«Ganar o perder, pero siempre con democracia»
A principio de los años 80 comenzaba a gestarse en Brasil un proceso de lucha popular que derivaría en el regreso de la democracia tras 21 años del régimen militar que imperó entre 1964 y 1985. Parte de ese proceso fueron Sócrates y Lula. Y a ambos los unían dos pasiones: la política y el Corinthians.
Dicen en Brasil que la devoción del expresidente y líder del PT por el Corinthians no es más que la consecuencia lógica y binaria que siempre existe entre dos clubes rivales de una misma ciudad. Identificado siempre con los torcedores provenientes de la favela, el Timao es el equipo de las clases bajas, mientras el Sao Paulo el de las clases altas. De origen pobre y trabajador, Lula primero fue corintiano y luego sindicalista. Un camino previsible.
Ahora, vale decir que nunca antes la historia del surgimiento de un partido político y de su líder estuvo tan relacionada con el rol de un club de fútbol que fue «tomado» por sus trabajadores y llevado a la mismísima arena de la lucha popular en reclamo de «Diretas ja».
El día de los dos partidos
Era el 10 de febrero de 1980 y Sócrates estaba ante la posibilidad de consagrarse por primera vez campeón paulista con el Corinthians. El lungo y habilidoso delantero ya profesaba algunas de las ideas que luego revolucionarían al club. Mientras tanto, en otro punto de Sao Paulo una importante reunión de líderes sociales se paralizaba; se demoraba. Es que Luis Inacio Lula Da Silva no podía concentrarse en el debate mientras su Timao era bombardeado por los delanteros del Ponte Preta.
Aquel domingo no sólo sería un gran día para Sócrates, quien terminó marcando el primer gol y protagonizando el segundo para el 2-0 final, sino que también lo sería para el joven y barbudo líder del Sindicato de Metalúrgicos y para aquel grupo de intelectuales, artistas y militantes de la Teología de la Liberación que lo acompañaban. Sí, entre abrazos de gol se había fundado el «Partido dos Trabalhadores».
Pero el camino en paralelo continuaría hasta 1984, año en el que se pudo ver cómo un club de fútbol y un emergente partido político de izquierda comenzaban a movilizar al pueblo para exigir el regreso de la democracia. Fue tal la importancia de una figura como Sócrates y de un club como Corinthians en el llamado popular que el propio Lula lo reconoce como fundamental en el camino hacia las elecciones directas.
«En aquel momento él (Sócrates) permitió que las personas comprendieran que el fútbol no era alienación como históricamente los movimientos de izquierda en Brasil decían. Es más, creo que fue un momento de oro del Corinthians porque al mismo tiempo un jugador pedía por democracia», dijo el ex mandatario en el documental Democracia en blanco y negro.
Las multitudinarias marchas de 1983 y 1984 los encontraron a ambos arriba de los escenarios dando discursos ante la gente. Los jugadores del Corinthians acercaron aún más a la sociedad al reclamo por elecciones y a perder el miedo. Como también recordó Lula «otros equipos tenían seguidores, mientras que en el Corinthians teníamos militantes».
Esta comparación entre hincha y militante no es menor. Es un factor común que engloba a aquellos años de deportistas comprometidos. Incluso para Sócrates el reclamo por elecciones directas podía tambalear si su equipo no lograba ganar. Tal es así, que antes de la final de 1983, ya con el modelo de gestión democrático y horizontal consolidado dentro del club, al “Doctor” no lo dejaba dormir la posibilidad de una derrota en el campo de juego. Es por eso que en aquel partido él y sus compañeros decidieron salir a la cancha con una recordada bandera que rezaba: «Ganar o perder, pero siempre con democracia».
Hinchas y militantes
El paso del tiempo no oxidó aquella relación y la mutua admiración entre el crack del fútbol y el futuro presidente brasileño. Todo lo contrario. Si bien Sócrates apenas llegó a ser secretario de Deportes de la ciudad paulista de Ribeirao Preto, es reconocido por periodistas y dirigentes que siempre fue consultado por Lula, quien señaló hasta el día de su muerte la importancia de su palabra y sus opiniones sobre la realidad social del país: «El Doctor Sócrates fue un crack en el campo de juego y un gran amigo. Fue un ejemplo de ciudadanía, inteligencia y conciencia política, además de su inmenso talento como profesional del fútbol (…) La contribución generosa de Sócrates a Corinthians, para el fútbol y para sociedad brasileña jamás será olvidada», afirmó el dirigente el día de su despedida.
Fue la muerte quien pudo separar a ambos de un camino que siempre corrió en paralelo cuando se trataba de política. Ni los ataques mediáticos contra los gobiernos del PT los distanciaron en los últimos años de turbulencia en Brasil. Ahora que Lula ha sido condenado a nueve años de prisión acusado de ser el beneficiario de un apartamento para comprar su influencia en la obtención de contratos con Petrobras, la organización Coletivo Democracia Corinthiana es la que sigue apoyando al líder del político.
“La «justicia» brasileña es una broma peligrosa. Mientras Aecio (Neves) está libre, utilizando coches oficiales, votando contra el pueblo en el Senado, y Temer continúa sus negocios, haciéndose del dinero público para comprar parlamentarios (…) El metalúrgico ha sido condenado a más de 9 años por un apartamento donde nunca ha dormido en un proceso sin pruebas. La dignidad de un sistema judicial del III Reich”, expresaron ayer desde la organización.
El futuro de Brasil sigue siendo incierto y el pueblo pide una vez más, como en los ´80, “Direitas Ja”. Pero los tiempos son otros. Mientras el instituto Datafolha, en una nueva encuesta sobre la intención del voto para las elecciones presidenciales, reveló que Lula Da Silva lidera las encuestas con un 30 por ciento sobre sus rivales, el Poder Judicial brasileño jugó las fichas que ya usó el Congreso con Dilma.
Quizá sea el peor momento del PT. Y quizá sea el mejor para aplicar el paralelismo entre el ser hincha y el ser militante que expuso Lula al recordar aquella época dorada de la Democracia Corinthiana: «Otros equipos tenían seguidores. En el Corinthians teníamos militantes. Ellos cantaban más fuerte, eran más alborotados. Uno no es del Corinthians solo cuando es el campeón, es del Corinthians cuando pierde, cuando empata, cuando gana». Sócrates pensaba igual: hay que ser siempre más hincha de la democracia, incluso cuando la democracia pierde.