El acosador
La imagen vertical ayuda para una lectura completa de los cuerpos de los protagonistas, ambos inclinados hacia la derecha de la imagen. El contraste de los uniformes deja en claro la actitud de cada uno: violencia y fuerza en el brazo derecho de él y la pasividad y sorpresa de ella. El contexto en el que se encuentra es Time Square de New York, el día es 14 de agosto de 1945. Todas las personas que se ven en la imagen están festejando la rendición de las tropas japonesas frente a las de Estados Unidos. La fotografía fue tomada por Alfred Eisenstaedt y se publicó una semana después en la revista Life.
Por Redacción La Tinta
La imagen se convirtió en un icono “romántico” del fin de la guerra y fue reproducida de diferentes maneras (los Simpson hicieron una versión) hasta el hartazgo. Pero el paso de los años fue develando otras lecturas sobre aquella imagen que alimentó y vanaglorió el triunfo de la soberbia estadounidense.
Lo primero que se supo era que los protagonistas no se conocían. En los años 80, Life hizo una convocatoria para conocer la identidad del marinero y la enfermera que aparecían en la fotografía. Se presentaron muchas personas, después de un tiempo y debates se llegó a conclusión que eran Greta Zimmer Friedman y George Mendonsa.
A partir de esto trascendió que Mendonsa estaba de baja luego de haber estado en la batallas del Pacifico. Ese día el joven marino se encontraba en el cine con la que sería su futura esposa. La función se interrumpió para anunciar el fin de la guerra y la pareja salió a la calle para buscar un bar donde festejar.
El marino cuenta que al salir del bar estaba borracho, por lo que no recuerda mucho sobre el momento del beso. Lo que si menciona es que su idea de besar a todas las enfermeras que se le cruzaban era su manera de agradecerles por todos los sacrificios que estas mujeres realizaron a lo largo de aquellos años de guerra.
Sobre ese día Eisenstaedt recuerda que “Vi a un marinero a lo largo de la calle que agarraba a todas y cada una de las chicas que se ponían a su alcance. Tanto si pudieran ser su abuela, fueran altas, delgadas o viejas, no hacía distinción. Fui corriendo atrás de él, mirando por encima del hombro con mi Leica pero ninguna de las tomas que hacía me agradaba. De repente, como un destello, vi algo que se me grabó. Me di la vuelta y capturé el momento justo en que el marinero besó a una enfermera. Si ella hubiera llevado un vestido oscuro jamás me habría dado cuenta. Nunca habría disparado la toma, o si el marinero hubiera llevado uniforme blanco, lo mismo. Realicé cuatro tomas. Fue en apenas unos segundos.”
Pero el relato que le da un giro a esta historia es el de Friedman. En un proyecto sobre los veteranos estadounidenses que se realizaba a través de la biblioteca del Congreso de EE.UU en 2005, ella afirmo que nunca quiso ser besada, ni siquiera cuando Mendonsa ya la tenía entre sus brazos.
«En ese momento tenía 21 años y trabajaba como asistente dental en un consultorio, actividad que me obligaba a vestirme de manera similar a una enfermera. Aquella mañana, salí a desayunar y decidí acercarme a Times Square, de repente un marinero me agarró de la cintura y sin decirme nada, me besó. No fue mi elección ser besada y por supuesto no fue nada apasionado, ni romántico», afirmo tiempo después Friedman.
En 2015 para el 70 aniversario de la foto, la bloguera Leopard (catesandribbons.com) escribió un artículo que se llamaba “El marinero que besa o la ceguera selectiva de la cultura de la violación”. Analizando otra de las fotos tomadas por Eisenstaedt, en la que se ve la mano izquierda de Friedman sobre el rostro del marinero tratándose de zafar. Además la escritora basa su análisis en la cara de alegría del resto de los marineros que se ven en la imagen, quienes celebran aquel acto cometido por uno de sus compañeros: tomar y besar a la fuerza a una desconocida que por cuestiones físicas no pudo zafarse del asunto.
El paso del tiempo hizo caer todos los velos propagandísticos y puso en relieve la violencia y prepotencia machista de una cultura que logró imponerse como sentido común.
*Por Redacción La tinta
Fuente: Izquierda.org