Brasil: aliados de Temer quieren echar del parlamento al único diputado abiertamente gay
«El tipo se sienta atrás de mí en las reuniones de las comisiones de la Cámara y empieza a decirme: “Che, putito, ¿te rompieron mucho el culo esta semana? Yo lo ignoro, hago de cuenta que no escuché, pero él insiste. Parece un chico de quinto grado», me contó tiempo atrás mi amigo Jean Wyllys, diputado nacional brasileño y primer activista gay que llega al parlamento de ese país. «El tipo» es Jair Bolsonaro, un exmilitar que también es diputado y tiempo atrás dijo que no violaría a la legisladora y exministra de Derechos Humanos Maria do Rosário «porque no se lo merece, porque es fea». El mismo que usó su declaración de voto en la sesión que aprobó el inicio del proceso de impeachment contra la presidenta electa Dilma Rousseff para homenajear a quien la torturó, Brilhante Ustra, el Alfredo Astiz brasileño, conocido por introducir ratas en las vaginas de las mujeres en la oscuridad de los campos de concentración de la dictadura militar. «Vos tendrías que contar todo eso, Jean», le dije, pero su respuesta fue una mirada de resignación. «En la Cámara es así, los tipos me odian. No soportan que un puto nordestino tenga 145 mil votos y pueda discutir de igual a igual con ellos».
No es fácil ser Jean Wyllys en un parlamento con valores tan deformados como el brasileño. Un parlamento que tuvo al hoy preso Eduardo Cunha como presidente de una cámara y aún tiene al imputado Renan Calheiros como presidente de la otra. El mismo Congreso que ya tuvo como presidente de la Comisión de (¡jodeme!) Derechos Humanos a un pastor evangélico que le pide el pin de la tarjeta de crédito a los fieles, que ya dijo que los negros descienden de un ancestro maldito y que Dios mandó a matar a John Lennon. No, no es broma.
Desde que fue electo por primera vez, Jean es visto por muchos de sus pares como un intruso, una presencia indeseable que debería ser extirpada de esa fraternidad de “hombres de bien”, dueños de cuentas bancarias en Suiza y de reductos electorales controlados con clientelismo. Pero no lo odian apenas por ser gay: de hecho, una de las cosas que más le critican es no ser como el “entrañable” Clodovil, un exdiputado, también homosexual, que nunca reivindicó políticamente los derechos civiles de la comunidad ni hizo más que ocupar un lugar decorativo. Jean Wyllys molesta porque, además de ser gay, es inteligente, es un cuadro político y no acepta el papel subalterno o pintoresco que a ellos les gustaría que ocupara, junto al payaso Tiririca. Y, encima, conquistó muchos votos: fue el séptimo candidato más votado de los 46 electos por el estado de Río de Janeiro en las últimas elecciones (en Brasil, las elecciones para diputado no son por lista), con una campaña mucho más barata que las de todos los otros diputados que fueron reelectos, apoyado, entre otros, por los músicos Caetano Veloso y Chico Buarque y por el actor Wagner Moura, su amigo de toda la vida.
En su primer mandato, Jean eligió participar de la Comisión de Finanzas y Tributos: ¡qué osadía, el maricón quería discutir el presupuesto nacional! Autor de proyectos de ley relevantes y bien fundamentados; premiado tres veces como el “mejor diputado de Brasil” por el sitio Congreso en Foco, que reúne a los periodistas acreditados en el parlamento; distinguido por la revista británica The Economist e o Daily Telegraph como una de las 50 personalidades más destacadas del mundo en la defensa de la diversidad (junto a nombres como Barack Obama y Bernie Sanders), Jean conquistó prestigio en el parlamento y subvirtió para siempre el lugar destinado a los homosexuales en la política brasileña.
Por eso lo odian tanto
Los ataques contra él son muchos y variados. Primero empezaron a divulgar en las redes sociales que, en una entrevista a la radio del grupo Globo, Jean había defendido la pedofilia — al final, el gay siempre tiene que ser presentado como un peligro para los niños. “El pedófilo ocupa un lugar importante en la educación de los chicos”, fue la frase que le atribuyeron. Claro que era una mentira ridícula y la propia radio sacó un comunicado oficial explicando que Jean jamás había dicho eso. Pero, en esta época de “post verdades”, ya era demasiado tarde: la mentira ya había sido compartida por miles de personas en internet.
Y fue apenas la primera. Jean Wyllys ya fue acusado falsamente de haber presentado un proyecto de ley para alterar pasajes de la Biblia (sí, parece joda), otro para implantar la enseñanza de la religión islámica en las escuelas (!!), otro para obligar a todos los niños a cambiar de sexo (una distorsión ridícula de un proyecto que yo mismo ayudé a redactar, inspirado en la ley de identidad de género argentina), de haber dicho que los cristianos son “payasos” y la Biblia es un chiste, de defender el matrimonio entre personas y animales y de prometer que se iría de Brasil si el impeachment, al que se opuso, fuera aprobado. «¿Todavía acá, diputado?», le preguntan los haters, creyéndose su propia mentira.
