Peronismo, lucha de clases y una lectura de Cooke
“Todo planteo para la lucha debe partir del conocimiento de nuestra situación de país semicolonial, integrante de un continente semicolonial. La crisis económica, política y social que los sirvientes de la oligarquía terrateniente argentina y de la Gran Bretaña crearon y desarrollaron hasta sus últimas consecuencias a partir de setiembre de 1955, se descarga en una “solución” a costa de las grandes masas populares”. -J. W. Cooke-
Desarticulación de las relaciones sociales, quiebre de la subjetividad política y social de un país y sensibilidad económica a fuerza de la dureza de los procesos de ajuste, no son tres elementos del momento de excepcionalidad que vivimos -el de haber consagrado por vía del sufragio universal a un gobierno de castas históricas de la Argentina-, por el contrario, parece que el tiempo de desconcierto que atraviesa a militantes y activistas sociales, hombres y mujeres “de a pie”, abuelas, jóvenes y humildes que le ponen las costillas más flacas a las crisis económicas, es parte de la biografía histórica de las mayorías en nuestra patria.
Desde 1492 en adelante la lógica colonial y el despojo capitalista se hicieron carne en las latitudes del sur. América Latina y sus antiguas comunidades originarias fueron obligadas al exilio de la vida humana y condecorada con las fotos del folclore y el recuerdo. Las venas latinoamericanas abiertas y el chorro de sangre de sus pueblos campesinos, indígenas y trabajadores urbanos no ha parado un minuto de tanta hemorragia. Argentina nunca fue la excepción a la regla.
Maldito Peronismo
John William Cooke -el encargado de los trámites de Perón en la Argentina- solía decir que el 17 de Octubre de 1945, papanatas, delincuentes y bárbaros habían invadido el reducto de la democracia para exquisitos. El peronismo era para Cooke, ni más ni menos que la antítesis de la Argentina Liberal. Definición acotada y modesta para tanta izquierda oficial que nos viene de Europa. Apenas un aporte poco claro para pensar al movimiento político más proscripto de los años duros del país.
El peronismo es un fenómeno de lucha económica y política:
Económicamente, es la experiencia -mal que le pese a cierta historiografía nacional- que le ofrece resistencia al poderoso complejo de intereses oligárquico/imperialista que habían establecido para nuestro país un destino manifiesto: trocar productos agropecuarios por manufactura industrial, mientras se hacía tiempo para mirar por la ventana a los niños pobres pidiendo pan. Un espectáculo natural según las clases dominantes de este país.
Políticamente, es la nomenclatura que adquirieron los sectores populares y la clase trabajadora en la Argentina que se sentía más europea que latinoamericana. Es un movimiento de conciencia elevada de las masas negras, sucias y feas del país colonial, que ahora consideraban ser merecedores de descanso, respeto, salud y educación en un país de patrones rígidos y de ricos con herencias abultadas. El peronismo es un hecho maldecido por las clases dominantes de nuestro país y por la política burguesa que nos gobierna.
Ahora la salida es individual, no hay negación del liberalismo argentino, al estilo cookeano, porque ahora la economía hace directamente la política.
Como es un fenómeno político, la lucha de las clases en este sistema (que no es otra cosa que la pelea de los muchos de abajo, para que los pocos de arriba resignen sus lujos y así el resto podamos compartir el pan), también tomo forma de peronismo en los años de la Resistencia. A ese peronismo insumiso del que Cooke nos hablaba se le oponía la economía y la política de la elite nacional, como forma de superestructura cultural, que no estaba dispuesta a resignar privilegios ante la avalancha desprolija de tanta cabeza morena y cara curtida al sol -según Cooke la Unión Democrática fue el nombre electoral que tuvo la elite de aquellos años-.
Nuestra lucha política actual
El presente es imperfecto. Los nombres políticos de las clases altas argentinas se presentan por vía electoral, son “progresistas y republicanos” –como lo es su mejor ministro de finanzas- y vuelven con mayor sofisticación a darle “soluciones” a las masas trabajadoras para que su futuro sea más venturoso, aunque se trate de cercenar su presente.
Ahora la salida es individual, no hay negación del liberalismo argentino, al estilo cookeano, porque ahora la economía hace directamente la política: las corporaciones económicas colonizaron la estructura política del Estado, hoy más que ayer. En los próximos meses veremos el desfiladero de los Fondos Monetarios y los Bancos del Mundo explicando cómo amarrar el cinturón de nuestros pantalones gastados y llenos de agujeros, para no sentir tan fuerte el enmagrecimiento de nuestros salarios y nuestras pocas alegrías que van como por un tubo a alimentar grandes financistas nacionales y externos.
Una razón más a favor de Cooke: nuestro compañero llamaba “burocratización” a esa incapacidad del peronismo y de las organizaciones populares, de dar el salto a la defensa irrestricta de los humildes y las masas populares. Una más en nuestra contra: parece que algunos de los peronismos de oposición, los liderazgos políticos y los sindicales optan por la comodidad de mantener sus privilegios seguros, antes que por la inseguridad de la defensa del pueblo pobre que trabaja y no llega a fin de mes.
La tarea una vez más será de la formación y el despliegue de los movimientos sociales y populares para enfrentar nuestra situación de país semicolonial. En eso nos encontramos hace varios meses y años ya.
(*) Por Oscar Soto, educador popular de Mendoza, para La Tinta.
(**) Fotografías Mafia y Colectivo Manifiesto.