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Madres para el subsidio

1 agosto, 2016 by Redacción La tinta

Tan pibas se embarazan. Más de ciento quince mil por año son madres y tienen menos de 19. Cada día nacen ocho bebés hijos de niñas menores de 15. Que no saben, que no creen que les vaya a pasar, que no son conscientes, que no querían pero las obligaron a querer, porque son pobres, porque el Estado les niega educación y anticonceptivos, porque se clausuran los programas que los entregan, porque son mujeres, chiquitas y mujeres, porque buscan abatir la soledad histórica y heredada, porque no quieren que él se vaya y él se va lo mismo. Pero para un tal Julián Dindart, es porque les dan una asignación como premio.

Un tal Dindart que fue ministro de Salud de Corrientes y dijo lo mismo, cuatro años atrás, cuando le aparecían nenas de diez y once años con embarazos después de violaciones. Y que lo repite ahora, impune, cuando las alianzas políticas lo colocan como presidente de la Comisión de Familia de Diputados (a la que tuvo que renunciar en estos días). En ese espacio estratégico dice que las pibas se embarazan para cobrar la AUH. Y no importa su apellido, que es Dindart. Importa que es una idea, un principio, una tendencia que ahora se llama Dindart pero tiene centenares de nombres y apellidos en el poder, sepultando derechos y abriendo una brecha profunda entre los privilegiados y la otra humanidad, la pequeña y residual.

Casi el 16 por ciento de los niños nacidos en el país tiene madres de menos de 19 años. Una cada 5 minutos se vuelve madre. Muchas no terminaron el primario, la mayoría deja la escuela, gran parte encara la maternidad en soledad y la aprenden con la violencia de la vida impuesta sin deseo.

Según el Ministerio de Salud Pública en 2011, el 21,18 % de los nacidos anualmente en Corrientes tienen madres adolescentes. Casi 6 puntos por arriba de la media nacional. En 2012, cuando en Entre Ríos y Corrientes niñas de 10 y 11 años fueron sometidas a la maternidad a partir del vejamen primero y de la brutalidad institucional después, la directora del Hospital Vidal de la provincia del tal Dindart, hablaba de “un 30% de embarazos adolescentes”. Mientras Dindart decía “se embarazan porque tienen un recurso económico como premio por haber tenido un hijo”.

Ese ministro de Salud, que ahora es diputado y que, como zorro en el gallinero fue elegido presidente de la Comisión de Familia de la Cámara Baja. Una amarga burla sistémica. Una clara definición de un rumbo, personalizado en alguien que fue radical y que ahora es cambiemos pero es un ícono y ni siquiera tiene sentido que sea un nombre. Porque es parte de la cosmovisión capitalista, de la urdimbre de poder, del marco teórico donde se inscriben algunas célebres notas como la de Clarín del 5 de abril de 2009: “La fábrica de hijos: conciben en serie y obtienen una mejor pensión del Estado”.

Dindart decía “se embarazan porque tienen un recurso económico como premio por haber tenido un hijo”.

“Es una realidad estadística”, dijo Julián Dindart, que era radical, ahora es cambiemos y dios dirá qué será mañana. Pero no hay un solo número que avale su temeridad. “Buscan tener otro para tener un poco más de dinero. Eso es una realidad técnica. Acá no podemos ser hipócritas”.

Las chicas suelen tener entre doce y diecisiete años. De una fragilidad tan extrema como la de sus niños. Que son tan niños como ellas. Tan solos como ellas. Y que tratarán de ayudarse a crecer juntos, para que no se los lleve el primer temporal. Esa vida que será suya para siempre la sostendrá cuando ya no haya escuela, cuando no habrá trabajo (porque son chicas, porque tienen un hijo, porque no califican) y no tienen lugar para vivir ni quien les cuide el crío ni quien les haga el aguante en esa soledad de abismo que viven los dos cada noche. Sólo esa cosmovisión sistémica perversa puede imaginarlas premeditando un hijo para cobrar 966 pesos mensuales. Que en realidad son 722 y el resto aparecerá a fin de año si cumplió. Para un tal Dindart y la urdimbre del desprecio, con tres hijos y 2166 pesos mensuales, la madre puede tirar manteca al techo. Si es que tiene la suerte de tenerlo.

Según la OMS el riesgo de muerte materna aumenta cuanto más chicas son. Sus niños multiplican las posibilidades de morir antes de cumplir un año. Las provincias del NEA suelen triplicar la media nacional. Entre ellas, Corrientes. Territorio de un tal Dindart.

Por ahí nacen, de pibas que se la juegan para dejar alguna pequeña huella en el mundo. Un mundo que les es hostil, enemigo, que se las tiene jurada por origen. Donde se van abriendo la calle a medida que andan. Con las piernas rajadas por la maleza. Mientras el poder lo ejercen los millonarios, como debe ser. Y a ellas les queda la insolencia de la esperanza. Para invadir la zona de los otros con rabia y dientes apretados. Y una chispa de rebelión entre los brazos, que es incondicional y moja el pañal en contundente declaración de principios.

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