La revolución Wagner
Hay un entrenador que sacude los estándares del fútbol europeo. La historia de David Wagner y su Huddersfield reluce entre el barro del ascenso inglés. Un viaje a unas islas suecas deshabitadas, canoas, pesca, vida silvestre. Sin electricidad, sin baños, sin señal de celular y sin pelotas de fútbol. Como dice Wagner: “Lo hicimos incómodo porque la Championship no tiene comodidad”.
Imaginemos esto: un grupo de hombres citadinos llegan a unas islas vírgenes de Suecia para ponerse a prueba en un lugar inhóspito y deshabitado. Sumale unas cámaras y sería una cosa tipo Expedición Robinson. Pero resulta que no hay cámaras y el grupo de hombres que arman carpas, van en canoa de un lugar a otro, buscan agua potable y pescan como pueden, es el plantel del Huddersfield Town, equipo de la Championship, la segunda división de Inglaterra.
Están en este rincón del mundo por decisión de su entrenador, el alemán David Wagner. Este reality no televisado tuvo, para Wagner, un ganador: “Yo no era muy bueno pescando, pero estaba todo bien: teníamos a Jonathan Hogg. Él es un sobreviviente”. Después de esos días en Suecia, el volante central pasó a ser titular indiscutido y uno de los jugadores más importantes del equipo: jugó 17 de los 20 partidos del campeonato.
David Wagner es alemán, de padre estadounidense, ex delantero y estudió Biología y ciencia deportiva durante cinco años. Como jugador, ganó la copa UEFA con el Schalke en la temporada 1996/97, jugó 8 partidos para la selección yanqui a pesar de considerarse 100% alemán y, si buscamos su nombre en Google, sabremos rápidamente que compartió cuatro años en el FC Mainz con el excéntrico Jürgen Klopp, que fue su compañero de habitación en las concentraciones, que se hicieron tan amigos que Klopp es padrino de la hija de Wagner, quien a su vez fue best man -caballero de honor- en el casamiento de Klopp, donde dio un discurso que no recuerda porque estaba muy borracho. Pero hasta aquí no hemos explicado por qué es el mes de julio -plena pretemporada- y el plantel del Huddersfield está en unas islas suecas diseccionadas de lo que algunos conocen como la civilización.
Bueno, vamos a eso.
Cuando llamó a Wagner, lo primero que le preguntó el presidente del Huddersfield es si podía darle una identidad al club. Ahí nació el germen de los cuatro días en Suecia. Ir en canoa de isla en isla 8 horas por día, construir carpas, encontrar agua potable y comida. “Pescamos, cocinamos. No había electricidad ni baño ni señal de celular. ¡Fue genial! -sonrió Wagner-. Así fue el entrenamiento, por cuatro días. Sin pelotas. Lo hicimos incómodo, porque en la Championship no hay comodidad”.
Había dos personas por carpa que rotaban cada día. El alemán quería que sus jugadores charlaran entre ellos, no sólo sobre fútbol sino sobre sus familias, el mundo, etc. Wagner jura que ahí se formó lo que él llama la identidad del terrier –the Terrier’s identity-, porque el fútbol que él ama es como ese perro. Define Wagner: “No somos el perro más grande, somos pequeños, pero somos agresivos, no tenemos miedo, queremos competir con los perros grandes, somos veloces, movedizos y resistentes. No abandonamos. Y este equipo seguro que tiene espíritu de lucha”. Él le dice la Terrier’s identity, pero en los pasillos del John Smith Stadium los hinchas no hablan de otra cosa: the Wagner revolution.
El campamento sueco fue, además de una excentricidad, una fecha de fundación. El momento iniciático de un equipo que lleve el sello de autenticidad Wagner, después de que el entrenador llegara unos meses antes y salvara del descenso a un equipo ya armado que naufragaba en el puesto 19. Eligió los jugadores -sumó 13 refuerzos- y estableció por contrato que los jugadores están obligados a vivir a menos de 15 millas del campo de entrenamiento, que es en doble turno. Una de las sesiones se programa para la hora en la que va a comenzar el próximo partido.
El plantel, fortalecido por los viajes en canoa, la pesca, los pescados cocinados al fuego, se convenció del mensaje de Wagner. En los primeros once partidos del campeonato, el Huddersfield ganó ocho partidos, empató uno y perdió sólo dos. Ahora merodea en los puestos de ascenso a la Premier League, con uno de los presupuestos más bajos del torneo.
No sabemos si su nombre se pronuncia Deivid Vágner por su padre yanqui o David Vágnah por su madre alemana, lo que sí sabemos es que David Wagner está haciendo ruido en el fútbol inglés. Varios clubes de la Premier League le hicieron sonar el celular, pero por ahora el entrenador no atiende los llamados. “Estamos en el principio del viaje”, desliza el alemán. En la ciudad de Huddersfield es amado y se identifican con su filosofía. “Me alegra que hayan apoyado mis ideas, aunque algunas parezcan locas. Es algo que necesitás cuando vas a crear algo”, completa.
El Huddersfield es el único equipo inglés, junto con el Manchester United, el Liverpool y el Arsenal, que ganó 3 títulos consecutivos en primera división. Pero esas copas ya juntaron casi un siglo de polvo en las vitrinas y los hinchas de Huddersfield sueñan con volver a los buenos viejos tiempos. The good old times. Para eso, hace falta una revolución. La revolución de los terriers de Wagner.