El Ballet del Colón denuncia que no puede usar el teatro y cuestiona a Maximiliano Guerra
El jueves se difundieron por las redes sociales una serie de textos de los bailarines del Ballet Estable del Teatro Colón (BETC) en los que denunciaban la utilización de la sala principal del ballet y la lírica de la ciudad para eventos privados y cuestionaban a Maximiliano Guerra por su rol como director y coreógrafo del ballet.
En un primer texto compartido en Facebook, el BETC denunciaba: “Estamos cerrando nuestra temporada fuera del Teatro Colón, ya que las dos únicas funciones de Giselle programadas dentro del Teatro fueron canceladas por “un error de programación”. El posteo manifestaba su repudio a los “eventos privados que se celebran cada vez con más frecuencia y afectan la disponibilidad de la sala principal del teatro”. Además del alquiler de la sala para presentaciones como las de Al Pacino o Gerard Depardieu, el Gobierno de la Ciudad la ha utilizado incluso para celebrar casamientos.
Federico Fernández, primer bailarín del Ballet, criticó desde su cuenta personal de Facebook la realización de “recitales que se amplifican en un teatro que no lo necesita, dañando así su acústica y su edificio” y además denunció que para algunos de estos eventos se “rompieron puertas de los palcos, butacas y la plaza del Vaticano con perforaciones para poner cámaras”. Luego confirmó que “como regalo de fin de año” la sala principal del teatro le será cedida a Hugo Moyano para hacer una fiesta para 1.500 personas por el Día del Camionero y que están programadas presentaciones de Cacho Castaña y Gladys, la bomba tucumana. “Nada en contra de ellos pero nosotros no estamos en nuestro escenario y ellos sí tiene la posibilidad de presentar sus shows en cualquier sala”, concluyó.
El cuestionamiento que hacen los bailarines del BETC respecto al uso que el director del teatro, Darío Lopérfido, ha decidido priorizar para su sala principal no parte de consideraciones estéticas sino de que el cronograma de uso ha terminado desalojándolos de su propia casa . Así, este viernes 16 la sala estará ocupada por un concierto de Cacho Castaña y el BETC tiene que presentar Giselle en el anfiteatro del Parque Centenario. Pero Lopérfido intenta hacer de la necesidad virtud festejando desde su Facebook: “Es lindo también terminar el año con un gran ballet como Giselle en funciones gratis en Parque Centenario”.
Pero el cuestionamiento de los bailarines va más allá. Además del uso del espacio plantean que para la temporada 2017 tienen programados apenas cuatro títulos y 22 funciones en el Colón. En comparación, el Ballet del San Martín, que espera poder contar con su teatro rehabilitado para el próximo año en que se festeja el 40 aniversario de existencia de la compañía, prevé realizar no menos de 40 funciones.
En un posteo posterior explican: “Al día de la fecha nos encontramos sin esperanzas, la temporada 2017 sigue siendo en detrimento del Ballet Estable, con únicamente cuatro títulos en el Teatro, 22 funciones, una Gala en donde la compañía tendrá escasa participación (en el ballet Margarita y Armando donde siete varones bailarines caminan en el escenario)”. “Sentimos que nos cierran el telón en nuestra propia casa”, agregan. A este panorama desolador se suman cuestionamientos por una re programación de El lago de los cisnes que nunca sucedió, giras a Mar del Plata y Corrientes de las que se desistió a último momento y la cancelación de Giselle en La Plata por un conflicto con el Teatro Argentino.
Los integrantes del BETC responsabilizan por esta situación directamente al director del ballet, Maximiliano Guerra, designado en febrero de 2015 por Darío Lopérfido. “Desde que asumió esta dirección, hace casi dos años, seguimos esperando resultados a los pedidos que ha realizado constantemente la compañía”, plantean. Entre estas promesas incumplidas enumeran la necesidad de un grupo médico especializado (porque “ni siquiera es posible conseguir una bolsa de hielo al instante en que un bailarín sufre una caída, un golpe o una lesión”), un gimnasio equipado, camas de Pilates, barras perimetrales y una nueva iluminación para la sala 9 de julio, además de mayor cantidad de funciones en el Teatro, más giras y títulos por temporada.
También denuncian “la pérdida de nuestro repertorio y tradición”, ya que Guerra ha insistido en poner sus propias obras, pese a que había prometido no hacerlo, lo que ha implicado la prohibición para el BETC de realizar obras de Sir Kenneth MacMillan “dadas las similitudes con la obra de Maximiliano Guerra”. Entre los cuestionamientos al ex bailarín mencionan imprevisión en el armado de los elencos, casos como la llegada a una situación de ensayo pregeneral con una coreografía aún inconclusa o una constante inasistencia a los ensayos lo que, ante la falta de “maestros ensayistas capacitados”, implica que no se puedan tomar decisiones coreográficas sobre sus piezas “lo que ralenta y precariza el nivel de calidad de cada ensayo”.
Fuente: Notas.