Cómo puede ser que sea

Cómo puede ser que sea
20 marzo, 2017 por Redacción La tinta

Diálogo con Pablo Baur, director del documental «La Perla, a propósito del campo».

Por Federico Robles para Revista Laucha

Es realmente llamativo constatar que no hay casi en la cinematografía cordobesa películas que trabajen sobre espacios públicos o instituciones; que reflexionen sobre el significado, el peso y las modalidades en que nos relacionamos con nuestra propia ciudad y sus formas de poder constituido. Y si hay algo que se ha potenciado con cada vez mayor fuerza en estos años de democracia, es precisamente el problemático y esquivo vínculo de los cordobeses con su “polis”, en el más amplio sentido del término.

«La perla, a propósito del campo», pre estrenada el 23 de marzo del año pasado en el Cineclub Hugo del Carril, se remonta aún más atrás en el tiempo: es el primer largometraje sobre el centro clandestino de tortura y detención de Córdoba. Se trata de un documental de ensayo, presentado como un “viaje sensorial a través de este espacio”, y en el que se propone (es válido discutir si lo logra) una provocativa reflexión sobre el modo en que los campos de concentración pudieron ser posibles. Aquí un diálogo con su director, el realizador cordobés, Pablo Baur:

Parece increíble que recién se haya hecho una película sobre La Perla ¡40 años después! ¿Te pusiste a pensar en eso y en qué significa?

No se hizo una película sobre La Perla supongo porque no interesa. Creo que nuestra sociedad -Córdoba específicamente- conserva los monumentos de la colonia y poco más; la memoria no vende en el shopping de vanidades en que nos convierten los medios. Por otro lado, como cineastas, tal vez tengamos la obligación de hacer un cine que sea tan artístico como verdadero ya que ese cine puede hacer revivir las emociones, que es la idea de mi película.

Una gran parte del argumento gira alrededor del hecho que el campo está al lado de una autopista; hay una cartografía del predio que la vincula constantemente con el devenir y la circulación sobre esa ruta tan emblemática. ¿Qué buscabas en ese vínculo?

La Perla está a 600 metros de la autopista. Lo que yo buscaba era evidenciar esa cercanía-lejanía, que creo era la forma que tenía la dictadura para provocarnos y alertarnos: estamos lejos pero muy cerca. Los detenidos escuchaban esos sonidos de la ruta, y yo intento representar eso; la película trabaja con esos audios diegéticos: cuando suena la autopista no hay construcción dramática, se escucha el sonido tal cual fue registrado.

“A propósito del Campo” supongo que hace referencia a “A propósito de Niza” (Jean Vigo, 1930) la clásica película en clave poética sobre la ciudad francesa. ¿Se puede entonces hacer poesía de un lugar como La Perla? Dicho en otras palabras: ¿es válida la poesía visual para un lugar así?

Más allá de las distintas voces sobre lo inenarrable de los campos, yo me valgo de distintos dispositivos para mostrar este lugar; dispositivos visuales y sonoros, me valgo de la poético, si cabe, como búsqueda, como pregunta, como ensayo… sin respuestas, tal vez.

A propósito de Niza la película de Jean Vigo desnuda a la burguesía de Niza desde la radicalidad de una posición ideológica, en este caso puede leerse tal vez como un homenaje a quién mejor inquirió a una clase social y a la opresión del sistema.

Una gran parte del documental se construye a partir de una yuxtaposición sistemática de paneos (movimientos laterales de la cámara) que, casi en forma circular, registran toda la topografía del predio desde afuera hacia adentro, mostrando –al principio- la belleza bucólica del paisaje campestre, para meterse luego hasta en el detalle mínimo de los pliegues mugrientos del azulejado de la que fuera sala de torturas.

Hay como un juego perverso, si es que cabe el adjetivo, entre la belleza de muchas de las imágenes y el peso de lo que simboliza ese espacio. ¿Fue algo buscado a priori?

Los paneos en la película son parte de mi búsqueda en el intento de encontrar nuevas imágenes a lo ya visto, asimismo creo que para representar una situación dramática, subversiva, la puesta debe ser radical, no admite –creo- una puesta en escena conservadora.

