“No hay nada más realista que el anarquismo”

“No hay nada más realista que el anarquismo”
11 julio, 2017 por Redacción La tinta

Aníbal D´Auria es abogado, politólogo y filósofo. Profesor de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, sostiene que su relación con el derecho es puramente teórica: “me recibí de abogado y dejé el diploma hecho un rollito”, asegura. Sin embargo, ha escrito libros que aúnan temas que a priori parecen no tener punto de encuentro.

Por Manuel Petruzela para Marcha

Hablar del anarquismo en un lugar tan coqueto, como la zona de la Recoleta en Capital es un tanto extraño. Pero resulta que Aníbal D’ Auria es profesor titular de la materia Teoría del Estado en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y por ahí se dio el encuentro. Tiene 53 años, dice que leyó ¿Qué es la propiedad? de Proudhon a los 18 o 20 años y quedó fascinado. Su currículum es extenso, se recibió de abogado en 1987 en la UBA, pero nunca ejerció, realizó una diplomatura en la Facultad Latino Americana de Ciencias Sociales (FLACSO) en 1992 en Ciencia Política, y se recibió de Licenciado en Filosofía en 2004 también en la UBA. Se dedica de tiempo completo a la docencia y a la investigación, en el Instituto Gioja de la misma faculta.

Su relación con el derecho es puramente teórica: “me recibí de abogado y dejé el diploma hecho un rollito”, asegura. Sin embargo, ha escrito libros como Contra los Jueces (El discurso anarquista en sede judicial) y ha participado en la producción de El Anarquismo frente al derecho (lecturas sobre Propiedad, Familia, Estado y Justicia), entre otras publicaciones que aúnan temas que a priori parecen no tener punto de encuentro. Llega a sostener que “el derecho es un mundo de ficciones como la teología, y si uno no cree no funciona”.

Su amor por el anarquismo tuvo su primavera, que rápidamente se transformo en otoño y luego en un gélido invierno. Y el frío para las concepciones revolucionarias llegó con la vuelta de la democracia y el radicalismo, lugar en el que “hacía política” y dejaba de lado las ideas “nobles pero poco realistas”, como las llegó a considerar en tiempos post-dictadura. Pero apareció el neoliberalismo en los noventa de la mano del patilludo infame de La Rioja, y hubo un resurgir en su interés sobre las teorías que supieron concebir Proudhon, Bakunin, Kropotkin, y Malatesta. Entonces la duda parece casi obvia. Qué fue lo que cambió, lo que vio, qué lo hizo cambiar de opinión. Las ideas eran las mismas (al menos en su base) en el ´83 y no cambiaron en el 2017.

¿Puede considerarse al anarquismo como una utopía?

Me fastidia cuando me acusan de utópico gente que cree, por ejemplo, que 240 personas en Callao y Corrientes representan a 40 millones, o gente que cree que una mujer pudo haber dado a luz virgen en el siglo primero, que esos sean los que le digan utópico a una persona que cree en una sociedad libre de todo autoritarismo.


En el anarquismo se puede distinguir la parte diagnóstica, el análisis que hace de la sociedad, de la política, del capitalismo, y creo que no hay nada más realista que el anarquismo. La objeción de utopía surge cuando se habla del proyecto, del sueño. En el anarquismo uno puede distinguir tres niveles: por un lado está el lado más divulgado que es el lado de soñar una sociedad a futuro, libre de explotación, de discriminación, y de gobierno del hombre sobre el hombre. Pero también el anarquismo es considerado como dos cosas más, primero como una filosofía de la existencia, esto es Max Stirner, el derecho de cada uno a realizarse sobre su propia individualidad, una especie de emancipación del propio individuo respecto de sus propios prejuicios, de sus propios preconceptos, del autoritario que uno tiene dentro. Y también, en segundo lugar, el anarquismo como una ética. Si a mí me demostraran, cosa que no hay forma de saber porque hasta que no se hace un camino no hay forma de saber cómo va a ser el mundo, pero si se llegara a demostrar que es imposible, no sería una objeción para dejar de ser anarquista. Porque el anarquismo como una ética, como una moral implica esto, uno lo puede tomar como una pauta de comportamiento ético.


