“Los fotógrafos del D2 fueron un engranaje más del plan sistemático”
El pasado 5 de abril, David Schäfer, docente, artista e investigador, presentó su libro “El registro bruto, prácticas fotográficas en un centro clandestino de detención”, basado en la investigación que realizó con Alejandro Frola sobre el archivo fotográfico de prontuarios de la Policía de la Provincia de Córdoba, realizado durante la última dictadura cívico-militar.
Durante cuatro años, Schäfer y Frola examinaron los negativos que hoy están a cargo del Archivo Provincial de la Memoria, observando y analizando tanto la información principal como la marginal que aparece en las imágenes. Con un corpus de 130 mil imágenes que se tomaron en la Jefatura de Policía y en el D2 entre 1964 y 1992, el trabajo se centró en el periodo que va desde 20 de septiembre de 1974 al 13 de junio de 1977.
La investigación también se plasmó en la muestra Cámara Oscura, que se expuso en la Sala Ernesto Farina en el marco de la Semana de la Memoria, organizada por Universidad Provincial de Córdoba. Recorrimos la exposición con el artista y aprovechamos para conversar sobre la experiencia de trabajar con estas imágenes.
¿Cómo fue encontrarse con ese material?
A veces fue bastante frustrante, la primera vez que ves el archivo te entusiasmas porque pensas que podes obtener mucho material. Pero después de verlo muchas veces y seguir en el mismo lugar, ahí te comenzás a frustrar y no sabes por dónde seguir. Nosotros conseguimos darle forma, saber que el archivo muestra ciertas cosas. Tratar de comprender cómo se desarrollaba ese manejo interno, si bien estamos muy lejos de saber cómo funcionaba el D2, pero si puedo saber más o menos cómo lo hacían los fotógrafos. Si sabes eso, siempre tenés un porqué.
¿Qué significó para vos plasmar en un libro tantos años de investigación?
En el año 2015 comencé a bocetar un libro que tenía como única ambición ordenar la información que estaba muy dispersa. En un momento trabajaba con fichas que me habían ayudado porque me permiten comparar la info. Cuando tuve la muestra en Madrid comencé a trabajar sobre eso. Lo escribí y después me di cuenta que le faltaban muchas cosas, que estaba bueno completarlo y ahí viene este libro que se llama El registro Bruto. Ese pasar en limpio me ayudó a ver dónde estaba parado, creo que en aquella oportunidad me sirvió para saber qué era lo que me faltaba.
¿Fue mucho el material que agregaste?
Esto es una parte de lo que escribí, tenía más cosas que las saque porque me parecía que no sumaban. Por ejemplo tenía mucha información histórica y yo no soy un historiador. Es una bitácora ordenada. Es totalmente descriptivo, va contando lo que fuimos haciendo y deduciendo con Alejandro. Además creo que puede permitirle a alguien utilizarlo para otra investigación, le allanamos muchos años de trabajo y esto lo digo orgulloso y modestamente. Es decir, está bueno que sirva para otros, que tengan un mirada diferente a la mía, para que el tema siga y también se desarrolle por otros caminos.
Es una prueba más de que era un plan sistemático…
Sí, totalmente. En la muestra, en la parte de los videos la idea es la del dispositivo diseñado para eso. Cuando reflexiono sobre eso, no creo que en el caso del registro haya habido una organización explícita, de alguien que se sentó sobre la mesa y dijo “bueno este es el plan sistemático”. Si no más bien creo que se fue construyendo y puliendo con el tiempo, hasta alcanzar esa “sistematicidad”.
Por ejemplo analizando las fotos comprobamos que con la edificación de una pared en el extremo sur del patio más grande, se construye un nuevo cuarto y se aisla a este patio de la calle. Está pared al principio solo sirve para eso, pero con el correr del tiempo se transforma en un lugar para poner información para el personal del D2, tan diversas como el listado de sueldos del personal o las condolencias por la muerte del hijo de Menéndez. Y más tarde, ponen un telgopor, colocan un cartel con la palabra “fotografías” y dibujan una escala ergonométrica. No creo haya sido planificado por etapas, sino que lo veo como parte de un proceso, donde se van realizando constantes ajustes sobre la puesta en práctica del dispositivo represivo.
