Sócrates, doctor en democracia
Uno de los futbolistas más atípicos de la historia dejó el mundo de los vivos hace ya seis años. Ahora, celebramos su cumpleaños una vez más sin él. Nunca sabremos si en realidad dijo la frase «quiero morir un domingo con el Corinthians coronándose campeón», o sólo es un mito que sirve para reforzar su leyenda. Futbolista y doctor; militante y alcohólico, supo contestarle a un periodista que exigía coherencia es sus actos: «No me pidas coherencia, yo soy una metamorfosis ambulante».
Sócrates, de más de un metro noventa de estatura, tuvo que encontrar un movimiento que le ayudara a ahorrar un par de segundos al orientarse para dar un pase. La respuesta: Un pase con el talón. El taquito se volvió prácticamente una firma dentro de la cancha, y se llevó los reflectores de la Copa del Mundo en España 1982.
Sin embargo, ese espectacular y mágico pase de espaldas no sería el único sello del brasileño. Mientras una dictadura militar se prolongaba en su país, Sócrates salía a jugar con cintas en la cabeza que llevaban mensajes sociales, dardos que resultaban tan precisos como sus pases, para exigir las múltiples libertades copadas en ese momento. Como capitán del Corinthians, él y sus compañeros fundaron la ideología de La Democracia Corinthiana, donde todas las decisiones dentro de la institución se harían a través del voto de todos los trabajadores del club, desde jugadores hasta utileros.
Este modelo no sólo los llevó a ser campeones, también funcionó para poner en boca de la ciudadanía esa palabra tan compleja y esperanzadora hasta el día de hoy: democracia. Fue en ese momento donde Sócrates comenzó a encabezar manifestaciones sociales, y la ciudadanía decidió acompañarlo a tomar las calles, a exigir libertad y democracia.
Amigo íntimo del ex presidente e intelectual, Lula Da Silva, Sócrates pudo ver el resultado de esa lucha, décadas después, cuando las políticas sociales por fin se implementaron en el lugar donde nunca antes habían llegado. En realidad, el futbolista siempre fue escuchado dentro de la administración de Lula, un aficionado más del Corinthians.
Médico de profesión, irónicamente Sócrates falleció de una complicación en la cirrosis crónica que le afectó durante los últimos años de su vida. Excepcional que un futbolista termine una carrera universitaria, mientras sus amigos y compañeros se preguntaban cómo podía ser futbolista profesional y además estudiante, Sócrates respondía con sencillez: “Eso es fácil, yo no entreno ni estudio”.
Con esa poesía que le caracterizaba para hablar, clavó la mirada en el vacío el futbolista afirmó: «El vaso de cerveza es mi mejor psicólogo, y prefirió desahogarse sólo con él y con nadie más.
«No me pidas coherencia, yo soy una metamorfosis ambulante», declaró al ser cuestionado por el agudo problema de alcoholismo que padecía al mismo tiempo que ejercía su profundo compromiso político y social.
Ahora, en un cumpleaños más sin él, solo queda extrañarlo y preguntarse si en la actualidad puede existir un futbolista que exija libertad dentro y fuera de la cancha, que se comprometa en la lucha de las manifestaciones sociales, que deje de ser una estrella para ser un ciudadano más. Y es que en épocas de muros, refugiados huyendo de la guerra y un racismo que renace, nos urge de nuevo un Sócrates. Feliz cumpleaños, doctor.
*Por Héctor Ordoñez para Apuntes de Rabona