Por más que siempre vaya a haber hijos de yuta, o explotadores, eso no quiere decir que yo deba serlo. Es una falacia habitual como sostener que “siempre hubo pobres y siempre va a haberlos”. No hay forma de saberlo.  Durante mucho tiempo se pensó que era imposible una sociedad sin esclavitud o sin derechos individuales. La humanidad no ha sido siempre la misma. 

¿Tendrá que ver esa postura con la finitud del hombre? ¿Esta cuestión de pensar sólo a partir de la realidad que le toca vivir a cada uno en un momento histórico determinado?

Reproducís, cuando aceptas la realidad como está, la reproducís. Si vos partís de la idea, por ejemplo, de que una sociedad mejor es posible, a lo mejor no se logra eso, pero se va a mejorar algo seguramente. Lo que hoy me parece bastante difícil de aceptar es esa idea, que no sólo tenía el anarquismo sino todo el movimiento revolucionario español, de la revolución redentora, que un hombre nuevo emerge casi mágicamente. En el fondo es una idea religiosa secularizada.

Desde el comunismo se critica al anarquismo muchas veces esa falta de “plan” en cuanto a cómo pasar de una sociedad determinada a esta otra. En los fines terminan coincidiendo…

Ese es otro punto interesante porque si bien el anarquismo pudo caer en ese error de la revolución redentora, de la idea espontánea, también el marxismo del tiempo de Rosa Luxemburgo compartía las mismas ideas: la revolución no se puede planificar, se tiene que dar urgente. Si eso es ingenuo, y probablemente lo fuera, me parece que más ingenua y utópica es la idea de la revolución que lleva a un gobierno de la clase obrera. Para el anarquismo es una contradicción en los términos, desde el momento que sos gobernante ya no sos obrero. Es algo obvio, es algo de ficciones religiosas, creo que es el gran acierto del anarquismo teóricamente.

¿La historia de las revoluciones socialistas demuestran eso? ¿Lo que terminan pasando cuando el obrero llega al poder?

Esa es la pregunta, ¿son obreros los que llegaron al poder? Los anarquistas dicen «no», los obreros fueron carne de cañón en esas revoluciones e inmediatamente fueron reprimidos. Por ejemplo, con la Revolución Soviética, que fue un sueño maravilloso para muchos, incluso para los anarquistas. Después Kropotkin termina preso en tiempos de Lenin, en prisión domiciliaria. Le escribe un par de cartas a Lenin comunicándole de las tendencias autoritarias que estaba tomando la revolución y la represión a los campesinos y obreros anarquistas. Y Lenin le decía que no tenía noticias y que iba a hacer algo. Ya en la segunda o tercera carta Kropotkin le escribe como diciendo «me parece que vos sabés bastante de esto y te estás haciendo el boludo».

Pero en realidad estos obreros y campesinos fueron inmediatamente reprimidos por estos revolucionarios de escuela que hablan de que el gobierno se funda en la representación, esos se consideran más obreros que los obreros reales.  Me parece que es un defecto que está en casi todos los intelectuales, en los intelectuales de izquierda es más peligroso, arrogarse una especie de representación mágica porque creés que pensás más claro.  Si pensás más claro eso se discute, y se convence o no. Esa sería la vanguardia revolucionaria del partido como intelecto del proletariado.

¿Esa es una diferencia entre comunistas y anarquistas en cuanto a la existencia de esa vanguardia iluminada que va a llevar a la revolución? El anarquismo habla de una organización asamblearia de base, de abajo hacia arriba.

La idea de Soviets, los anarquistas la compartían, eran soviets reales, consejos de obreros y campesinos. Las diferencias del marxismo y el anarquismo son varias, igual que los puntos de contacto, son como primos hermanos. Los partidos comunistas, no digamos marxistas porque pobre Marx está muerto, se dedicaron a matar más anarquistas que fascistas, en la Guerra Civil Española, en la Revolución Rusa, mataron tanos anarquistas como zaristas con el verso de que los anarquistas eran burgueses.

Ya en lo que respecta al derecho y el anarquismo, teniendo en cuenta que la ley proviene de la autoridad y sirve para mantenerla, ¿cuál es la caracterización del anarquismo respecto al derecho?


