Juicio por David: policía reconoció que hubo cartuchos de plomo
Concluida la sexta semana del juicio, con los testimonios de cada uno de los altos mandos policiales, quedó claro que en aquellas jornadas de diciembre de 2001 la Policía se creyó con licencia para hacer y deshacer a su antojo. Decretado el estado de sitio en el país, la autonomía de la Policía de Córdoba se ejerció en una secuencia de errores y represión frente al hambre y desesperación que apremiaba en la ciudad.
Ejemplo concreto fue el hecho que David fue asesinado con perdigones de plomo, siendo que “casi” todos los declarantes policiales negaron que en aquella época se hayan repartido esos cartuchos llamados “propósito general” (PG). Entonces la pregunta sería ¿cómo aparecieron ese 20 de diciembre? Asimismo si cualquier miembro de la fuerza y más aún los jefes presentes en el lugar, saben detectar la diferencia entre los cartuchos de plomo (PG) y los anti-tumulto (AT) ¿porqué permitieron que continuaran disparando? ¿Porque no comprobaron las armas?
Hay dos tipos de cartuchos de escopeta los antitumulto (AT) cargados con postas de goma y los Propósito General con postas de plomo (PG). La identificación es clara por el peso y las siglas, no así por la diversidad de colores de fabricantes. No obstante el disparo de uno y otro generan un fogonazo y culatazo que permiten diferenciarlos. Ni hablar del estruendo.
El Jefe de la División de Armamento en la Policía de Córdoba reconoció la existencia de una circular que prohibía el uso de los PG. Sin embargo uno de los policías que declaró luego, fue contundente: “Toda la vida se han entregado tres cartuchos PG y dos AT a los móviles al inicio de cada jornada”, dijo el suboficial con una franqueza terrible. Algo que todos los policías sabían pero hipócritamente nadie se atrevía a decir.
Osvaldo Faustino Folli (60) en ese entonces era el Jefe de la División de Armamento en la Policía de Córdoba. Si bien no era el responsable máximo de la entrega de cartuchos, tenía las llaves de los depósitos. En el año 2001, ante el faltante fue enviado en el avión de gobernación a comprar 35 mil cartuchos a Rosario. Todos AT.
Explicó que para retirar munición no hacía falta autorización pero sí una nota firmada por responsable, además declaró que durante su gestión nunca se entregó cartuchos PG porque estaban prohibidos hace años. Respecto a la pregunta sobre si eran claramente diferenciables, aclaró que es muy notoria la diferencia porque el de plomo junta más presión y el retroceso del arma es más fuerte. Además declaró que era imposible que proveyeran PG porque el único depósito donde se encontraban estaba cerrado con una llave que solo tenía él. Y ese día ninguno accedió o le pidió por nota. Aunque aclaró que la llave quedó en secretaria general de administración cuando viajó.
Este discurso quedó trunco cuando el abogado de la defensa exhibió un acta donde constaba la firma del testigo y figuraba la entrega de cartuchos y entre ellos había PG.
Cara a cara
Luciano Omar Miranda se desempeñaba en logística de la patrulla preventiva norte en 2001 y reconocio a los imputados. En su función, si bien podía autorizar el retiro de armamentos, declaró -coincidiendo con Folli- que debía presentarse nota firmada por responsable de cada dependencia. En ese momento, Adam, la policía imputada por falso testimonio pide la palabra, solicita un careo con el testigo y manifiesta que este le permitió ese día retirar los cartuchos sin firmar nada. Adam prosigue su relato y mirando a Miranda a la cara como pidiendo un gesto y cuenta:
“Me dieron las cinco cajas, yo las abrí, ví que eran cartuchos verdes, y digo che, pero son verdes estos (era color propio de los PG) y uds. me dijeron quedate tranquila son AT. ¿Qué firmo? No, no firmes nada”. Miranda le responde: “Yo no me acuerdo, sinceramente Dr. no me acuerdo” y continúa, “…pero en armamento si o si, se tiene que firmar”.
Recargados y 100 x 100
Luego atestiguó el chofer de Adam, el Sr. Yupan Horacio que se anunció retirado de la fuerza, pero declaró con gafas negras y vestido con el uniforme policial. Contó que trasladó a Adam para retirar los cartuchos de la división de armamento, luego se fue a su casa y no quedó “recargado” como todos porque tenía “ciertos privilegios” .
Quedar “recargado” en la jerga policial implica quedarse a disposición después del turno correspondiente, orden que se dispuso junto con la “100×100”, que dejó «recargada» a la totalidad de la fuerza policial.
El otro chofer que declaró fue el suboficial principal Alonso, que de todos los testimonios que se han presentado hasta ahora fue el que se mostró más claro y sincero. No titubeó ni se le inquietaron las manos o piernas, no tomó mucha agua ni se encogio de hombros. Estuvo tranquilo todo el interrogatorio y sus palabras salieron naturalmente. La defensa intentó varias veces torcerlo sus declaraciones complicaban a los imputados.
Alonso declaró que trasladó a Adam al Minisol para repartir los cartuchos y se mantuvo alejado en el móvil, como a unos cincuenta metros del tumulto. Que las municiones eran cartuchos de escopeta 12.70, plateados tanto los PG como los AT y, salvo el peso, tenían las mismas características. No recordó de dónde salieron esos cartuchos y aseguró que siempre se firmaba cuando se retiraban y que en la sala de armas tendría que haber un registro. Contó que se notaba la diferencia en el peso de la cajas. También tenían impresas las siglas PG o AT. Recordó que en el depósito de Liniers el se bajó a buscar tres cajas de AT y dos cajas de PG y que firmó constancia del retiro. Todo sucedió antes de ir al Minisol donde a los policías Cánovas y Dragonetti, les entregaron cuatro cartuchos AT y uno de PG.
Cánovas nervioso
Según la declaración de Alonso, Adam le indicó que debán dirigirse al dispensario y no le explicó porque los acompañó Cánovas que subió detrás y permaneció callado. No notó nada raro en Cánovas, no conversaron, sólo comentaron que había heridos. Al llegar al dispensario, Alonso se quedó en el móvil. Cuando Cánovas y Adam volvieron le comentaron que había fallecido el herido de bala y pidieron que los trasladara a la jefatura de policía.
¿Porqué Adam llevó a Cánovas a ver el estado del niño? ¿Qué lo motivó dirigirse al dispensario al que habían trasladado a David?
El chofer contó que al llegar al dispensario, el cuerpo de David seguía tirado atrás del móvil, lo estaban atendiendo en la calle, en la puerta del dispensario. Ya habían pasado al menos 30 minutos desde que había sido subido al auto policial, luego de que le dispararan. Entre el Minisol y el dispensario había sólo cinco minutos de distancia.
Sin embargo al repasar las declaraciones previas, el testigo recordó que Cánovas estaba nervioso, tenía la escopeta, chaleco y que Cánovas había dicho que vio al muchacho en la esquina, y recuerda que se puso peor cuando se enteró que David estaba muerto.
David era un niño
La familia de David Moreno, invocando la Convención de los Derechos de los Niños, solicitó a la cámara y a todos los abogados y fiscales que cuando se refieran a David lo hagan como corresponde: como a un niño de 13 años y no como un joven.
*Por Mucho Palo Noticias