Alma de África: el club de los sobrevivientes

Alma de África: el club de los sobrevivientes
6 marzo, 2017 por Redacción La tinta

Marcados por el desarraigo, un grupo de errantes erige un club. Desde África llegan a España en busca de una vida con más oportunidades. Son el primer equipo de fútbol federado del mundo formado por inmigrantes de la calle. El diario Marca rescató la historia de este club fundado en 2015. En cada casaca del Alma de África se lee el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país».

Por José I. Pérez para marca.com

Abdel es de Marruecos. Su padre le obligó a venir a España. Hoy no ha ido a jugar el partido con el Alma de África. Duerme en la calle y no tiene qué comer. Lleva unos días sin aparecer. A veces pasa. Los jugadores se marchan. Sin más. Hamza y Hicham llegaron debajo de un camión, Karim saltó la valla. La de Melilla. Una cicatriz en la rodilla se lo recuerda cada día. Okoro no dijo adiós. Simplemente, se fue. De Nigeria. ¿Por qué? Por jugar al fútbol. Lo mismo que Abdul. Otro que lo dejó todo por un balón. Su camino: Senegal, Marruecos, la patera, España…

… Y Cádiz, Jerez de la Frontera, el cobijo de miles de inmigrantes africanos. «Somos su puerta de entrada a Europa», dice Alejandro Benítez, que tiene mucho que ver en esta historia. Él es el presidente del Alma de África UD, un club, también una familia. Creado en 2015, es el primer equipo de fútbol federado del mundo formado por inmigrantes de la calle. Un proyecto para la integración.

Yves es defensa. De Camerún. Y lava coches. Cuando aparecen fotógrafo y periodista, está en plena faena. En la calle. Le acompaña Abdul, sí, el de antes, el de Senegal. Uno limpia los cristales de un Opel Astra. El otro abrillanta el salpicadero. Es sábado. En una barriada de Jerez. Al lado está Kameni. Y Eric. Ellos faenan en un Volkswagen Golf. Un vecino se acerca. «¿Os puedo dejar el mío?». La respuesta ni se escribe. Hay que ganarse la vida. Como sea. El periodista entonces pregunta. ¿Cuándo podemos hacer la entrevista? «Ahora no. Tenemos mucho trabajo», contesta Yves. Y continúa con la faena. La cita se pospone para el día siguiente. Lo primero es lo primero. Es la lucha por la vida.

Jugadores que han tenido miedo de morir

Son sólo muestras, pequeños detalles de cómo y quién son los futbolistas del Alma de África. Personas alejadas de su entorno, de su país, sin recursos, que pasan hambre; personas que han tenido miedo de morir, que han sufrido por el camino, el que tuvieron que emprender para llegar hasta aquí; personas a las que un balón les ha devuelto la ilusión de vivir. «Son chavales que te lo dan todo. Se dejan el alma en el campo. Han encontrado en el fútbol un modo de disfrutar de la vida. Algunos piensan que puede ser su futuro. Y esperan que algún club de superior categoría les dé la oportunidad. Es muy difícil, pero hay que trabajar por si alguien puede dar el salto y comer del fútbol», explica Pepe Correa, otro que tiene mucho que ver en esta historia. Es el entrenador. Y él sí ha sido futbolista profesional muchas temporadas en Segunda.

¿Qué me estás contando, Quini?

Ahora son un equipo, pero antes, no. Año 2015. La Pradera de Chapín en Jerez era el punto de reunión de la colonia de africanos. Allí quedaban para echar un partido. Lo que pasa es que gastaban más tiempo discutiendo que jugando. «Nos peleábamos mucho, aunque lo solucionábamos y seguíamos», recuerda Okoro. Quini, el origen de Alma de África, los veía mientras paseaba a su perra y se le ocurrió llamar a su amigo Alejandro, el actual presidente, para que fuera a arbitrarles. Y ahí empezó todo. «Al principio, le dije, ‘¿qué me estás contando, Quini?’. Pero fui y vimos que algunos no jugaban mal», recuerda. «Ese fue el día del milagro, llegaron los hombres que mandó Dios y empezaron a organizarlo todo. Nosotros creíamos que era un juego y ahora, mira, estamos hasta compitiendo», dice Christian, nigeriano y segundo entrenador del equipo. Él era uno de los que estaban allí jugando. La idea fue tomando forma. Hasta que preguntaron a la Federación si había un límite de extranjeros, como en el fútbol profesional. Pero no. Se podían inscribir tantos como quisieran. Y, además, no hacía falta tener los papeles en regla. Con el pasaporte era suficiente. El Alma de África tenía vía libre. «Ellos estaban entusiasmados, decían que era el día más feliz de sus vidas», comenta el presidente.

 

Calientan con pecheras del Villarreal

Para empezar, Alejandro y Quini tuvieron que adelantar el presupuesto. «Los pagos en la Mutualidad de la Federación son más de 2.500 euros. Apostamos, pusimos un dinero y ya lo iríamos recuperando. Era un riesgo y lo asumimos lo dos, aunque la mayor parte la dio él», dice el presidente. Ahora sobreviven de donaciones (la pasada temporada, por ejemplo, una que llegó de forma anónima sirvió para comprar las botas) y de acuerdos que han alcanzado con diversas instituciones. Kelme, por ejemplo, les da las equipaciones y el Villarreal les ha mandado material: pecheras para entrenar y calentar antes de los partidos, balones, bolsas de viaje… El Arandina, de Segunda B, también va a colaborar. Donará todo lo que les sobre al final de esta temporada.

