La “Porno-miseria”
Los directores colombianos Carlos Mayolo y Luis Ospina denuncian la conversión de la miseria en mercancía en su falso documental «Agarrando Pueblo» (1978) . A través del uso del blanco y negro ironizan la mirada miserabilista del «cine social» latinoamericano, y por medio de la imagen en color ponen de manifiesto su posición, convirtiéndose en críticos de y desde las mismas vanguardias suramericanas de cine.
Por Natacha Scherbovsky para La tinta
Carlos Mayolo y Luis Ospina, cineastas colombianos, conformaron durante la década del ‘70 el “Cine Club” de Cali. Filmaron de manera condicionada por el contexto de realización colombiano, pero también por el marco social, político e histórico que estaba atravesando Latinoamérica. Es importante recordar que el cine político de la década del ’60 y ‘70 estuvo marcado por el impacto que había tenido la Revolución Cubana en toda nuestra región, ya que abría posibilidades de multiplicación de su ejemplo en todo el continente. La Revolución Cubana demostró y al mismo tiempo exigía la necesidad del “compromiso” de los artistas en general.
De acuerdo con ello, cineastas de toda Latinoamérica se reunieron y redactaron manifiestos dando por inaugurado el “Nuevo Cine Latinoamericano”. Este nuevo cine debía denunciar la situación social, económica, política y cultural “en una Latinoamérica dominada y castigada por las oligarquías y militarismos dependientes del “Imperio” planteaba Jorge Sanjinés, documentalista boliviano. Las ganas estaban en llevar a cabo un cine crítico, realista, popular, antimperialista y revolucionario, que rompiera las actitudes neocolonialistas, con alcances a todo el continente y que defienda de las luchas de los países del tercer mundo .
Tomando en cuenta estas ideas, los realizadores Carlos Mayolo y Luis Ospina, filman “Agarrando Pueblo, (Los vampiros de la miseria)” (1978), un falso documental en donde intentan develar verdades, generar una crítica frente a la forma de filmar, al abuso y a los intereses de sus compañeros cineastas latinoamericanos que hacían documentales “sociales” con la intención de exportar la miseria y así, entrar en los circuitos de circulación de los festivales de Europa y Norteamérica.
Es decir, los realizadores colombianos estaban atravesados, condicionados por su contexto de producción y realización cinematográfico. Por eso, consideramos que su cine era realmente crítico, lúcido, sarcástico, irónico. Un cine que denunciaba, que de/revelaba, pero justamente la crítica estaba dirigida hacia el propio cine que había emergido de ese nuevo contexto revolucionario y comprometido.
Según Ospina “Agarrando pueblo” fue un manifiesto político-cinematográfico en donde se desarrolló una triple mirada. Una, comienza a construirse cuando empieza la película en el momento en que aparece la claqueta y la voz de un director gritando ¡acción! La imagen construida en blanco y negro nos muestra a este cineasta que a su vez inicia la misma acción de filmar a un mendigo que está pidiendo limosna en la puerta de una iglesia. Se trata del equipo de filmación de un supuesto documental llamado “¿El futuro para quién?”. Luego de una maniobra en la que se repite la acción de grabar, el camarógrafo se agacha hasta quedar a la altura del “linyera”. En ese instante la imagen cambia, aparece en color, y vemos lo que está registrando la cámara. Es decir, queda planteada de esta manera que nos encontraremos con dos miradas a lo largo del film. En blanco y negro veremos la mirada de los realizadores que critican las prácticas miserabilistas que solían tener los directores de cine “social” latinoamericano de los años ‘70 y en color veremos cómo miran justamente estos directores. Ambas miradas se van conjugando y entremezclando. Mientras una va mostrando cómo se construye la miseria, seleccionando personajes “miserables” (niños en la calle, prostitutas, mendigos), espacios (plazas, calle, casas en las villas), situaciones (niños buscando monedas en la fuente), la otra intenta denunciar y develar la “porno-miseria”.
Ambas miradas construyen sujetos diferentes y ejercen relaciones de poder con estos sujetos también de distinta forma. La mirada de los cineastas de “¿El futuro para quién?” es una mirada que vuelve a los personajes en objetos y cosas. Establece una relación de poder, de dominación y subordinación con ellos. Mientras que la mirada de los realizadores de “Agarrando pueblo” construye un sujeto rebelde, con capacidad de acción y reflexión e intenta generar relaciones de poder más igualitarias. Hacia el final de la película aparece una tercera mirada, la del personaje “loco”, quien plantea su percepción sobre el cine, la realidad colombiana y sobre los “vampiros” de la miseria.
Luis Ospina afirma que lo que intentaron hacer en “Agarrando pueblo” fue darle “verosimilitud” a un falso documental sobre cineastas oportunistas que explotan la porno-miseria. Llegar a la verdad a través de la mentira”. Además, tenían un especial interés por “desmontar esa supuesta objetividad que se le ha adjudicado al documental”. El director colombiano sostiene que siempre le ha interesado lo falso porque “el cine es manipulación, ya sea ficción, ya sea documental”. Tomando en cuenta sus palabras, Ospina utiliza el recurso de lo falso como elemento creador.
Entonces lo que importa no es ya si la película es falsa o verdadera sino de qué manera se aproxima “a esa verdad, o ese real” y ver su potencial para la subversión de verdades establecidas.
En “Agarrando pueblo” como en los postulados del “Tercer Cine” que elaboraron los cineastas argentinos Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino, “la verdad es en teoría una realidad constatable que se encuentra oculta tras la cortina de humo arrojada por los opresores, y el documental debe por lo tanto develar esa cortina, incluso si para hacerlo precisa recurrir a la escenificación o la recreación”
Sin embargo, la verdad que emergía del triunfo del “pueblo” sobre los “vampiros” de la miseria no era algo que existiera sino, como afirma Felipe Gómez, una forma de generar ilusión a través de la manipulación política y artística (en el sentido que le otorga Ospina).
De este modo y para terminar, recuperamos el “ensayo- manifiesto” llamado “Porno-miseria”, que redactaron Carlos Mayolo y Luis Ospina en esta época, en el que quedan expresadas las claves sobre su forma de mirar, de entender el cine, su contexto, sus objetivos políticos-éticos e ideológicos.
*Por Natacha Scherbovsky para La tinta