerá de efectividad política sino no somos capaces de actualizar las demandas que hasta el momento no hemos sido capaces de articular y representar. El desafío en este plano es mayúsculo ya que no construiremos una nueva mayoría si no somos capaces de entrar en diálogo con insatisfacciones sociales estructurales de nuestros territorios.

Indianismo, ecología y feminismo

La importancia de pensar en incorporar tales demandas en nuestra programática política no obedece a un criterio cuantitativo (el mero agregado de personas y colectivos y lo que ello pudiese significar en las instancias electorales) sino por el aporte cualitativo que éstas generarían a la programática popular. Las luchas de los pueblos originarios, de los colectivos feministas y las asambleas socioambientales ponen en cuestión núcleos centrales del capitalismo y, desde luego, su faz neoliberal.

Los debates sobre la idea del Estado nación y lo plurinacional y la diversidad étnica, el patriarcado y las disputas por los territorios colocan de manifiesto el carácter inviable de una lógica de producción fundada en la violencia, la explotación y el sometimiento de cuerpos y naturaleza. Lo más interesante es que tales aportes son perfectamente compatibles con las reivindicaciones clásicas de las experiencias populares por cuanto las mismas no niegan sino que complejizan dialécticamente las demandas y el conocimiento de las causas de sus insatisfacciones.

Y si con ello no bastase, es menester reconocer que existe compatibilidad entre las demandas del indianismo, el feminismo y quienes colocan en cuestión los impactos ecológicos respecto a las demandas históricamente articuladas por los proyectos políticos nacional populares (vivienda, trabajo, educación y salud) pues los sujetos que las encarnan (descendientes de originarios, mujeres, disidencia y damnificados ambientales) son igualmente sujetos subalternos en el orden capitalista dominante.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Una segunda actualización: la disputa por la cotidianeidad

Para las fuerzas populares que aspiremos retomar los instrumentos gubernamentales y para quienes aún las conservan, clave es comprender primero las subjetividades urbanas y, acto seguido, pensar y ejecutar políticas públicas tendientes a la consagración de valores, percepciones y criterios colectivos alejados de las lógicas mercantiles del valor de cambio.

El crecimiento de las ciudades es un dato sociológico irrefutable, de allí la necesidad de pensar los espacios urbanos en la construcción de hegemonía. Las ciudades son espacios para la reproducción del capital pero también lugares para pensar la revolución. En esa doble inscripción hemos de problematizar la ampliación de ciudadanía lograda por los gobiernos populares de la región durante los inicios del siglo en curso dado que esta no significó necesariamente mayores niveles de conciencia intersubjetiva acerca de la importancia de lo público; es que con la democratización del consumo inexorablemente aconteció un mercado interno que, como todo mercado, advino en dispositivo de subjetivación alienante (aun cuando, insistimos, existieron ingentes esfuerzos por parte de los gobiernos por regular sus efectos).

Al decir de Manuel Canelas resulta impostergable abordar la cotidianeidad misma de quienes residen en las ciudades, identificar cómo viven, desean y se manifiestan sus sectores medios; dado que precisamente es allí donde las políticas públicas deben intervenir para que los logros macroeconómicos alcanzados por los gobiernos aun en gestión sean más difíciles de revertir. En la otra arista, es decir, donde las fuerzas populares hemos perdido los resortes de gobierno en manos de la derecha, la compresión e identificación de los problemas e insatisfacciones que hacen a la cotidianeidad de la vida en los espacios urbanos deviene fundamental por cuanto precisamente en estos espacios proliferan demandas genuinas (acceso y disponibilidad de espacios verdes, sistema de transporte público, seguridad, espacios artísticos culturales, etc.) que de no pensarse estrategias de articulación y representación pueden ser efectivamente absorbidas por quienes ven en ellas nichos a mercantilizar.

Como tal urge no esperar a retomar el gobierno, pues ello puede o no ocurrir, lo que importa es iniciar tal búsqueda en el mismo proceso de construcción de poder popular. Sólo así, más temprano que tarde, se hará efectiva la recuperación de las instancias institucionales representativas y, lo que es en verdad importante, se consolidará una programática revolucionaria que no es otra sino la de la construcción de otra humanidad, la humanidad nueva.

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Foto: Colectivo Manifiesto

*Por Nicolás Forlani para La tinta.

*Licenciado en Ciencias Políticas e investigador de CONICET.

Palabras claves: movimientos sociales, poder popular

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