Operación México: La militancia, el amor y la traición
La película cuenta la historia de Tucho Valenzuela, utilizado de anzuelo para capturar a la cúpula de Montoneros. Para el director Leonardo Bechini y el actor Luciano Cáceres, el objetivo de la película es recuperar a uno de los hijos apropiados.
Operación México es el primer largometraje de Leonardo Bechini. Una película realizada de forma independiente –es decir sin el respaldo económico de las grandes empresas de la industria cultural– que trata sobre una parte de la historia argentina en clave política y también humana.
Tucho Valenzuela, militante de Montoneros, fue secuestrado en Mar del Plata en 1978. Lo llevaron junto a su compañera embarazada, María (Raquel Negro), y su hijo Sebastián a la Quinta de Funes, un centro de detención donde la tortura no era física sino psicológica. Allí, los militantes secuestrados y los oficiales convivían en un clima de asados y pileta.
Desde antes de su estreno, la temática generó polémica por dar cuenta de una parte de los setenta desde otra perspectiva. Es la primera película que aborda desde las entrañas de Montoneros las diferencias que existían entre la militancia y la cúpula de la organización.“Una autocrítica que no avala la teoría de los dos demonios: los militares robaron bebés y cometieron genocidios. Y nosotros tenemos una mirada amorosa hacia la militancia, que se jugaba el todo por el todo”, asegura Bechini.
“Relacionarlo con esa teoría tiene que ver con la idea de algún estúpido tilingo que no entiende la dimensión de una historia donde los personajes están signados por el amor y la traición. Uno resalta el verdadero espíritu de la militancia, dejarles a los hijos algo mejor que estos asesinos. Tucho es un tipo que vio todo, se jugó todo, es acusado y llevado a juicio de guerra por sus propios pares por traición al movimiento cuando lo único que hizo es intentar salvarlo”.
“Entre María y Tucho hay un pacto de amor que es fundacional de esta relación: ‘si lo hacés no me ves más, y si no lo hacés tampoco nos vamos a ver más’. Esta película habla de los ideales y del amor, de dos personas que dejaron de lado la comodidad pensando en un bien común. Eso es lo más potente que tiene”, le cuenta a Cítrica Luciano Cáceres, el actor que interpreta a Tucho en la película.
Para el director, María y Tucho estuvieron presentes en todo el rodaje. Circuló una energía inexplicable donde las luces se caían y las cámaras se tildaban, defectos técnicos que no habían sucedido antes en la grabación. “Lo movilizante fue que pasaban cosas extrañas a nivel energías y climas. Ximena (Fassi) le había pedido permiso a María para interpretarla, yo me agarré de eso y les hablé a los dos. Les dije: ‘No los quiero volver a matar, los quiero eternizar’. Y ahí lo pudimos filmar. Estuvieron y ahora están acompañando a la película”, afirma el director.
María estaba embarazada al momento de perder su libertad. Tuvo una nena y un varón que fueron apropiados. Sabrina recuperó su identidad en 2008 y sigue buscando a su hermano. “El fin último es ver si podemos recuperar al nieto, al mellizo que todavía no encontramos. Mientras sigamos teniendo presente la vida de todos los compañeros desaparecidos estamos despertando conciencia en el otro. Y ese otro va a hacer un efecto multiplicador que quizás despierte curiosidad en un nieto. Me fascinaría que el mellizo vea a su mami y conozca la lucha de sus padres. Ese sería el cierre de la película. Queremos que circule, mientras haya uno que la vea existe la esperanza de poder encontrarlo”, se ilusiona Bechini.
“Yo me quise contactar con Sabrina. Al principio se negaba, finalmente me invitó a su casa en Victoria, Entre Ríos. También conozco al Quinque, al pibito de dos años. Les parecía muy raro todo esto: ‘Que el de Graduados vaya a hacer de mi papá en una película’. Sabrina, después de cinco horas de reunión, nos mostró la caja que les dieron en Abuelas con fotos y un librazo de testimonios de familiares y conocidos de Tucho. En esa caja estaba cómo agarraba el pucho, todo, nunca contás con esa descripción así tan potente. Eso fue muy generoso de su parte. Hice el Tucho posible, el que podía hacer yo”, relata Cáceres. Con esa caja, llena de recuerdos y de dolor, pudo acercarse más al Tucho Valenzuela que soñaba con un mundo mejor.
*Por Mariana Aquino para Revista Cítrica.