«Salí de Nigeria, tardé dos semanas hasta Argelia y otras dos, un mes en total, para llegar a Marruecos. De ahí cruzamos a España en patera. Fue muy duro. Estuvimos tres días perdidos en el mar, pensábamos que íbamos a morir. Éramos 65 personas, todas apretadas como sardinas en el zodiac. Perdimos el control, el motor se rompió y no funcionaba. Al final, después de dos días, lo pude arreglar. Fue un milagro» Christian, segundo entrenador del Alma de África

Un ‘ayuda’ de 80 euros y a jugar sin dormir

El proyecto, poco a poco, va tirando hacia delante. Y si les sobra dinero del presupuesto, lo reparten entre los futbolistas siempre que estén comprometidos y no falten a los encuentros. Toda ayuda es poca. «A veces, si pueden, nos dan 80 euros», dice Karim. Alma de África comenzó en Cuarta Regional Andaluza, la categoría más baja, y en su primer año ascendió. «Creíamos que todos los equipos eran mejores que nosotros pero, al final con las ganas y la lucha que pusimos, conseguimos subir a una Liga superior», recuerda Hamza. Ahora el club está en Tercera.

A pesar del éxito, cada partido es casi un milagro. «Cuando empieza, para mí es una gran felicidad. Que estén todos, que podamos jugar…», afirma Alejandro. Y lo corrobora Pepe: «Muchas veces vienen sin descansar. Tenemos un encuentro el domingo y, por ejemplo, el sábado trabajan hasta el mediodía, descansan un poco y se van de porteros de discoteca hasta las seis o las siete de la mañana. Si jugamos a las 10.00, pues vienen sin dormir y sin comer». Pero casi siempre van, porque el fútbol puede más que el agotamiento. «La alimentación y el descanso son fundamentales, y aquí no hay adecuado ni una cosa ni la otra. Lo suplen, eso sí, con la ilusión que tienen», continúa el míster.

Las ‘mentiras’ en las citaciones

El que más lo sufre es Pepe Correa, el entrenador. Él tiene que hacerlos entrar por el aro. Que se comprometan a ir a entrenar, a los partidos, que lleguen a la hora. Y para eso ha ideado un plan. «Para que estuvieran todos a las cuatro, les decía que empezaban a las tres. Porque ellos son así, van muy tranquilos por la vida. Pepe ha conseguido que adquieran esa disciplina» explica Alejandro. Además, el míster debe convencerlos de que al fútbol se juega también con porteros y defensas. «Son muy competitivos y físicamente están sobrados, pero todos quieren ser delanteros y marcar goles», dice Pepe. La táctica, la estrategia y una simple cobertura le ponen un poco de los ‘nervios’. Pero el míster insiste para que aprendan. «El problema es que son chavales que nunca han jugado en equipos. Los conceptos que tienen son los que llevan innatos, pero van mejorando. En el fútbol hay que realizar tareas en conjunto, y lo hacen, aunque a los 10 minutos ya empiezan como si estuvieran jugando en la Pradera, cada uno por su cuenta», comenta.

«La huida fue dura. Para ir hasta Dakar, en Senegal, fuimos en un barco de transporte, de esos con contenedores. Había mucha gente dentro y pasé hambre. Pero lo superé. Y de África a Europa ya nos transportaron en un avión de guerra hasta Portugal, donde estaban mis tíos. Crucé como un refugiado». Pedro Semedo, volante

¿Dónde están los jugadores? Rezando

Anécdotas de estos dos años tienen a patadas. Pepe recuerda una con especial cariño: «El primer partido de competición, vamos a salir al campo y nos damos cuenta de que faltan dos futbolistas que estaban rezando en el vestuario. Tuve que ir a decirles que no era el lugar ni el momento adecuado y que tenían que salir a jugar». Alejandro recuerda otra. «En un partido nos pitaron cuatro penaltis. Y no fueron seis, porque el árbitro ya no quiso», dice. Y una más: «Hace dos semanas jugando contra el líder, perdíamos 0-3 a falta de 15 minutos y ganamos 4-3». A veces, los jugadores se marchan de pronto. «No sucede con mucha asiduidad, pero algunos han llegado, encuentran un trabajo y a mitad de temporada se van. Es lógico», explica el presidente. El propio Alejandro es el que, además, prepara la comida para el día del partido. «Mi cuñado tiene una carnicería y me da la carne. Compro 12 barras de pan y hago 24 bocadillos. Pero tienen que ser de pollo o de tortilla, porque son musulmanes», cuenta Alejandro.

 

El racismo y los cinco españoles

Son un equipo de inmigrantes. ¿Y el racismo? «Esa era la inquietud que teníamos. No sabíamos cómo iba a reaccionar la gente. Pero no hemos tenido ningún problema con nadie. Todos los pueblos nos han recibido con mucho cariño. Y somos el equipo que más aficionados lleva a los encuentros. Siempre está el tonto de turno, pero son cosas aisladas», explica Alejandro. En Alma de África tambien juegan españoles. Sólo cinco en la plantilla. Es un modo más de ser un ejemplo de integración. No sólo son extranjeros. Es un club para convivir.

A poco de fundarse ya es un ejemplo de solidaridad y también de deportividad. El año pasado recibieron el Premio al Juego Limpio. Y el de Ciudad de Jerez a la Igualdad y a la Integración. La esencia está escrita en la camiseta que luce en cada partido. En cada casaca del Alma de África se lee el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país».

*Por José I. Pérez para marca.com / Foto de Tapa: Juan Carlos Toro / elpais.com

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Palabras claves: África, España, Inmigración

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