Gobierno de CEOs, historia repetida
Argentina ya tuvo una experiencia con dirigentes empresariales gobernando el país. Fue luego del “fraude patriótico” de 1931. Los resultados fueron muy similares a los actuales. Quiénes eran los Macri, Pinedo, Aranguren, Dietrich y Bullrich de entonces. Y qué hicieron para beneficiarse a cualquier costo.
Por Sergio Wischñevsky para Nuestras Voces
Mauricio Macri y su grupo de empresarios-funcionarios no son los primeros en la historia argentina que conforman un gobierno integrado, casi en su totalidad, por CEOS. Y los resultados de la experiencia previa fueron los mismos. Una entrega tan grande del gobierno al establishmnet, una falta de límites tan evidente y ostentosa no se registraba desde la década del 30. Según datos del INDEC, la Argentina se ha convertido en un país más desigual desde que asumió el gobierno la alianza Cambiemos.
El Poder Ejecutivo, manejado por grandes empresarios y miembros de viejos linajes de la elite oligárquica, está lejos de buscar igualdad e integración.
No es una sorpresa: un empresario siempre busca magnificar sus ganancias. Si toda la estructura estatal está operada por ese grupo con el objetivo de beneficiar sus negocios y los de sus socios, los resultados no pueden ser otros: a la vista está que una y otra vez ocurrió lo mismo.
El antecedente histórico de un gobierno que armó su gabinete con un criterio muy parecido al de Macri se sitúa después del Golpe de Estado de 1930, que derrocó a Hipólito Yrigoyen. El 8 de noviembre de 1931 se realizaron comicios fraudulentos, de los que resultó electo el general Agustín P. Justo y el vicepresidente Julio A. Roca (hijo). El fraude que se practicaba fue bautizado “fraude patriótico”, porque sus perpetradores explicaban que era para salvar la patria. Justo, era un hombre rico, heredero de grandes extensiones de campos y además era el accionista mayoritario del diario Crítica, el de mayor tirada de su tiempo, un anticipo del maridaje entre clases altas y medios de comunicación que tan bien conocemos. Roca, era también heredero terrateniente, y además estaba casado con una Lavallol, lo que aumentó mucho su patrimonio.
Gabinete empresarial
El gabinete era un muestrario. En Relaciones Exteriores fue designado Carlos Saavedra Lamas, hombre vinculado con la empresa Carlos Casado de grandes plantaciones y a la petrolera Royal Dutch Shell. Obtuvo el Premio Nobel de la Paz por su mediación en la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, originada por la disputa de áreas petroleras entre la norteamericana Standar Oil radicada en el primer país, y la inglesa Shell en el segundo. ¿Adivinen a quien favoreció la mediación argentina?
En Hacienda, lo que hoy sería el ministerio de economía, asumió Alberto Hueyo, presidente del Comité Asesor de Lanas y del Mercado Central de Frutos, además relacionado con la empresa energética CHADE. Su gestión estuvo marcada por las restricciones a todos los gastos públicos. Luego fue reemplazado por Federico Pinedo, bisabuelo del actual senador, hombre de confianza del dueño del monopolio cervecero, Otto Bemberg, y de Dreyfus, una de las grandes cerealeras exportadoras, de las más poderosas del mundo.
En Obras Públicas fue nombrado Manuel Alvarado, hombre de Robustiano Patrón Costa, dueño del ingenio azucarero San Martín del Tabacal. En Agricultura, Luis Duhau, directivo de la Sociedad Rural Argentina (S.R.A.) y ligado a frigoríficos extranjeros. En aquellos años no se usaba llamarlos CEOS, pero tenían muy claro los objetivos que los llevaron al poder, y empezaron a actuar.
En 1933 el presidente Justo envió una misión a Londres al mando del vice, Julio Roca, acompañado por Guillermo Leguizamón, director de una de las empresas de ferrocarriles ingleses que opera en la Argentina, Miguel Ángel Cárcano, diputado y yerno del empresario cervecero Otto Bemberg y Raúl Prebisch, ex gerente de la Sociedad Rural.
El 1° de mayo firmaron lo que se dio en llamar el Tratado Roca-Runciman, que habilitó a que los frigoríficos con capitales anglo-norteamericanos controlaran el 85% de las exportaciones de carne, reservando sólo el 15% a los argentinos.
Además, aseguró la libre importación de carbón y otras manufacturas inglesas, y el trato benévolo a los capitales británicos. En aquel tratado se incluyeron dos cláusulas secretas, seguramente por inconfesables: se estableció la creación del Banco Central argentino, al frente del cual estará desde 1935 Raúl Prebisch. El banco fue diseñado de acuerdo a los intereses británicos bajo el asesoramiento de los funcionarios del Banco de Inglaterra, Sir Otto Niemeyer y F. Powell. La entidad tenía a su cargo nada más y nada menos que: la emisión monetaria, la política cambiaria y la crediticia; la segunda cláusula estableció la concesión a los capitales ingleses del monopolio absoluto del transporte de pasajeros de todo el país.
En 1936, el Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires aprobó las ordenanzas 8.028 y 8.029 por las que se prorrogaron los contratos de la CADE y de la CIADE, las empresas de electricidad con sede en Europa que prestaban ese servicio y que integraban el grupo SOFINA. A partir de ese año adoptaron el nombre de CHADE. Les prorrogaron los contratos hasta 1997 y 2002 respectivamente y además los bienes quedarían en su poder a pesar del pago recibido mediante el 2% de las tarifas. En la investigación realizada en 1943 se estableció que las ordenanzas se lograron mediante el soborno a la mayoría del Concejo Deliberante. Fue un escándalo de proporciones gigantescas cuando se supo que también fue coimeado al jefe del Partido Radical, ministros y senadores. Además, el ex ministro de Hacienda, Alberto Hueyo, era accionista de la CHADE, y Federico Pinedo había sido consejero jurídico y técnico de la empresa.
Los sectores más progresistas y honestos de la Unión Cívica Radical intentaron abortar el negociado ordenando a los concejales radicales retirar el proyecto. Entre ellos se destacó un joven de 28 años aún desconocido, Arturo Frondizi. Marcelo T de Alvear, que debía enfrentar el financiamiento de su candidatura a presidente del año siguiente, intervino personalmente para neutralizar al partido. El historiador Félix Luna cuenta que en uno de los acalorados debates sobre la CHADE-CADE de aquellos días Alvear estalló frente a Frondizi: “¿Quién me va a dar el dinero que necesitaré para gobernar? ¿Usted me lo va a dar, acaso?”.
Por último, el presidente Justo tuvo tiempo para ayudar a los amigos en desgracia porque por la crisis no podían mantener sus palacetes. Fue así que el Estado compró la quinta Unzué que luego fue la Residencia Presidencial, hoy terrenos de la Biblioteca Nacional; el palacio Errázuriz, hoy Museo de Arte Decorativo y el palacio Anchorena, frente a la Plaza San Martín, hoy dependencia de la Cancillería.
Este gobierno fue el gran protagonista de lo que se dio en llamar “La década infame”. Los sectores trabajadores la pasaron muy mal. Solo unos años después, un gobierno popular cambió drásticamente la situación social. El gobierno de los CEOS fue el caldo de cultivo de donde emergió una nueva Argentina.
*Por Sergio Wischñevsky para Nuestras Voces.