Venezuela: A la ofensiva derechista, qué respuesta popular
El 1º de septiembre, la oposición venezolana se jugó gran parte del capital político acumulado durante los últimos meses. La anunciada “toma de Caracas” fue un nuevo intento por generar la «salida» de Maduro. El plan incluía una importante movilización social combinada con acciones de violencia en las calles, todo a su vez articulado con una dosis intensa de exposición mediática, como prescriben los manuales de guerra híbrida (o de cuarta generación) en curso en este momento.
La motivación de superficie: acelerar el referéndum revocatorio, programado por el Poder Electoral para 2017. Esto es sólo un aspecto instrumental del debate profundo, que gira en torno a la urgencia de la derecha por hacerse del gobierno en lo que queda de este año. Si el referéndum se hace en 2017, un eventual triunfo revocatorio implicaría el reemplazo de Maduro por el vicepresidente, hasta 2019. Si se hiciera en 2016, habría que convocar a nuevas elecciones presidenciales. Se trata de aprovechar un momento geopolítico favorable, considerando que los gobiernos neoliberales de Argentina y Brasil pueden perder legitimidad rápidamente, a partir del efecto de sus políticas en la vida cotidiana, y que las elecciones norteamericanas implicarán al menos un cambio de elenco en quienes hacen llegar las órdenes.
Con este escenario, la derecha logró convocar a Caracas a miles de manifestantes, pero el gobierno pudo neutralizar las acciones militares que se preparaban: detuvo a dirigentes de diferentes partidos opositores con explosivos y allanó un predio ubicado cerca del palacio de Miraflores, donde se detuvieron a 92 personas, sindicadas como paramilitares. Adicionalmente, el chavismo decidió no abandonar la calle y respondió con una movilización muy grande en la histórica avenida Bolívar.
Un primer balance
La sensación general, luego de la jornada, fue que la oposición dio un paso en falso. Durante semanas instaló la idea de que se venía un cambio de gobierno, con ella movilizó a los sectores más radicales dentro de sus filas pero pocas horas antes del 1º de septiembre, ante las detenciones, tuvo que sobreactuar un discurso pacifista.
Superados en número y sin el impacto que garantizarían los enfrentamientos –ya desactivados-, el coordinador residual de la MUD, Chuo Torrealba, dio el golpe de gracia al ánimo opositor al convocar para las horas siguientes… a un cacerolazo. Por la noche, la militancia popular difundía memes ridiculizando a los dirigentes opositores y los ciberactivistas de la propia derecha se descargaban posicionando a la etiqueta #MalditaMUD en los primeros puestos de Twitter a nivel mundial.
Aunque en número menor al esperado, la magnitud de la convocatoria derechista expresa un nivel importante de malestar, asociado a los problemas en el abastecimiento de productos básicos. La política de acaparamiento, contrabando y especulación de las cadenas comercializadoras –con la ayuda de funcionarios dispuestos a corromperse- no logra ser derrotada por el gobierno, que ha ensayado mil variantes sin la respuesta esperada. El último de los intentos es representado por los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), iniciativa que apunta a enfrentar la ofensiva con mayor protagonismo de las bases.
Un pueblo que existe y resiste
Golpeado por tres años y medio de desabastecimiento e inflación, atravesado por la guerra mediática y la derrota electoral de diciembre de 2015, el pueblo chavista volvió a dar una gigantesca muestra de dignidad y capacidad de movilización. Los medios privados de comunicación, en particular los internacionales, tuvieron que hacer malabares para explicar la situación o directamente invisibilizarla. Clarín, por ejemplo, decidió poner en tapa sólo la marcha de la derecha, como si la movilización bolivariana no hubiera existido.
La respuesta popular da un respiro, pero el panorama continúa siendo complejo. “La situación actual en Venezuela no tiene que ver tanto con una fecha puntual de lo que está sucediendo en estos días, sino que es algo que se viene dando desde la pérdida física de nuestro comandante Chávez. A partir de entonces viene articulándose en Venezuela toda la artillería del imperialismo norteamericano, utilizando todos los métodos de guerra contra nuestro país”, explica Duilliam Virigay, referente de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (CRBZ).
“Esto no lo hacen solamente contra Venezuela, es contra todo el continente. El imperialismo norteamericano ha comprendido que tiene que liberar su ‘patio trasero’, como ellos nos consideran. Empezó por Honduras, Paraguay, más tarde Argentina, recientemente Brasil. A cada país le aplica un método distinto con un mismo formato.
En Venezuela han aplicado todos, aun cuando estaba vivo el comandante Chávez. Pero este es un pueblo heroico que logró derrotar al imperio español en su momento y en estos últimos años hemos logrado varias derrotas para el imperialismo norteamericano. Esto es lo que no nos van a perdonar nunca”, agrega Virigay, entrevistado por Micaela Ryan, periodista de Notas.org.ar y por Juan Tevez, brigadista de Patria Grande en Venezuela.
La CRBZ sostiene que “en esta coyuntura, el chavismo tiene que estar movilizado” y hace foco en la situación económica. “Una de las grandes debilidades de la Revolución es que todo lo que consumimos, lo importamos”, dice Duilliam. “Tenemos que construir la soberanía alimentaria, dar una fuerte batalla por construir una economía productiva e ir dejando de depender, poco a poco, de la renta petrolera. Pero además, el chavismo tiene que reorganizarse en el territorio y reconstruir la mayoría que perdimos el 6 de diciembre. Y para hacer eso, necesitamos el liderazgo de base, liderazgo fresco, en el territorio, respetando y reconociendo a la dirección nacional.
Esto requiere un gran esfuerzo de unidad. Sólo unidos, con una gran dosis de crítica, de autocrítica, de humildad, vamos a mantener la Revolución, salir de la crisis y vencer al enemigo estratégico, que es el imperialismo norteamericano. Y también requiere fortalecer la construcción del poder popular, la construcción de la democracia participativa y protagónica que tanto soñó Chávez. Eso es ‘Comuna o nada’, fortalecer los consejos comunales y todas las estructuras del poder popular: los CLAP, el movimiento campesino, la juventud. Esas son las tareas que nos tocan en estas circunstancias”.
*Por Fernando Vicente Prieto para Periódico Cambio y TelesurTV