El otro lado del episodio ENARD
Finalmente, en la residencia de Olivos se consumó la reforma para financiar al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. Junto a Macri y Mac Allister, algunos de los deportistas que habían rechazado la propuesta, aceptaron que el dinero dependa del Tesoro -y la voluntad política de turno- y no del 1% que se le cobraba en impuestos a la telefonía celular. Igualmente, el gravamen seguirá existiendo. ¿Quién es Gerardo Werthein? El CEO de Telecom, presidente del COA, será el privado que repartirá el dinero público para el deporte nacional.
Por Alejandro Wall para La Izquierda Diario
No fue una radio de gran potencia, ni el único diario deportivo, tampoco ninguno de los diarios con mayor tirada, ni uno de los canales mainstream; no fue ninguno de los grandes medios el que contó sobre cómo se desfinanciará el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo si se llegara a aprobar la reforma tributaria, tal como está planteada por el macrismo. La revelación la hizo la web Olímpicos Argentinos, una web que administra a pulmón y puro esfuerzo un periodista que se encarga día a día –y no sólo cuando hay triunfos- de los deportes que tantas veces van en las últimas páginas de los diarios, los deportes olímpicos, que muchos editores resumen en un colectivo: otros deportes.
Ernesto Rodríguez es uno de los más precisos especialistas olímpicos. Escribía hasta 2015 en el diario Olé. Es docente, trabajó en ESPN y publicó artículos en el diario La Nación. También hizo libros sobre los Juegos Olímpicos, los Juegos Odesur y los Juegos Panamericanos. Víctima como tantos trabajadores de prensa de la precarización laboral que habita en el gremio, desde hace un tiempo alimenta su página –y su cuenta de Twitter, hay que seguir a @EPHECTO– con los resultados de los deportes que cada cuatro años conmueven a los argentinos bajo el calor de los Juegos Olímpicos. Ernesto es de los que sigue esos deportes más allá de la expectativa de medallas, cuando el resto mira para otro lado. Resultados de judo, tiro, natación, bochas, handball, atletismo, todo está ahí. Es un periodista autogestionado. Y fue él quien contó sobre el reparto de subsidios a clubes de golf por parte de la Secretaría de Deportes, y sobre el reparto discrecional de becas y los presupuestos inflados para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, cuestiones que ahora surgen en el prime time televisivo y que complican la situación de Carlos Mac Allister, el secretario de Deportes.
Por eso, no es casualidad que haya sido él quien revelara –y masificara- las intenciones del gobierno de Cambiemos respecto al ENARD, un ente autárquico creado a fines de 2009 con un financiamiento basado en una alícuota del 1% a la telefonía celular. El ENARD, administrado por la Secretaría de Deportes y el Comité Olímpico Argentino, que se alternan cada dos años en la presidencia, inyectó al deporte nacional más de 2500 millones de pesos desde abril de 2010, cuando entró en funcionamiento. La mejora fue clara: hasta entonces, los atletas argentinos eran un producto del esfuerzo, sus historias eran relatos épicos en donde siempre se remaba contra la corriente, sin apoyos, sin dinero, sólo con la prepotencia de trabajo.
El ENARD modificó esa crónica deportiva. Los atletas comenzaron a reconocerlo. Se alimentó el deporte amateur. De a poco, el talento y la buena preparación iban acompañados del dinero necesario para viajar, para comprar los insumos de cada actividad, para participar en torneos de primer nivel, para codearse con los mejores. Para vivir. Si los resultados no llegaban, se analizaba lo deportivo, lo técnico, ya no la falta de apoyo. Y había fallas en el sistema, pero el panorama había cambiado.