Te digo una idea que comparto que leí en Kropotkin: «toda conquista jurídica no es otra cosa que la derogación de instituciones jurídicas previas». Todo lo que se llama avance de derechos son derogaciones de instituciones jurídicas previas. Los derechos del hombre son derogación de instituciones jurídicas represivas como la tortura, el juicio inquisitorial. Ahora vos me decís en lo pragmático, ¿qué opinaría un anarquista de una reforma legislativa, como por ejemplo la de matrimonio igualitario? Y en principio un anarquista está en contra del matrimonio, ahora, siempre es preferible la igualdad, en esa desigualdad de mierda incluso. Lo mismo con el voto de la mujer. Uno está en contra del voto, pero si votan los hombres que también voten las mujeres.


Teniendo en cuenta las últimas críticas que bajan desde el gobierno nacional hacia los abogados y las leyes laborales. Más allá de la visión del anarquismo frente al derecho, pareciera que a una parte del poder le molestan algunas leyes y su aplicación. ¿Cómo se explica esto?

Y me parece que una actitud anarquista inteligente sería ver al derecho como un arma más, pero no perder de vista a qué se apunta. Incluso electoralmente para los anarquistas es un tabú votar, pero en determinadas circunstancias, en legítima defensa, si hay que elegir entre un nazi y un liberal demócrata, creo que en una situación así hay que ir y votar para impedir que llegue un nazi al gobierno. Hay que analizar el contexto y ver la gravedad de la situación. El anarquismo no es una ortodoxia, entonces hay que analizar si se está formando parte de lo que se critica o si se está votando para evitar algo mucho peor. Incluso en el contexto de la Guerra Civil Española los anarquistas aceptaron formar parte del gobierno republicano, porque por más que eso era una patada en los riñones para sus ideas, era preferible una república que el gobierno fascista.

Los anarquistas tienen que tener una visión realista respecto de los medios, sin perder de vista los fines. Nunca pasar el papel de opresor, ni de gobernante. Lo de formar parte del gobierno, tal vez se explique en el contexto de la Guerra Civil en España. Después no hay que desechar ningún instrumento, en la medida que sea para abrir islas de libertad y de solidaridad.

¿El anarquismo rechaza todo tipo de derecho o el derecho positivo que proviene del Estado? ¿Plantea alguna alternativa?

Si uno por derecho entiende el concepto Kelseniano de derecho como una norma respaldada en la amenaza de coacción, habría que decir dos cosas: los anarquistas creen en un orden normativo, obviamente no fundado en presiones y castigos. Los anarquistas hablan de un contractualismo libre donde el momento de rescindir el contrato se daría en cualquier momento. Ahora bien, imaginando una sociedad libre, ¿se puede prescindir de todo tipo de sanción? Y no hablo de coacción sino de sanción. Si por sanción entendemos que vos no cumplís con tu palabra y entonces yo no hago más tratos con vos, entonces no se puede prescindir de la sanción. Si por sanción entendemos eso, el anarquismo no puede prescindir de un orden jurídico sancionatorio en alguna medida. Pero si por sanción entendemos cárceles y jueces el anarquismo lo rechaza. Sin embargo, los anarquistas han aceptado históricamente lo que se llama justicia vindicativa, ir y pegarle un tiro a un dictador o a un torturador. En ningún caso esta justicia se entendía como un sistema donde hay un verdugo y un criminal y la justicia la tiene que hacer otro.

¿Por qué creés que la violencia vindicativa recibió y recibe más rechazo que la violencia institucional que de forma solapada puede llegar a generar mucho más daño? ¿No es violencia la quita de pensiones por discapacidad?


Como antiguamente los gobernantes reclamaban su legitimidad invocando instancias divinas, la forma moderna de ejecutar la violencia política es el contrato. Es decir, «represento a todos». Y esto no es patrimonio de ningún gobierno, cuando un tipo dice que representa a 40 millones de argentinos, lo dice tanto el de derecha como el de izquierda, con la legitimidad que le da la creencia en las ficciones legales. Para mí creer que 250 tipos representan la voluntad de 40 millones es un disparate total. Que también es falso que sean 250. Porque, pensando en la cámara de diputados, esos 250 a su vez responden a los caudillos de bloque, responden a las indicaciones del partido.


Si ese contrato se apoya en las teorías contractualistas, ¿cuál es la diferencia entre el planteado por el anarquismo y el planteado por los filósofos como Hobbes, Locke o Rousseau?