Mirar el campo como observamos, lentamente de izquierda a derecha panorámicamente, y luego en detalle; y también rebobinarlo para volver a ver, reinterpretarlo

Los Nazis filmaron en los campos de concentración, dejaron documentación, fotos, y el cine se ha alimentado de estos materiales ensayando distintas formas de contar ese horror. Pero aquí los militares borraron toda huella. Por qué entonces decidís como gesto político (si cabe) hacer una película despojada de la reconstrucción y el testimonio, lo cual tal vez sería (representar lo que se borró adrede) el acto visual más revolucionario?

Traté en todo momento de no explicar. Tal vez yo acá contando esto voy hasta en contra de la propia película, pero yo quise crear un clima -sórdido tal vez- generar un espacio narrativo provocador desde los sentidos, que el espectador viva y sienta el peso de ese campo sobre nuestros hombros. Y que ese mismo espectador resuelva y tome lo que él crea conveniente.

En otra de las escenas del documental, se oye en off la voz de una persona que colabora con el film intentando descifrar los planos arquitectónicos de La Perla, los cuales se muestran en pantalla. Pero es evidente que ese personaje no está teniendo noción que el plano que se le ofrece es justamente el de ese espacio. Y entonces, en un momento, luego de intentar varias veces determinar qué es ese lugar relevado, termina concluyendo: “no sabría decir qué es este lugar”, como reafirmando cierta idea que sobrevuela en el relato de que el dolor y el horror que allí se fabricaba es indescifrable, inabordable, incomprensible. Sin embargo –paradójicamente- esa es precisamente la pulsión que impulsa toda la película.

¿Por qué entonces filmar, Pablo? ¿Qué lo justifica en términos de Memoria y qué te impulsó a vos como realizador?

La memoria tiene mucho de olvido dice Borges y alguien más decía que es imposible tener una memoria absoluta… entre estos intersticios trabajo. Creo necesario sostener la memoria, creo que ante la falta de imágenes en La Perla es importante reescribir, editar, montar las imágenes para generar una nueva lectura que se contraponga a la mirada hegemónica. Me interesa, y cito a Didi Huberman, «cerrar los ojos de los muertos y mantener los ojos abiertos sobre los muertos» (acto de conocimiento y vigilancia necesarios cuarenta años después). Personalmente intento hacer un cine que me represente desde un lugar  político y cuando digo político digo ético, justo.

Es llamativo que el afiche promocional del documental tiene una frase destacada: “Un campo de concentración solo puede existir en una sociedad que elige no ver”. ¿Te parece que hay cosas que aún nos pasan como sociedad y que no logramos o no queremos ver? ¿Sobre qué deberíamos filmar hoy y cómo hacerlo?

Es una frase de Pilar Calveiro a la que adhiero plenamente. Nosotros como sociedad miramos para otro lado o con nuestra complicidad apoyamos y creamos el basamento sobre el cual accionan los poderes establecidos. A mí me interesa el cine documental porque puede accionar en la realidad y crear un punto de vista ético, político frente a lo pornográfico de los mass media; y por ejemplo es algo que intento transmitir en los espacios académicos que integro.

*Por Federico Robles para Revista Laucha

Palabras claves: Cine, Dictadura Cívico-Militar, La Perla

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La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno

La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno
18 marzo, 2025 por Leandro Albani

Con una serie de crónicas sobre el sur argentino, el escritor argentino revela las estructuras profundas que mantienen al país anclado en las fauces del capitalismo.

Ni periodismo darwiniano ni charlatanería turística for export. Y tampoco la historia oficial sobre una tierra “civilizada” a punta de fusiles y bayonetas. Sobre estos pilares, se sostiene Guillermo Saccomanno para escribir una serie de crónicas sobre el sur argentino, publicadas en su mayoría en la década de 1990 y ahora reunidas en el libro Escrito en Patagonia, editado en 2024 por La flor azul.

Si las descripciones y las voces dan ritmo y profundidad a las crónicas, también lo hacen las reflexiones y pasajes ensayísticos que el escritor argentino articula a lo largo de los textos. Para Saccomanno, es tan importante mostrar los detalles de un viaje por una ruta desolada como preguntarse para qué sirve la literatura, entender (y escribir) que la memoria se manifiesta en el cuerpo o contar por qué la verdad es el principal valor para el pueblo mapuche.

