El testigo
Sobre el margen izquierdo de la fotografía se ve a un comando del Ejército Argentino dándole indicaciones a tres marines ingleses que caminan con sus manos en alto. Todos están armados pero los ingleses se están rindiendo. La imagen fue tomada por Rafael Wollmann el 2 de abril de 1982, en el momento preciso en que las tropas argentinas tomaban las Islas Malvinas y en lo que sería el conflicto bélico más trágico para nuestro país.
Por Redacción La tinta
El fotógrafo se encontraba en las islas realizando una cobertura sobre la vida y la geografía del lugar para ILA (Imagen Latinoamericana) la agencia que había fundado recientemente con tres compañeros (Eduardo Bottaro, Tito La Penna y Silvio Zuccheri), luego de ser despedidos de editorial Atlántida en diciembre de 1981. La idea era venderle el reportaje a la agencia francesa Gamma y de esta manera convertirse en sus corresponsales en la región.
Con ese objetivo, Wollmann llegó el 23 de marzo a las islas y para el 30 ya tenía todo el material que necesitaba, sus compañeros desde Buenos Aires le pidieron que se quedara un par de días más en base a las informaciones que corrían en el continente.
Acerca de cómo vivió los momento previos, Rafael cuenta que “El primero de abril estaba cenando cordero en el comedor del Upland Goose Hotel, de Port Stanley. A las ocho se interrumpió la transmisión radial y el gobernador inglés, Rex Hunt, anunció con voz pausada y nerviosa la invasión argentina. Todos en el comedor me miraron a mí”.
A los pocos argentinos que residían en Malvinas los trasladaron a la municipalidad, pero Wollmann, junto con otros periodista ingleses, fueron hospedados en la casa del chofer del gobernador, que quedaba al lado de la del mandatario. Se les recomendó que no salieran durante la noche porque los marines tenían la orden de tirar a matar.
A la mañana siguiente, luego del intercambio de algunos disparos y palabras, la rendición de los ingleses fue inmediata. La entrega de armas fue en el patio de la casa del gobernador, por lo que para Wollmann fue fácil acceder registrar la escena.
Con respecto a ello y a su relación con los militares argentinos el fotógrafo afirma que “Mi salvoconducto principal era hablar castellano y que ellos pensaran que, de alguna manera, por algo estaba yo ahí. Que no vine en su barco, pero vine en el de al lado, en un Hércules, y yo traté y logré pasar desapercibido. No me engolosiné. De la foto de la rendición tengo dos cuadritos, de la foto de los ingleses en el piso tengo dos cuadritos, no tengo veinte. Como todos estaban ocupados, todos tenían una función. Imaginate, ¡Se estaban rindiendo los ingleses con las manos en alto! No me iban a preguntar ¿vos quién sos? Si alguien me miraba dos veces, me iba a otro lado”.
Con este material entre manos Rafael vuelve al continente en el avión que la dictadura había puesto para que los periodistas cubriesen el desembarco. En ese vuelo también venía su ex jefe de la Editorial Atlántida, Eduardo Forte, con quien comenzaron la negociaciones por las imágenes. La editorial les ofrecía un avión privado para viajar a Buenos Aires y poner a su disposición sus laboratorios. Pero los integrante de ILA también tenían un compromiso con los franceses de Gamma.
Ya en Buenos Aires, se resolvió que Atlántida se quedaría con las copias y los originales irían para Gamma. Así fue como los franceses distribuyeron la fotografía a los medios de todo el mundo que no escatimaron en titulares efectistas. Por su parte la revista Gente en su edición del 8 de abril de 1982 titula “Vimos rendirse a los ingleses”.
Estas imágenes puestas en juego en el contexto socio-histórico de abril del 82 no fueron sólo una cobertura periodística, sino que también alimentaron los nacionalismos y chouvinismos más peligrosos de las dos partes implicadas.