Fotógrafos y policías
Sobre las personas que realizaban los registros, Schäfer afirma que era requisito ser policía y supone que debían tener conocimientos técnicos sobre fotografía para desempeñar ese rol.
¿Qué lugar ocupaban los fotógrafos en ese sistema?
Una vez nos dijeron que los fotógrafos ocupaban uno de los lugares de menor importancia de la dependencia policial, es decir, alguien que hace investigaciones
«A mí lo que me interesaba más que el registro era todo el proceso que había por detrás. Las condiciones de producción que hicieron posible esas imágenes, que para realizarlas tuvieron que organizarse, tuvieron que ir a buscar al detenido a la celda, etc. Así la sesión haya sido rápida, implicaba modificar lo que estaba pasando en ese lugar, aunque sea por esos cinco minutos que duraba la sesión».
no tiene la misma importancia que el policía que está en la calle, un fotógrafo era todavía “menos”. Está bien, tal vez esto sea cierto, pero deben haber tenido un grado de responsabilidad importante, porque el fotógrafo era quién le entregaba “las pruebas” al juez. Pensemos por ejemplo, cuando se simulaban enfrentamientos donde siempre morían los detenidos que trasladaban. Me parece que esa posición de menor importancia podría ser discutida.
¿La sistematización del archivo les dio indicios sobre la existencia de más documentos escondidos en alguna parte?
Faltan varias cajas, es posible que haya más, lo digo desde mi intuición personal. De hecho hay una caja que falta del 75’ que va desde 20 de agosto hasta el 30 de octubre. Telleldín asume como Jefe del D2 ese año, el 15 de julio, en ese tiempo sucedió el intento de toma del D2 por parte del ERP y Montoneros, es cuando estaba preso Marcos Osatinsky. Mira todo lo que sucedió y justo falta esa caja.
¿O sea que los huecos que existen en el archivo son deliberados?
Para mí ese si puede ser deliberado. De hecho después de la dictadura se destruye todo el material que circula, incluso los archivos de los diarios. La misma dictadura ordena destruir todo los documentos, pero este archivo es policial.
Pensando en las diferentes funciones que tiene la fotografía, los represores la utilizaron como registro, mientras ustedes se centran en la función de huella y de prueba, ¿cómo tuvieron en cuenta eso para la investigación?
A mí lo que me interesaba más que el registro era todo el proceso que había por detrás. Las condiciones de producción que hicieron posible esas imágenes, que para realizarlas tuvieron que organizarse, tuvieron que ir a buscar al detenido a la celda, etc. Así la sesión haya sido rápida, implicaba modificar lo que estaba pasando en ese lugar, aunque sea por esos cinco minutos que duraba la sesión.
Pero ustedes ingresaron a todo ese análisis desde la fotografía…
A partir de la foto trato de interpretar cómo se llevó a cabo la sesión, pero no analizando cada imagen, sino trabajando por secuencias y comparando sesiones de fotos realizadas en el mismo espacio, en diferentes momentos. Nos llevó mucho tiempo darnos cuenta que trabajando con la secuencia íbamos más rápido, a través del negativo, uniendo cada pedazo (los negativos eran cortados, generalmente, en trozos de 6 fotogramas) podías ver parte de lo que pasaba ahí.
Particularmente me punzó mucho cuando relatas que encuentran el punto desde el cual el fotógrafo realizaba los registros
Hay una imagen fallida que hicimos con Alejandro que ilustra nuestra forma de trabajo. Estábamos con dos cámaras: una apuntando a la pared con una foto original impresa pegada sobre la pantalla, registrábamos la superposición de la imagen original con la imagen tomada por esa cámara en ese momento. Queríamos encontrar haciendo coincidir ambas imágenes el punto exacto de toma, con otra cámara más atrás estábamos registrado esa búsqueda. En un momento el Ale me dice “para que mido”, entonces veo por la pantalla de la primera cámara cómo entra en cuadro y queda a la misma altura del detenido que salía en la imagen de la transparencia. El video dura cinco segundos porque es una prueba, te impresiona muchísimo porque parece que estuvieras en ese espacio y en ese tiempo, interactuando con el represores y el detenido que sale en la foto.
