¿El problema de las drogas?

¿El problema de las drogas?
31 octubre, 2016 por Redacción La tinta

Ante la imposibilidad de seguir escondiendo un problema que está corroyendo de modo acelerado la escasa trama social solidaria existente en Argentina, ahora los medios masivos de (in)comunicación y los políticos, empiezan a hablar como loros sobre “el problema de la droga”.

 

guerra-2-al-narcotrafico-problema-de-las-drogas-politicos-policia-jueces-desarrollistasEs decir, ante una problemática indisimulable y compleja, de la que esas mismas empresas de (in)comunicación, esos mismos políticos, más jueces, policías y bancos, desarrollistas inmobiliarios y pooles de siembra, son partícipes, generadores y beneficiarios, lo que hacen es confundir y desviar la mirada de todos hacia dónde no se ve sino un caminito interminable de pequeñas hormigas, mientras por el costado pasan elefantes y ballenas.

Si tenemos que pensar la problemática en cuestión, tendríamos que quizás descomponerlo en: 1) la violencia; 2) el negocio; 3) la corrupción; 4) la adicción o consumo problemático; 5) la falta de opciones para la vida de millones de jóvenes. Pero en ningún caso el problema es “la droga”.

Digámoslo claramente: el discurso que insiste en el “problema de la droga” es una fetichización de una problemática/relación social compleja en un objeto inanimado, variado en su composición química, y que de por sí no puede significar un problema: ¿cómo el clorhidrato de cocaína puede ser un problema en sí mismo? ¿cómo pueden serlo los tetracanabinoides o metilenedioximetanfetamina? Ni siquiera la adicción o consumo problemático es producido, en la mayoría de las sustancias, “por la droga”.

Es importante comprender que “la toxicomanía es un concepto desconocido hasta hace un siglo, mientras los tóxicos básicos –y su libre consumo- existen hace milenios. No olvidemos, asimismo, que todos los animales investigados hasta ahora –desde caracoles a muchas familias de insectos, vertebrados ovíparos y mamíferos- se intoxicarán espontáneamente con vegetales psicoactivos y drogas sintéticas. Todos ellos dan muestra también de una rigurosa moderación al hacerlo. Llamativamente, esta regla sólo se altera cuando les despojamos de libertad y le infligimos torturas adicionales”.[1]

El discurso que insiste en el “problema de la droga” es una fetichización de una problemática/relación social compleja en un objeto inanimado, variado en su composición química, y que de por sí no puede significar un problema. Ni siquiera la adicción o consumo problemático es producido, en la mayoría de las sustancias, “por la droga”.

Descartado entonces que “el problema” sea “la droga”, hay que encarar la problemática que muestra hoy el mercado de las drogas. Si uno observa la enumeración propuesta anteriormente, puede darse con la sorpresa que: consumo y adicción, violencia, corrupción, negocio y falta de oportunidades para los empobrecidos, no se parecen en nada a la descripción de los efectos o composición de “una droga”, sino a un cúmulo de características que sirven para describir la estructuración, funcionamiento y efecto de otra cosa: el capitalismo.

Pero así como “la droga” no es el problema, tampoco es un fin en sí mismo: si existe toda esta enorme cantidad de gente vinculada al narcotráfico, no es “por la droga” o sus efectos, sino por el dinero que genera y sus efectos: nuevamente el capitalismo. Si observamos a los actores implicados en toda la cadena de esta problemática: banqueros, desarrollistas inmobiliarios, pooles de siembra, cadenas hoteleras, traficantes de armas, políticos, jueces, policías, narcotraficantes, mulas, transas, “soldaditos” y consumidores, vemos con absoluta claridad que la inmensa mayoría de ellos quizás en su vida hayan tocado “droga”, con excepción hecha de los “eslabones menores” de la cadena.

Eso tiene que quedar clarísimo: no es la droga la que genera la problemática/relación social, es el dinero y la búsqueda de ganancias exorbitantes. Droga existió siempre, lo novedoso es que haya gente que se enriqguerra-4-al-narcotrafico-problema-de-las-drogas-politicos-policia-jueces-desarrollistasuece de manera descomunal vendiendo de manera ilegal, sin controles ni impuestos, diversas sustancias químicas.

Quiero ser más claro aún: si en lugar de sustancias químicas, lo que diera ganancias exorbitantes fuera el mercado de chupetines, toda esa gente hoy vinculada al narcotráfico, se encontraría vinculada al “chupetráfico”. Y de hecho, otros mercados igualmente lucrativos (y en este punto poco importa si “legales” o ilegales, y casi siempre vinculados entre sí), son los que están llevando a la pudrición y descomposición del tejido social: trata de personas (es decir, mercado ilegal de personas para diversos trabajos esclavos, los más recurrentes son con fines textiles, rural y sexual), megaminería, commodities (es decir, especulación con alimentos), especulación inmobiliaria (es decir, especular con la vivienda), mercado de armas, entre otros. Entonces, insisto, sin el negocio descomunal que implica el narcotráfico no existiría esta problemática social tal como la conocemos ahora.

La droga no produce corrupción, ni pone un arma en la mano de un joven, ni “produce” violencia por sí misma, y sólo en muy poco tipos de drogas “produce la muerte”, de hecho son muchísimos más los muertos producto de la disputa por el manejo del negocio, que por sobredosis de alguna droga. No es la droga la que produce desocupación y depresión, sin sentido, falta de esperanzas y horizontes, por el contrario si por algo es un producto exitoso en el mercado, es porque vende un momento de felicidad o la posibilidad de alterar la percepción del mundo que nos rodea. Quien produce las condiciones para el éxito rotundo del negocio ¡es el propio capitalismo!

Entonces, si hasta acá podemos llegar a un relativo acuerdo en que el problema es el negocio y la posibilidad de hacer enormes ganancias con el tráfico ilegal, y que los mayores beneficiarios de este mercado quizás nunca vean ni por foto la droga objeto del negocio, lo que garantizan los medios de (in)comunicación, los políticos y policías, al seguir hablando de “la droga”, y que se busque seguir “la ruta de la droga”, es que no se pueda jamás investigar a los que poseen los resortes y la estructura para que el negocio nunca deje de funcionar, y que la atención esté centrada sólo en los eslabones más bajos de la cadena, queguerra-1-al-narcotrafico-problema-de-las-drogas-politicos-policia-jueces-desarrollistas son quienes de algún modo tienen contacto con la sustancia química.

Como bien dice Esteban Rodríguez Alzueta, refiriéndose a la ciudad de Rosario: “si se sigue la ruta de la droga sólo se llegará a los perejiles (consumidores, dealers, transas eventuales). Hasta que no se siga la ruta del dinero y se investiguen los fideicomisos que existen detrás del boom inmobiliario y turístico –esas estructuras financieras que le permiten al narcotráfico reinvertir sus ganancias en los mercados legales para lograr autonomía respecto de las policías locales-, difícilmente puedan ponerse en crisis los campos criminales amparados –por distintas razones- por sectores de la Justicia y la dirigencia política, que hoy mantienen despiertos a los vecinos de Rosario, sobre todo a los residentes de los barrios más pobres”.[2]

 

*Por Sergio Job


[1] Escohotado, A. (1995) Aprendiendo de las drogas. Usos y abusos, prejuicios y desafíos. Ed. Anagrama.

[2] Rodriguez Alzueta, E. (2016) La máquina de la inseguridad. Ed. EME.

Palabras claves: drogas, Guerra contra el Narcotráfico, justicia

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