La Patagonia se abre como un territorio concreto, sin veleidades exóticas o rasgos que remiten al concepto de orientalismo, acuñado por el intelectual palestino, Edward Said. Saccomanno, recientemente galardonado con el Premio Alfaguara por su novela Arderá el viento, rompe la representación que hacen los poderosos sobre esa tierra que creen que es su gran propiedad privada. El escritor también apunta sin contemplación a la hora de denunciar al Estado burgués argentino y sus imposiciones históricas y cargadas de crueldad contra los pobladores originarios.

Saccomanno explica que “cuando se trata de escribir, no se trata sólo de un asunto literario, la elección de un género, sino de una toma de partido ideológica”. Y agrega: “También me parece oportuno señalar a esta altura que la teoría literaria, tal como la entiendo, es teoría política”. Desde esta posición, Saccomanno cuenta y denuncia, describe y apuesta, rescata lo que el establishment de turno quiere ocultar y demuele la construcción oficial de la historia. Esos golpes directos se sienten página a página, sin perder una prosa con oficio y claridad.

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Imagen: La flor azul.

Leer Escrito en Patagonia es tender puentes hacia las investigaciones del historiador Osvaldo Bayer sobre los fusilamientos de peones por parte del Ejército. O también volver a Los dueños de la tierra, de David Viñas, una novela que revela la vileza de estancieros y oligarcas hacia los “otros”, ya sean peones o indígenas, pero todos condenados, según esos dueños de la tierra, a la explotación o la muerte.


En las crónicas, además, sobrevuelan las sabidurías, los pensamientos y las prácticas del pueblo mapuche. “Los mapuches no piensan que este territorio les pertenece ―escribe―. A los huincas este pensamiento los sorprende: ‘No es que esta tierra me pertenece’, piensa el mapuche. ‘Sino que yo soy la tierra’. El pensamiento es mucho más sencillo y, a la vez, abarcador. No se trata de posesión. Sino de sentirse parte”. Entrelazado a eso, la naturaleza que resiste el “desarrollo” capitalista que, desde su origen, se construye con la voracidad del saqueo de la tierra y la cultura.

Saccomanno pone la mira en las raíces de nuestro país burgués y, por estos tiempos, transnacionalizado: el Ejército argentino como fuerza de choque a las órdenes de los poderosos, el extractivismo como política de ocupación y saqueo, la historia oficial escrita por manos locales y extranjeras que intentan condenar a la Patagonia como desierto virgen que tiene que ser violado. Pero también la contracara: el docente Orlando “Nano” Balbo, detenido-desaparecido que sobrevivió a la dictadura y que apuesta a otra educación; el recuerdo vivo del maestro Carlos Fuentealba, fusilado por la policía; y otra vez Bayer, en un artículo que cierra el libro, aunque, más que finalizar la obra, permite abrir ventanas hacia el futuro, porque la figura, la ética y el oficio del historiador anarquista argentino es faro hacia donde mirar cuando se habla de compromiso con las luchas de los más desposeídos. Saccomanno pronuncia: “Si escribir sobre Bayer me enerva, se debe a que, al hacerlo, debo mirar alrededor. Imposible mirar el alrededor sin mirar el pasado. Imposible no tener en cuenta la proyección de sus tensiones cruentas en el presente, la crisis de representación que corrompe los estamentos de la realpolitik. Imposible hacerse el distraído. Esta, aunque suene a reduccionismo, es la lección mayor de Bayer”.

En Escrito en Patagonia, se descubre la relación estrecha del escritor con ese territorio, sus miradas sobre la literatura en relación a ese país dentro del país y los recuerdos de conscripto en el servicio militar. En este libro, el escritor toma posición y denuncia, pero nunca pierde de vista que escribir de una forma más hermosa que como lo hacen nuestros enemigos es una de nuestras armas. En estos momentos de una Argentina que vira aceleradamente hacia el fascismo, Saccomanno, con sus crónicas, propone otro país: uno donde los y las condenadas de la tierra no pierden las esperanzas y todavía atemorizan a los estancieros y oligarcas.

*Por Leandro Albani para La tinta / Imagen de portada: Martín Bonetto.

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Palabras claves: Guillermo Saccomanno, Libro, Patagonia Rebelde

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