En un video, Jean decía que las policías militares de Brasil tienen una formación racista, que las hace creer que los negros son más peligrosos que los blancos. Un diputado del estado de Pará que es comisario editó el video y dejó, apenas: “Los negros son más peligrosos que los blancos”. Compartido por miles de personas en Facebook, el video sugería que Jean era racista. Justo él, que denuncia en el Congreso el exterminio de la juventud negra y pobre por la guerra contra las drogas.
Cuando no editan sus discursos, directamente los inventan. Fabrican proyectos que jamás presentó y crean de la nada posiciones que no son las suyas, como cuando lo acusan de “chavista” sin haber leído todo lo que Jean escribió sobre Maduro. Cada mentira tiene la intención de borrar su imagen de diputado serio y honesto, profesor universitario, periodista y activista de derechos humanos. Tratan de convertirlo en una especie de enemigo público, un loco con ideas extravagantes, un peligro para la juventud, un enemigo de la familia, un intolerante. Es curioso: aquel que lucha contra el odio, por no aceptarlo, es acusado por homofóbicos de ser “intolerante”. Aquel que defiende los mismos derechos para todas las familias es acusado de “enemigo de la familia”.
Esa estrategia viene acompañada por un acoso personal insoportable dentro del parlamento. Además de insultarlo en las reuniones de las comisiones, el fascista Bolsonaro lo hace en el micrófono. “Idiota”, “imbécil”, “vos usás papel higiénico para limpiarte la boca”, “culo ambulante”, “diputado que ama el aparato excretor” son algunas de las cosas que Bolsonaro gritó contra Jean Wyllys en plena sesión, saliendo en vivo por la TV Cámara.
La intención siempre fue provocar una reacción que colocara a la víctima en el papel de agresor, para descalificarla. Y fue lo que finalmente ocurrió el día de la votación del impechment, después de más de cinco años de calumnias, ofensas homofóbicas, campañas difamatorias y amenazas de muerte. Después de aguantar una lluvia de gritos e insultos durante su voto, en una de las sesiones más difíciles y tensas de la historia del Congreso brasileño, Jean no consiguió más contener la bronca y la indignación y escupió en dirección a Bolsonaro. El hijo del apologista de la tortura, Eduardo, que también es diputado, respondió con otra escupida contra Jean, pero sólo el maricón fue enviado para el Consejo de Ética de la Cámara de Diputados. Ahora, la coalición de los bloques evangélico, ruralista y de la “mano dura” (la llamada “bancada BBB”, por “buey, Biblia y bala”), la misma que apoyó al corrupto Eduardo Cunha como presidente, quiere destituir o suspender el mandato del primer activista gay y defensor de los derechos civiles a ocupar una banca en el Congreso brasileño.
Hasta el actual presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, un diputado de derecha que está en las antípodas ideológicas del pensamiento de Jean, quiso archivar la denuncia firmada por un ex-actor porno devenido moralista y bufón de la ultraderecha fascista, Alexandre Frota, y otras figuras del mismo nivel. Sin embargo, los aliados del preso Cunha, que no le perdona a Jean por haberle dicho ladrón en una sesión, forzaron una votación en la mesa de la Cámara y asumieron como propio el pedido de sanción.
Ahora, el Consejo de “Ética” de una casa habitada por varios mencionados en la “Lava-Jato” (la investigación judicial sobre la corrupción en Petrobrás) y en la lista de coimas de la empresa constructora Odebrecht, imputados por diversos crímenes, explotadores de la fe ajena y representantes de lo más putrefacto de la vieja política pueden iniciar un proceso de destitución o suspensión del mandato de un diputado que jamás fue acusado de ningún acto de corrupción o desvío ético, bajo el pretexto de haber escupido en dirección a aquel que hace seis años lo insulta y lo difama y cuyos seguidores lo amenazan de muerte en las redes sociales.
El Consejo de “Ética” puede expulsar de esa fraternidad de “hombres de bien” al maricón empoderado que cometió el crimen gravísimo de ser culto, formado, preparado, y conquistar prestigio social, reconocimiento internacional y muchos votos, desafiando el papel que cabía a los homosexuales en una democracia que aún permite que más de 300 LGBTs sean asesinados en espeluznantes crímenes de odio.
Esos que se negaron año tras año a debatir honestamente los excelentes proyectos de ley de Jean Wyllys —proyectos elogiados por especialistas y organizaciones de la sociedad civil por su relevancia y seriedad, pero cajoneados en el Congreso más conservador desde el golpe de 1964— quieren callar su voz, porque los incomoda mucho. Después del golpe que sacó del poder a una presidenta electa, ahora quieren sacarle el mandato a un diputado de la oposición, el único homosexual fuera del armario del parlamento. Que la sociedad brasileña y los países democráticos de la región no lo permitan.
*Por Bruno Bimbi publicado en el Blog de TN