Lo que se critica de esos filósofos es su base en hipótesis metafísicas, en la ficción. Ningún Estado ha surgido de un acuerdo, esto es una gran mentira. Los anarquistas creen en contratos reales, no en la ficción metafísica que hay un contrato imaginario que no existe. Es una ficción para justificar políticas contrarias a la voluntad de las personas que supuestamente están asociadas. Rousseau merece un párrafo aparte, porque Kropotkin lo ve como un tipo con ideas precursoras del anarquismo. Pero se han hecho lecturas opuestas en donde allí se ha visto el origen del totalitarismo de izquierda. En el contrato de Rousseau hay una entrega total del individuo a la ley que va a ser igual para todos, en el anarquismo como lo presenta Proudhon, uno siempre se reserva más de lo que da. Cuando te dicen que es una utopía la anarquía es porque están pensando cómo hacemos 40 millones de habitantes, y acá está la trampa, ¿por qué tenemos que reunirnos 40 millones? Hay un efecto más que produce la historiografía y es hacernos creer que un argentino de Gualeguaychú tiene más cosas en común con un argentino de Ushuaia o Jujuy que con un uruguayo de Fray Bentos. Esto está todo orientado por la historiografía argentina, «los uruguayos tienen que ser una provincia nuestra, los chilenos nos quieren robar la Patagonia», y estas mismas boludeces las enseñan en todos los países.

Una de las críticas que llega al anarquismo es justamente que no presenta formas prácticas de funcionamiento de la sociedad, una alternativa fáctica. ¿Es una crítica fundada?


Comunas libres propone el anarquismo, donde prevalezcan las relaciones cara a cara. Ahora, vos me decís cómo se logra eso y es otra cuestión. Como lo propuso el marxismo originario. Esas comunas pueden estar asociadas federativamente para fines comunes, federalismo en serio. Lo que tenemos acá en Argentina son 24 estados unitarios que multiplican todo el aparato burocrático, con sistemas judiciales autónomos. Si vos me decís que el país se organizara incluso en términos de federalismo político, no federalismo económico como proponen los anarquistas, a partir de una federación de comunas, sería mucho mejor. Podríamos tener un estado federal en serio. El tema es cómo se logra eso. Bueno, no se puede rechazar ningún instrumento, incluso la presión electoral. Yo creo mucho en el poder de las ideas. Pero no hay ideas, está todo reducido a slogans y a frases hechas, en Argentina y en el mundo.


¿Entonces por qué no se concibe una idea de organización, en la sociedad, sin la autoridad del Estado?

La fantasmagoría religiosa es letal, y la fantasmagoría política es un derivado de la fantasmagoría religiosa. ¿Cuáles son los tres poderes del Estado? Legislativo, ejecutivo y judicial. Mirá que casualidad, son los tres modos que te enseñan a pensar a Dios en el catecismo. Como providencia, como creador legislador, y como juez. Tenía razón Schmitt cuando decía que todos los conceptos jurídicos y políticos modernos son conceptos teológicos secularizados. La idea del Estado de excepción es la traducción política del concepto religioso de milagro. Un milagro qué es: la prerrogativa que se arroga Dios, en términos teológicos, de interrumpir las leyes del universo que él mismo creó. El estado de sitio qué es: es la interrupción de la legalidad que el mismo Estado establece, siempre con motivos de razones de Estado que son insondables. Son lo mismo que las razones de Dios, uno nunca las entiende. ¿Quién la entiende? El ministro. Mirá que casualidad, la misma palabra para el religioso y para el político, el tipo que sabe cuál es el bien común, cuál la necesidad de la patria.

La institución de la herencia también se apoya en la idea religiosa de la perpetuidad del alma. Bakunin sostiene que es la institución que funciona como pilar de todas las desigualdades e injusticias. ¿Por qué?

Se habla de la voluntad del muerto. No es la voluntad del muerto. ¿Si está muerto qué voluntad tiene? La herencia económica es la base de la desigualdad. Ni siquiera es de origen capitalista, es de origen feudal. Se funda en una idea ficticia de la voluntad del muerto. ¿Cómo puedo sostener la voluntad del muerto?, sólo a través de la idea religiosa de la pervivencia del alma. Qué murió, el cuerpo, pero el tipo está en algún lado viendo si cumplís con su voluntad. El derecho es un mundo de ficciones, como la teología, y si uno no cree no funciona, y esa es la tarea que yo creo que es importante, generar descreimiento.

*Por Manuel Petruzela para Marcha

Palabras claves: anarquismo, Aníbal D´Auria

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