La memoria de las cosas

La memoria de las cosas
3 noviembre, 2017 por Redacción La tinta

La memoria de los materiales es la capacidad que tiene una sustancia para retomar su forma original luego de un cambio por una perturbación externa. Pero si en ese cambio medió la violencia, volver a la forma original es difícil o imposible. Los objetos que elige el fotógrafo Guillermo Báez en su trabajo, que se dispararon por toda la ciudad de Río Tercero el 3 noviembre de 1995 cuando la Fábrica Militar explotó, no pueden volver a su forma previa que tenían antes de este hecho. Esta es la forma metafórica que elige el artista para expresar lo que también sucedió en la vida de los habitantes de esa localidad. En la forma de esos materiales está la memoria de un pueblo que sufrió las consecuencias del entramado de corrupción del gobierno de Menem.

Por Redacción La Tinta

Guillermo Báez tenía 9 años el día de las explosiones en la Fábrica Militar de Río Tercero. Él vivía en Buenos Aires con sus padres y la incertidumbre de no tener noticias certeras de sus familiares y amigos era muy angustiante. “Ese día fue una pesadilla. Vimos todo por televisión, fue muy caótico y estábamos preocuparnos por nuestros familiares, mis vecinos, mis amigos. Era pensar en lo peor”, recuerda emocionado.

Un año atrás también había vivido de cerca el atentado a la AMIA, dado que su padre trabajaba a dos cuadras del edificio de la mutual. Recuerda la sensación de incertidumbre y desesperación que tenían con su madre por no poder comunicarse con su papá, hasta que finalmente lograron hablar con él. Ese mismo alivio fue el que sintió cuando volvió a RÍo Tercero y se encontró con todos sus seres queridos sanos y salvos.


Sobre ese momento cuenta: “Llegar y encontrar que la gente querida estaba bien fue un alivio, ahí se calmó esa adrenalina que se había generado. Igual era muy chico y percibía todo de otra forma, el encontrarme con ellos para mí ya estaba bien. Pero con el paso del tiempo fue saliendo todo lo que había detrás de este suceso”.


Sobre su trabajo, Guillermo afirma que está en proceso pero que su búsqueda y exploración va por la historia que hay detrás de cada uno de estos objetos. Que él irónicamente los llama souvenir porque dice que es un recuerdo que queda después de un evento, en este caso, el souvenir de un atentado del Estado hacia una ciudad.


“Me interesa de qué forma estas esquirlas llegaron a cada familia y cómo las conservaron. Escuché millones de historias y quiero poder plasmarlas a través de un concepto fotográfico. Cada objeto va a ir relacionada a una historia diferente, cómo entró al hogar, por qué la guardaron, si lo hicieron como un recuerdo, etc. Obviamente que fue un atentado y es un recuerdo lamentable, muchos decidieron no guardar absolutamente nada, dejar todo de lado y  hasta el día de hoy sienten miedo”, dice el fotógrafo.


Sin duda que la intención de estas imágenes es mostrar la gravedad de lo sucedido, la marca indeleble que quedó en toda una ciudad y un pueblo que sufrió la pérdida de siete vidas. Estas fotografías son una huella en la memoria y ayudan a recordar y pedir por justicia y castigo a todos los culpables.

Si alguien que no vivió ese día al ver estas fotografías se siente movilizado por las huellas de violencia que encuentra en esas esquirlas, para quien estuvo ahí esa experiencia es mucho más emocional. Guillermo se la ha mostrado a muchos de sus amigos y afirma que es muy fuerte para ellos, que es como si le volvieran algunas imágenes.

Pero a la vez también dice que su intención con este proyecto es que “cualquiera que vea las imagen de materiales de guerra ya oxidados se dé cuenta que detrás de esa fotografía hay una historia pesada que nos hicieron comer los políticos”.

*Por Redacción La Tinta

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