Los clarividentes ciegos
Parafraseando a Régis Debray, el problema aquí no es por qué o cómo la globalización es irremediable, sino por qué o cómo todo el mundo, o casi, está de acuerdo en que es irremediable. Una posible respuesta: La tecnología del hacer-creer […]. El poder de la información… Inf-formar: dar forma, formatear. Con-formar: dar conformidad. Trans-formar: modificar una situación.
Con la globalización de la economía se globaliza también la cultura. Y la información. De ahí que las grandes empresas de la comunicación «tiendan» sobre el mundo entero su red electrónica sin que nada ni nadie se los impida. Ni Ted Turner, de la cnn; ni Rupert Murdoch, de News Corporation Limited; ni Bill Gates, de Microsoft; ni Jeffrey Vinik, de Fidelity Investments; ni Larry Rong, de China Trust and International Investment; ni Robert Allen, de att, al igual que George Soros o decenas de otros nuevos amos del mundo, han sometido jamás sus proyectos al sufragio universal.
En la globalización fragmentada, las sociedades son fundamentalmente sociedades mediáticas. Los media son el gran espejo, no de lo que una sociedad es, sino de lo que debe aparentar ser. Plena de tautologías y evidencias, la sociedad mediática es avara en razones y argumentos. Aquí, repetir es demostrar.
Y lo que se repite son las imágenes, como ésas grises que ahora nos presenta la pantalla globalizada. Debray nos dice: La ecuación de la era visual es algo así como: lo visible = lo real = lo verdadero. He aquí la idolatría revistada (y sin duda redefinida). Y los intelectuales de derecha han aprendido bien la lección. Y más, es uno de los dogmas de su teología.
¿Dónde se dio el salto que iguala lo visible con lo verdadero? Trucos de la pantalla globalizada.
El mundo entero, mejor aún, el conocimiento entero está ahora a la mano de cualquiera con una televisión o una computadora portátil. Sí, pero no cualquier mundo y no cualquier conocimiento. Debray explica que el centro de gravedad de las informaciones se ha desplazado de lo escrito a lo visual, de lo diferido a lo directo, del signo a la imagen. Las ventajas para los intelectuales de derecha (y las desventajas para los progresistas) son obvias.
Analizando el comportamiento de la información en Francia durante la Guerra del Golfo Pérsico, se devela el poder de los media: al inicio del conflicto el 70% de los franceses se mostraban hostiles a la guerra, al final el mismo porcentaje la apoyaba. Bajo el golpeteo de los media, la opinión pública francesa se «volteó» y el gobierno obtuvo el beneplácito por su participación bélica.
Estamos en la «era visual». Así las informaciones se nos presentan en la evidencia de su inmediatez, por tanto es real lo que se nos muestra, por tanto es verdadero lo que vemos. No hay lugar para la reflexión intelectual crítica, a lo más hay espacio para comentaristas que «completen» la lectura de la imagen. Lo visual no está hecho, en esta era, para ser visto, sino para dar «conocimiento». El mundo ha devenido en una mera representación multimedia, que suprime al mundo exterior, capaz de ser conocida en la misma medida en que es vista. Sí, inicios del tercer milenio, siglo XXI, y la filosofía boyante en nuestro mundo «moderno» es el idealismo absoluto.
Se pueden sacar ya algunas conclusiones: el nuevo intelectual de derecha tiene que desempeñar su función legitimadora en la era visual; optar por lo directo e inmediato; pasar del signo a la imagen y de la reflexión al comentario televisivo. Ni siquiera tiene que esforzarse por legitimar un sistema totalitario, brutal, genocida, racista, intolerante y excluyente. El mundo que es el objeto de su «función intelectual» es el que ofrecen los media: una representación virtual. Si en el hipermercado de la globalización el Estado-Nación se redefine como una empresa más, los gobernantes como gerentes de ventas y los ejércitos y policías como cuerpos de vigilancia, entonces a la derecha intelectual le toca el área de Relaciones Públicas.
En otras palabras, en la globalización, los intelectuales de derecha son «multiusos»: sepultureros del análisis crítico y la reflexión, malabaristas con las ruedas de molino de la teología neoliberal, apuntadores de gobiernos que olvidan el «script», comentaristas de lo evidente, porristas de soldados y policías, jueces gnoseológicos que reparten etiquetas de «verdadero» o «falso» a conveniencia, guardaespaldas teóricos del Príncipe, y locutores de la «nueva historia».
* Extraído de «¡OXIMORON! (La derecha intelectual y el fascismo liberal)». Subcomandante insurgente Marcos. Abril de 2000.