Los triunfos tardíos

Los triunfos tardíos
5 octubre, 2016 por Redacción La tinta

Pochettino y Berizzo, dos entrenadores con el sello de Bielsa, ganaron los partidos más resonantes del fin de semana futbolero mundial. Las medallas y los elogios llegan adonde Bielsa estuvo, cuando Bielsa ya no está ahí. En todo momento, en algún lugar, hay tiempo dándole la razón a Bielsa.

Cuando salieron los chorizos y las morcillas, empezaron a hablar de fútbol. Cuando salieron las costillas, uno de los que estaba en el asado les dijo: “El mejor de la zona no fue a la prueba. Es un chico corpulento, de 13 años. Vive en Murphy y está por firmar en Rosario Central”. Cuando sirvieron las mollejas, Jorge Griffa -hombre fuerte de las inferiores de Newell’s- y Marcelo Bielsa -su mano derecha- ya estaban camino a ese pueblo del sur santafesino, a 150 km de Rosario.

pochettino29La leyenda exagera que llegaron a las 2 de la mañana y tocaron la puerta: la madre y el padre, gente confiada de pueblo, los hicieron pasar y los llevaron a la habitación del chico. El pibe dormía, pero la madre levantó la frazada para que Bielsa y Griffa pudieran ver que tenía piernas de oso. Curioso: lo destaparon para verle las piernas y lo taparon para que no sea jugador de Central.

Cuatro años después de esa madrugada, con 17 en el lomo, ponía su firma por primera vez en una planilla de un partido de la división mayor de Newell’s al lado de su nombre: Pochettino, Mauricio Roberto. Junto a Bielsa, Pochettino hizo todas las divisiones inferiores, sus primeros años como profesional, ganó el título de la temporada 90/91, el Clausura ‘92 y fue subcampeón de la Copa Libertadores de ese mismo año. Como casi todos los de su camada -la camada entrenada por Bielsa- hoy es director técnico. Como casi todos los de su camada, se parece demasiado a Bielsa como para no darse cuenta.

6_20161003sdlmruEl fin de semana que pasó, el Tottenham de Pochettino, humilde subcampeón del más humilde campeón Leicester, pisoteó al Manchester City de Guardiola. Pochettino dio el paso que necesitaba para ser el entrenador de moda en Europa.

Andá a decirle, Eduardo

El médico de la selección chilena demoraba para poner un parche en la oreja del volante Matías Fernández y Bielsa -el entrenador- lo apuraba a los gritos. La primera vez, enojado. La segunda vez, todo mal. A la tercera, Bielsa, que ya no sabía cómo hacer, volvió al banco de suplentes, zamarreó a su ayudante y con los ojos inyectados en sangre le espetó: “¡Andá a decirle, Eduardo, por favor!”. El ayudante lo miró sin entender.

Veintisiete años antes, en un torneo de juveniles en Casilda, provincia de Santa Fe, el “Loco” separó a dos jugadores de Newerton de Cruz Alta. El diálogo que tuvieron lo reproduce Román Iutch en su libro “La vida por el fútbol”:

– Quiero invitarlos a jugar en Newell’s.

– Y…no sé – fue la respuesta dubitativa de ambos.

– ¡Ah, eso es preocupante! – les dijo Bielsa.

Uno de esos dos pibes era Darío Franco: inferiores, jugador y campeón en Newell’s -obvio, con Bielsa-, jugador de la selección argentina y entrenador del mejor equipo que haya pisado la segunda división argentina en la última década: el Instituto que pudo haber sido y no fue. El otro pibe se llamaba Eduardo Berizzo, y miraba a Bielsa sin entender, como lo haría casi tres décadas después.

El domingo, Berizzo -también Newell’s, también selección argentina, también entrenador- salió al estadio de Balaídos convencido de que con intensidad, agresividad y un fútbol audaz su Celta de Vigo podía tumbar al Barcelona. La construcción en lugar de la destrucción. La proposición en lugar de la especulación. La receta tenía demasiado aroma a Bielsa. Antes de los 35 minutos, el Celta ganaba 3 a 0 y, aunque el 4 a 3 final parece ajustado, la victoria fue indiscutible.

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El bielsismo, en tanto corriente del pensamiento futbolero, tiene que salir a batallar sin armas la simpatía masiva. Es lógico: ¿a quién convencería, en tiempos de meritocracia, un tipo que viene a hablarnos con esa mancha en la solapa del traje que nos recuerda siempre al fracaso de 2002? Y así y todo las mayorías -especialmente donde él dirigió- y sus dirigidos se inclinan por el lado de Bielsa.  Es que, si miramos bien, veremos que las medallas y los elogios llegan adonde Bielsa estuvo, cuando Bielsa ya no está ahí.  Llegan a deshora o les llegan a sus discípulos. Los mismos que recogieron su nombre y lo llevaron como bandera a la victoria. ¿Querés convertirte en un entrenador de elite? ¿Querés salir campeón de acá a unos años? Bueno, sólo hay que esperar que pase el tiempo. El tiempo -tozudo en su intención- juega a favor de Bielsa. Ya sabemos desde hace rato que sólo transcurre para darle la razón.

Palabras claves: Eduardo Berizzo, Marcelo Bielsa, Mauricio Pochettino

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