En el recorrido de la investigación, ¿hubo alguna instancia que fuese más emocional?
-Me llevo bastante bien con imágenes o situaciones duras o impresionables. Lo que si me paso con estas fotos más o menos en el segundo año de trabajo, que fue cuando comenzamos a descubrir cosas, es que me sentía muy cansado. Como si hubiese estado trabajando 10 horas seguidas y tal vez había estado solo una hora.
Después me di cuenta que ese cansancio se traducía en que estaba irritable, lo que me dijeras me caía mal. Cuando me di cuenta pude compensar la mala onda pero nunca pude compensar el cansancio. Vos sabes que hasta el día de hoy el tema me produce un desgaste de energía que es increíble, es algo que nunca lo pude manejar. Es lo que me pasó a nivel emocional. También he cuidado de no involucrarme en la historias personales de cada uno porque son terribles. Siempre exceden lo que uno se puede imaginar. Me he dedicado a las fotos.
La muestra
Cuando uno se para frente a los videos que expuso Schäfer en la sala Ernesto Farina de Ciudad de las Artes, escucha los sonidos de una máquina de fotos: el pasar de la película, la obturación, el flash cargándose. Esa secuencia una y otra vez genera la sensación de un mecanismo descarnado y deshumanizado. Al completar el recorrido de la muestra Cámara Oscura, uno puede sentir ese clima de crueldad y horror que desató y sistematizó la última dictadura cívico-militar en nuestro país.
En el recorrido, el artista explicó en relación a los videos: “la idea es meternos adentro del aparato represivo, donde la fotografía es un engranaje más de eso aunque los fotógrafos no ocupaban un papel determinante”.
Schäfer dice que la foto es fragmentaria, que este archivo y la información que hay de la D2 también. Por ello afirma que a partir de la información parcial, de lo que se visibiliza y se oculta, de las experiencias de memoria, reunió una serie de fragmentos acerca de los cuales reflexionó :
“Lo que pretendo es que la gente que recorra la exposición construya sus propias preguntas, en torno a estas ‘lagunas’ que voy dejando. Llene estos espacios con su historia personal, lo que trae, vivió o le contaron y la información concreta que ofrezco en la exposición».
Sabemos que la fotografía es fragmentaria, que es un corte a vivo de un pedazo de la realidad, que lo que está dentro de ese encuadre ha sido seleccionado por el fotógrafo voluntaria o involuntariamente. Que toda imagen implica la construcción del como mostrar algo y, por lo tanto, a partir de lo que se muestra y lo que no, el análisis puede revelar información relevante.
Recorrer los fragmentos que Schäfer elige exponer es tomar conciencia de la existencia de piezas faltantes y de la intencionalidad detrás de esas ausencias. La discontinuidad de los datos genera la necesidad de completar la información, y así uno se encuentra parado en el mismo punto de partida en el que el investigador se hizo las primeras preguntas.
El sonido de la carga de un viejo flash de Metz se confunde con el de una sirena, y un estallido ilumina el plano a oscuras del Departamento Informaciones Policiales (D2). En cada destello observamos por unos segundos parte del inmueble donde fueron fotografiados hombres y mujeres sospechosos de estar vinculados a actividades consideradas “subversivas” en la década de 1970.
*Schäfer es docente de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad Provincial de Córdoba y profesor en el Master de Fotografía de EFTI en Madrid. A la vez, ha desarrollado su carrera como investigador y artista siempre relacionado a la fotografía.
>Portacultura. Belgrano 884, local 4 – Gal. Caribú. Te. (+54) 0351 4601601
>Rubén Libros. Dean Funes 163 Local 1 Pasaje Santa Catalina