«Hoy soy libre en mi propio cuerpo»
Entrevistamos a Lautaro Lucas Cruz, Coordinador Provincial de ATTTA hombres. Aquí nos cuenta cómo es el devenir de los hombres trans, muchas veces invisibilizados.
Lautaro Lucas Cruz participa de la Asociación Travestis Transexuales Transgénero de Argentina (ATTTA). Es Coordinador Provincial de hombres trans desde hace dos años. Cuenta que las compañeras trans le enseñaron también a ser un hombre. Que por eso él no quiere ser un macho violento y patriarcal. Lautaro tiene 25 años. Nació en Orán Salta, pero hace muchos años vive en Córdoba. Trabaja en comunicación y diseño estratégico y además estudia. Sonríe mucho cuando cuenta y mueve las manos para explicar mejor.
Según Lautaro, ser un hombre trans “es transgredir tu género de nacimiento, haber nacido mujer, pero que tu género no coincida con tu sexo”. Dice también que la palabra “hombre” tiene su peso y ellos la reconstruyen: “Porque podemos ser diferentes hombres en nuestras diversas masculinidades”.
Y además aclara que “la parte más hermosa es la construcción masculina que quieras hacer”. Con firmeza dice que “no hay que estar atado a la heterocisnorma (cis: es cuando coincide la identidad de género elegida con el sexo asignado al nacer) o al macho argentino que ves en la televisión. Lo más lindo de ser un hombre trans es poder decidir a partir de lo que ves y vivís, tu forma de ser frente a muchas circunstancias y realidades”.
Pasaron cuatro años de la sanción de la Ley 26.743, de Identidad de Género y como muchas otras provincias, Córdoba tiene varias deudas aún con el colectivo trans. Según Lautaro, la peor es el incumplimiento de la atención sanitaria. ATTTA busca una mínima respuesta del Ministro de Salud, Francisco Fortuna, para que les explique qué está pasando. Si bien hay profesionales, en el ámbito público y privado, dispuestos/as a trabajar con la población trans, no hay avances en las políticas públicas.
De todos modos, Lautaro reconoce que a partir de la sanción de la ley hay un proceso de aprendizaje, un cambio. Lento, aclara, pero existe. Todas y todos los que participan del proceso tienen que entender de qué se trata. Reconoce que a veces les toca tener que enseñar: “Es necesario que hasta el que te atiende en la mesa de entrada sepa cómo tratarte”. Cuenta que con ATTTA, por ejemplo, ahora están trabajando con las dependencias municipales, porque allí también hace falta un gran trabajo de capacitación.
Recorriendo hospitales
En particular con los hospitales hay dos situaciones. Por un lado el Rawson es hasta el momento y desde hace dos años, el que está dando respuesta a las personas trans. Es el único donde se realizan los tratamientos hormonales y otorga una atención integral básica al colectivo.
Por otro lado, el caso del Hospital Clínicas es más complejo. Allí les informaron que es que los fondos asignados para el Programa de Salud Sexual nunca llegaron, ni van a llegar, por eso no están brindando servicio al colectivo trans. Sumado a eso, llevaban adelante un protocolo que iba en contra de la ley de Identidad de Género. En vez de ofrecer un acompañamiento psicológico, exigían a las personas trans un mínimo de seis meses de tratamiento psicoterapéutico con la sexóloga del nosocomio, para luego determinar si estaba apta para comenzar la transición. “Para nosotros era como un filtro, una violentación”. De hecho, Lautaro confirma que una mujer trans hizo una denuncia a los médicos del Clínicas por esa exigencia y ahora están en juicio.
En relación a las intervenciones quirúrgicas, ATTTA tiene relevado tres operaciones de readecuación genital en el Clínicas. En el caso del Rawson, hasta el año pasado, alrededor de veintitrés hombres Trans recibían tratamiento de hormonas.
De manera privada se realizan mastectomías (extirpación de la totalidad de la mama) porque según nos cuenta Lautaro, en el Rawson hay pocos turnos disponibles para el quirófano por ende, se prioriza otro tipo de intervenciones los quirófanos están cerrados por refacción desde hace un año y medio. También hay médicos dispuestos a realizar estas operaciones, pero en el hospital donde trabajan no se los permiten, de manera totalmente arbitraria.
En el caso de una de las intervenciones más complejas, la metaidoplastia (reasignación sexual de mujer biológica a varón transexual ) se realizó una hace dos años en Córdoba. Y la histerectomías (extirpación de útero) y anexohisterectomía (Extirpación de útero, trompas y ovarios) nunca se realizó.
La transición
Después de tanto dato, hay necesidad de hablar de sus vivencias, de él. De cómo fue su transición. Cuenta que “empezar no es fácil, seguir con los tratamientos es tedioso. Pero es parte de nuestra historia, o no, porque también podés decidir no operarte o intervenirte. Y va a estar todo perfecto, más allá de lo físico, hay que valorar la valentía que tiene uno mismo”, y vuelve a hablar de la libertad de ser el hombre que se quiera ser.
Según Lautaro, lo más importante es la “transición mental”, cuando se decide vivir como un hombre trans. “Ahí es donde te empezás a conocer internamente, liberarte, escucharte a vos mismo, explorar y entender”. Aclara que no es fácil, que sufrís “ataques de frustración momentáneos”, pero al final sentencia: “loco, valía la pena lucharla, hoy soy libre en mi cuerpo”.
Después de una depresión prolongada, a los 21 años, su psicóloga le dijo que “era un caso de disforia de Género”. Con ella investigaron mucho. Después decidió viajar e irse de su casa ocho meses para pensar. Empezó a vestirse “como un nene” y la prima le ayudaba a cortarse el pelo, le gustaba, se veía lindo. En ese momento asumió que era un hombre. Pasado un tiempo entendería que es un hombre trans.
Cuando volvió a Córdoba se hizo el cambio del DNI. Ya con documento en mano “la senté a mi mamá para hablar, le dije: mamá, este es mi DNI, yo ahora soy Lautaro”. Tanto su madre como sus hermanos tomaron bien su nueva identidad.
Visibilizarnos
Lautaro hace especial énfasis en la importancia de la visibilización de las personas trans, ya que hay muchas personas que desconocen su existencia; pero nos aclara que no debe hacerse desde la estigmatización ni desde la victimización.
Cuenta que a su equipo de ATTTA trata de mostrarle que no están solos, que se puede salir de todo. Y eso también se ve cuando le pregunto por las particularidades de los hombres trans, en relación a las mujeres trans. “Dependiendo de la personas, tal vez a nosotros se nos haga un poco más fácil algunas cuestiones de la vida como conseguir un trabajo o avanzar académicamente, o no”.
Se corre del lugar de víctima y exige que hagan valer sus derechos, que no tienen que esperar que del otro lado quieran cumplir la ley o tengan ganas de ser amables. Hay que hacerse valer y ocupar el espacio. Su consejo es “hay que hablar y seguir rompiendo barreras”.
Sobre el final, Lautaro no quiere dejar de contar que hace un tiempo está en pareja con una chica trans, Tatiana. Son una pareja transparental (constituída por dos personas trans), según sus propias palabras “nos conocimos en la militancia, nos apoyamos mutuamente en cada decisión de vida y en el tratamiento”.