En el artículo 124 de la reforma tributaria que el Ejecutivo envió al Congreso, se elimina el inciso A del artículo 39 de la Ley 26.573, es decir, la alícuota del 1% con la que se financia el ENARD. Aunque ese porcentaje no se le quita a los usuarios, sino que pasa a formar parte de un grupo de tributos que llegan con cada factura, los cuales aumentarían de un 4,166% a un 5,166%. Pero ya no iría más al deporte. Hace rato que esa medida la recomendó la consultora FIEL, que tiene entre sus filas a economistas liberales como José Luis Bour –director- y Daniel Artana, viceministro de Economía en la breve gestión en esa cartera de Ricardo López Murphy, durante el gobierno de la Alianza. Voceros del gobierno aseguraron que el financiamiento del ENARD estaba garantizado por las partidas que salieran del Tesoro. Pero ahí está la cuestión: una de las claves del ENARD es que no depende de las decisiones del gobierno. (Más info: El ENARD pasará a financiarse según el presupuesto nacional)
“Fue miembro de la Federación Comunista y ahora es amigo de Clinton y Obama. Hizo negocios con Menem, la Alianza, Néstor y Scioli. Ahora no sabe si defender al Enard o sus intereses en las telco. Como sé (y cuento) esas cosas,@gerardowerthein (nuestro Mr Burns) me bloqueó”, escribió Rodríguez en su cuenta de Twitter días atrás.
Gerardo Werthein, hasta mayo pasado integrante del directorio de Telecom, es el presidente del Comité Olímpico Argentino. Asumió ese cargo en 2009, aunque se lo construyó con tiempo. Sobre todo, durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Por entonces, el presidente del COA era Julio Cassanello, ex intendente de Quilmes durante la dictadura. Sin apoyo de los deportistas y denunciado en la Justicia –al atleta Martín Sharples lo sacaron a golpes y le rompieron la prótesis cuando lo escrachó en 2008-, Cassanello tuvo que irse a los pocos meses. Werthein, que era presidente de la Federación Ecuestre Argentina, se abrió paso acercándose a los atletas. Y con el proyecto del ENARD en la mano. Fueron meses de lobby en el Congreso. No fueron pocos los que miraban de costado un proyecto para financiar el deporte a través de la telefonía celular: Werthein era CEO de Telecom.
Ahora, con el hachazo de la reforma que propone el macrismo, reaccionó tarde. Lo hizo después de que el artículo La muerte del ENARD, publicado por Ernesto Rodríguez en la web Olímpicos Argentinos, se viralizara. Y que una transversalidad de deportistas, varios de ellos ganadores de medallas olímpicas, levantara la voz. Rápidamente se impuso el hashtag #BanquemosAlEnard. Hubo reuniones en la Secretaría. Un comunicado firmado por distintos atletas reclamó: “No volvamos al pasado”. Empujado por quienes son su sostén, Werthein se sumó a la defensa del ENARD aunque con un tono comprensivo hacia el Gobierno. “Mauricio Macri –le dijo a Clarín- es un hombre que quiere al deporte, y tengo mucha confianza en que vamos a encontrar una solución que proteja a los deportistas”.
Werthein es un gran surfista de la política de los últimos años. Tuvo una relación aceptable con el kirchnerismo, estrechó su amistad con Daniel Scioli, y hoy se muestra cercano al macrismo. También supo construir en el Comité Olímpico Internacional. Tiene una buena relación con el presidente del organismo, el alemán Thomas Bach. Y, sobre todo, con el jeque kuwaití Ahmad Al-Sabah, hombre fuerte y gran lobbista del olimpismo. Los Juegos de la Juventud del próximo año en Buenos Aires serán su vidriera, desde la que aspira a tener a la ciudad como candidata a los Juegos Olímpicos.
“Gracias ENARD por permitirnos a los deportistas llevar nuestra bandera a lo más alto para que todos los argentinos lo disfruten con nosotros como el gran equipo que somos”, escribió en Twitter la judoca Paula Pareto, medalla de oro en Rio 2016. Resultó tan fuerte la reacción de los deportistas que los grandes medios llevaron el tema a sus páginas. Las radios levantaron la información. En la televisión se vieron informes. Pero el que lo había revelado antes que nadie había sido un periodista en una página que una vez armó porque necesitaba seguir escribiendo, seguir contando historias, haciendo lo que le gusta. Quizá esa también sea una enseñanza del episodio, de la enseñanza que nos deja Ernesto Rodríguez, lo necesario que son los espacios alternativos para enterarnos de lo que pasa, de que se puede hacer periodismo bajo cualquier circunstancia, o incluso en mejores condiciones cuando se trata de autogestión.
Por Alejandro Wall para La Izquierda Diario