Interna nacionalista, alianza de clases y horizontes inciertos en Zimbabwe
El Profesor Paris Yeros lleva más de 15 años estudiando la cuestión agraria de Zimbabwe, es especialista en economía política internacional, docente de la Universidad Federal del ABC (Brasil) y miembro del Instituto Africano de Estudios Agrario Sam Moyo (SMAIAS). En el marco de la Escuela de Entrenamiento de la Red de Estudios Agrarios del Sur (ASTI) desarrollada en Harare, Zimbabwe, lo entrevistamos sobre la coyuntura del país luego de la toma del poder por parte de las fuerzas militares.
Por Tais Cangussu Galvão Alves y Damián Lobos para La tinta
—Robert Mugabe ha estado en la presidencia de Zimbabwe desde el año 1976, adquiriendo un lugar preponderante en los medios internacionales a partir del año 2000 cuando ocurrió una reforma agraria en el país. El último martes 15 de noviembre, en el marco de la disputa nacional por su sucesión, el ejército y parte de los miembros que componen su partido ingresaron al domicilio presidencial exigiendo su renuncia. Esto está siendo cubierto por la media internacional como un golpe de estado. ¿Cuál es su análisis de este momento?
—Todavía estamos intentando entender lo que está sucediendo para tener una mejor noción de cómo va a evolucionar la situación. Existen varios elementos que llevaron a este cierre.
Se trata en primer lugar de una puja hacia dentro del partido nacionalista [Unión Nacional de Zimbabwe – Frente Patriótico (ZANU-FP)] en el poder. La oposición, que también está quebrada, es una oposición neoliberal que no se entiende y que nunca consigue dar respuesta alguna. Asimismo, hace poco llegó a estar muy cerca de ganar una elección a la presidencia. Hacia dentro del partido todas las conflictividades fueron siempre manejadas de manera bastante coherente, pero las contradicciones fueron aumentando.
La situación general de la economía crea mucha presión; ya se está llegado al séptimo año de crisis. La crisis empeoró mucho en 2008/09, después mejoró bastante, pero ahora estamos en una situación precaria de nuevo. Y cuando se está en esa situación cualquier partido o fuerza política tiene que dar respuestas. Se han intentado varias cosas, ese aumento de la producción agrícola que se vio el año pasado por ejemplo fue un resultado de una nueva política, una apuesta pesada de inversión pública en la agricultura en un contexto de recursos escasos. Pero la falta de saldos de exportación hace que la economía continua sufriendo la falta de dólares [la economía se encuentra dolarizada desde 2009] y eso genera presión. Se tienen que tener ayuda de aliados, o ideas y capacidad política para resolver los problemas. Cuando eso no sucede se va desgastando el poder. Ese es un aspecto; el partido lucha siempre para mantener su legitimidad y cuando las presiones se calientan las facciones internas también se calientan.
Hay otro aspecto más estructural y es que la misma reforma agraria ha posibilitado desarrollar una suerte de pequeña burguesía, una clase de productores que no son ni grandes ni pequeñas, digamos de unas 100 hectáreas, con tierra de buena calidad, infraestructura e irrigación. Eso creó un aburguesamiento, inclusive en cuadros dentro del partido. Eso va creando un nuevo tipo de concurrencia; ahora se tiene dentro del partido grupos que luchan para otros fines, donde las propias estrategias de acumulación exigen control político para gerenciar los intereses entre las facciones. Esta es una resultante de fuerzas orgánicas que se fueron estructurando en el poder.
Esta situación era más o menos esperada y alertada desde comienzo de la aplicación del FTARP [el Fast Track Agrarian Reform Program fue el modelo de reforma agraria acelerada aplicado en Zimbabwe entre 2011 y 2013, donde se expropiaron y redistribuyeron el 80% de las tierras agrícolas]. Fue algo que hizo posible la misma reforma agraria en su momento, en cuanto estrategia de cooptación de la clase media. Si bien en su gran mayoría quienes accedieron a la tierra eran pobres rurales y urbanos, hubo una parte importante de clase media que entró en la reforma agraria. Entonces lo que hubo fue una alianza inter-clase que apoyó la reforma agraria.
Por un lado se efectuó esa alianza, con la cual la reforma agraria tuvo un fuerte apoyo general, con la única excepción de la oposición neoliberal. Pero por otro esta situación brindó todas las condiciones para las disputas dentro del partido, con grupos que tienen distintas estrategias de acumulación que fueron complicando la situación.
Entonces se tiene un faccionalismo que no es ideológico, o cuyas diferencias ideológicas no son muy claras por lo menos para mí, y si bien existen no se debe sobreestimar. En el partido todo el mundo es nacionalista, pero con un nacionalismo muy vulnerable en cuanto tiene por detrás pequeñas estrategias de acumulación, lo cual ha dejado de lado en los últimos años las apuestas de movilización de masas.
No se sabe qué puede ocurrir en el futuro. Esperamos que se resuelva rápido, entre hoy [16 de noviembre] o mañana, y que haya un regreso rápido al orden constitucional. Las fuerzas armadas no se quieren quedar, eso está muy claro, ellos mismos dicen que eso no es bueno. Las fuerzas armadas están diciendo que el objetivo es sacar a ciertas personas que están teniendo influencia desproporcional y maligna en torno al presidente. La idea es que el presidente firme su renuncia para que se tenga una transición. El carácter de esa transición es lo que está incierto y el impacto que esta situación tenga en las políticas.
Si bien tiene algunas políticas de tinte neoliberal Zimbabwe no responde al modelo que se promociona, sino a un modelo de base nacionalista donde el Estado controla e interviene. Y la cuestión es si a partir de este evento va a haber algún cambio económico de relevancia. El giro neoliberal del país está siempre latente. Todos los años reaparece la pregunta sobre si Zimbabwe va a finalmente sucumbir.
*Por Tais Cangussu Galvão Alves. Traducción y comentarios: Damian Lobos para La tinta.