La patria es el otro, el debate es la estrategia

La patria es el otro, el debate es la estrategia
2 diciembre, 2016 por Redacción La tinta

El miércoles de la semana pasada, tras un acuerdo con funcionarios del Gobierno Nacional, diversas organizaciones obtuvieron una serie de conquistas bajo el nombre de “Emergencia Social”. Dos notas críticas del periodista Horacio Verbitsky en Página/12 y una serie de publicaciones en redes sociales por parte de referentes del kirchnerismo, abrieron un debate en algunos sectores de la militancia popular que puso al descubierto la ausencia de una estrategia acabada y tangible que enfrente al macrismo.

 

Los términos del debate

Verbitsky titula su primer nota “Garrote y chequera” y empieza diciendo: “Mientras blande la lapicera de firmar cheques para que movimientos sociales apadrinados por Bergoglio se abstengan de participar en cualquier conflicto durante tres años, Macri desoye al sistema de derechos humanos de la ONU que dispuso la libertad inmediata de Milagro Sala”. La imputación es tan clara como baja.

Iniciar un debate con una acusación es básicamente nunca iniciarlo. Amerita estar libre de pecado, cosa que en el terreno de la política es casi imposible. El agraviado siempre responderá a la ofensa con otra, los debates se personalizarán y tenderán a caer lentamente en el terreno de la chicana, del no-debate. Esta clase de actitudes implican siempre una irresponsabilidad política y, en este caso, un desentendimiento de las exigencias del momento político.

En las redes sociales la ex legisladora porteña y referente de Nuevo Encuentro, Gabriela Cerruti, sentenció: “Renunciar a la protesta y al reclamo no sólo es una claudicación moral y ética. Además, es inconstitucional”. Y continuó: “La militancia de las organizaciones políticas y sociales de ese espacio tienen otra entereza, otros valores y otras prácticas”. Este mensaje teledirigido a los posibles debates internos de las organizaciones que lograron el acuerdo (centralmente al Movimiento Evita), implica sin dudas una operación política (de manual) que conlleva costos negativos para las búsquedas del campo popular, centralmente por los tiempos que acontecen, por quiénes los hacen acontecer y por quienes más lo sufren.

El debate es el sujeto

La avanzada neoliberal sobre el continente que se inició a finales de la década del ’70 mediante cruentas dictaduras cívico-militares, significó la sistemática exclusión de millones de personas de los ya malogrados círculos de integración capital-trabajo. El empleo formal, en blanco, con plenos derechos comenzó a ser una quimera para porcentajes enormes de trabajadores y trabajadoras.

movilizacion-dia-trabajador-dynpablo-aharonian_claima20160429_0270_29-765x510Para quien siquiera lograba un empleo formal flexibilizado no quedaba más remedio que rebuscársela. La venta ambulante, el cartoneo, la asociación cooperativa textil, la recuperación de fábricas, todos estos comenzaron a ser mecanismos de supervivencia que pasaron a lograr mayores niveles de organización. El sujeto excluido (“lumpen” para algunas izquierdas, “planero” para el sentido común reaccionario) pasó a ponerle nombre a su actividad: la economía popular.

Los gobiernos progresistas que entraron en escena a comienzos del siglo XXI tuvieron que dar respuesta ante el fenómeno de la exclusión y la organización popular. El kirchnerismo, lejos de lograr una reinserción de estos sectores en las filas del trabajo formal, sí favoreció su capacidad de consumir determinados servicios y productos. Los “lumpenes”, “planeros”, pasaron a ser “sujetos de inclusión mediante el consumo” para el programa económico neodesarrollista. Ahora bien, el salto de lo reivindicativo a la consolidación política e institucional de estos sectores fueron pasos que se dieron en pequeñas escalas si consideramos una correlación de fuerzas favorable a los intereses populares.

En palabras de Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), “Cristina hizo un gran esfuerzo por distribuir la riqueza, pero en paralelo hubo un proceso de concentración y extranjerización de la economía que evidentemente fue un límite. Faltó protagonismo de los trabajadores”. Los millones de integrantes de esta economía popular hoy son los que más sufren los reveses del plan de ajuste que Cambiemos sostiene y lleva adelante sin muchos sobresaltos.

El kirchnerismo, lejos de lograr una reinserción de estos sectores en las filas del trabajo formal, sí favoreció su capacidad de consumir determinados servicios y productos.

Pretender que estos sectores vapuleados resuelvan en un año adverso lo que un proyecto político no resolvió en doce, es como mínimo muy pretencioso. Más aun cuando los últimos cuatros años de gestión kirchnerista priorizaron más patear la pelota hacia adelante que buscar la superación de las limitaciones de un proyecto nacional y popular ante la crisis global capitalista.

Si se busca entonces el debate político, el debate estratégico, hay que pensar quiénes son los sujetos que serán protagonistas de la alternativa política superadora, en qué situación están, qué organización necesitan, cómo superar las limitaciones sufridas. Lejos se debe estar de acusarlos de garantizar un “diciembre tranquilo” para el gobierno. Lo sabemos bien, cuando hay crisis los muertos los pone el pueblo.

El debate es la estrategia

castro-ctepSi un trabajador ingresa a una empresa donde el contrato dice “usted renuncia a todos sus derechos”, por más que el trabajador lo firme, los derechos siguen estando ahí ya que nadie puede renunciar a ellos. De la misma manera nadie puede (ni debe) renunciar al derecho a la protesta, aunque lo firme en un papel.

La estrategia de determinados sectores del kirchnerismo de acusar de “traidores” a quienes no acompañen a Cristina en su posible interna contra el Partido Justicialista, está lejos de ser constructiva. Más aun si las limitaciones del proyecto político kirchnerista no se ponen en la arena del debate. Si la discusión del 2017 es “el que no aplaude se va”, mejor ir cerrando la persiana ahora.

Queda claro que en estos momentos nadie puede poner las manos en el fuego por otro, pero de ahí a tirarlo a la caldera… ¿Acaso diferentes declaraciones de Macri y Prat Gay no pusieron en evidencia que la “Emergencia Social” al gobierno lo incomoda? ¿Cuál es entonces el error político? Es necesario correrse del debate riesgoso de “Traidores vs. Leales” y tener la altura de asumir que existen estrategias distintas en el marco de varias internas abiertas.

Es necesario correrse del debate riesgoso de “Traidores vs. Leales” y tener la altura de asumir que existen estrategias distintas en el marco de varias internas abiertas.

Ahora bien, Esteban Castro, quien es a su vez militante del Movimiento Evita, sostiene que “es un momento defensivo, donde el objetivo es que los compañeros no se queden sin trabajo y que los que vienen de más abajo, ganen derechos; y desde esa lucha generar las bases para avanzar”. Tampoco el debate político y las estrategias electorales del 2017 se decantan mecánicamente de los triunfos reivindicativos (que no dejan de ser paliativos).

El quehacer político y estratégico golpea a la puerta, está a pasos nomas. Si la estrategia es transformadora, no todos están en la misma vereda. Refugiarse en el “momento defensivo” o hacerse el desentendido, no es eterno, no es responsable, no es gratuito. Como bien dice el dicho, el que calla también otorga.

 

*Por Juan Manuel Erazo para Notas.

Palabras claves: CTEP, Emergencia Social, Horacio Verbitsky, kirchnerismo

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