Vencedores vencidos
En las piletas de Río de Janeiro el agua moja a todos por igual. Desde Michael Phelps, dueño de más de una veintena de medallas doradas, hasta la debutante siria Yusra Mardini, abanderada del primer equipo de Atletas Refugiados de la historia. Hace 11 meses ella escapaba de su país tirando de un bote que se hundía; él rema contra el alcohol y la hipocresía del sistema que usa y desecha a los atletas obnubilados de fama.
Michael Phelps no para de ganar medallas. Mientras se redactaba esta nota el nadador norteamericano seguía cosechando preseas para aumentar aún más esa la leyenda que ya es. Hasta ahora, van 20.
En la misma pileta del Centro Acuático Olímpico, días atrás hizo su debut Yusra Mardini, nadadora siria, abanderada del primer equipo olímpico de Atletas Refugiados de la historia.
Ambos representan a naciones muy diferentes desde todo punto de vista. Hasta la comparación entre la enorme carrera de Phelps y la humilde actuación de la debutante de 18 años puede resultar tentadora para hacer un paralelismo sobre el papel que ha jugado EEUU en la guerra siria.
Pero antes de portar una bandera -y dar lugar a exaltaciones nacionalistas- ambos deportistas llevan a cuesta su propia historia. Arrojados a la existencia, han lidiado con sus mundos, cosechando derrotas y victorias, dentro y fuera del agua. A veces vencedores, a veces vencidos.
«Fue duro pensar que podía morir en el agua»
Yusra es una refugiada siria que vive actualmente en Berlín. Hace sólo once meses se encontraba nadando en medio del Mediterraneo junto a su hermana. Ambas debieron tirar de un bote con ciudadanos sirios que se hundía en el intento de huir de aquel país.
«Solo pensaba en el agua, las últimas competiciones en las que estuve y dónde estoy ahora», explicó la deportista a un medio alemán pocos días antes de comenzar a competir en los Juegos Olímpicos de Río.
Durante tres horas, Yusra y su hermana nadaron en las aguas del Mar Egeo empujando la embarcación hasta la costa de Lesbos. Su perseverancia salvó la vida de los otros 20 refugiados que viajaban con ella y que no sabían nadar. «Fue muy duro pensar que a pesar de ser una nadadora, podía acabar muriendo en el agua”, confesó.
Desde los tres años, la joven nadadora no hace más que nadar y soñar con destacarse en los JJ.OO. A su llegada a Berlín, tras un largo recorrido por Macedonia, Serbia y Austria, el club Wasserfreunde Spandau 04 la invitó a formar parte de sus atletas aprovechando su experiencia en el Mundial de Piscina Corta de 2012. Fue entonces cuando la joven, cuyo objetivo original era clasificarse para los Juegos de Tokio 2020, recibió la invitación del Comité Olímpico Internacional (COI) para formar parte del primer equipo de refugiados de la historia.
El pasado sábado, Yusra quedó lejos de los tiempos de clasificación en los 100 metros mariposa, con un registro de 1:09.21. Pero este miércoles tendrá otra oportunidad, cuando compita en la prueba de 100 metros libre.
El peso de tantas medallas
A Michael Pheps la fama le tocó la puerta de su vida muy temprano y siendo estadounidense. Con 19 años obtuvo cuatro oros y dos platas en el Mundial de 2003 y al año siguiente cosechó seis medallas de oro y dos bronces en los Juegos de Atenas 2004.
Desde ese momento los flashes de las cámaras y los patrocinadores publicitarios comenzaron a rodearlo. Fue entonces cuando comenzaron los primeros escándalos mediáticos por el consumo de alcohol y drogas: detenciones por conducir ebrio, fotos fumando marihuana, etc.
Entre cada edición de los Juegos, Phelps ha repetido escándalos, recaídas, remontadas y éxitos como un mantra. Tras alcanzar su máximo rendimiento en Beijing 2008, con ocho medallas de oro y rompiendo cuatro récords mundiales, en 2009 el Comité Olímpico Internacional (COI) lo sancionó por consumo de marihuana. Los patrocinadores lo abandonaron y tuvo que empezar de nuevo. En Londres 2012 se colgó cuatro oros y dos platas.
Pero en 2014 la pileta rebalsó y su nueva detención por conducir alcoholizado derivo en una suspensión de seis meses por parte de la federación de su país. En una de sus biografías, el deportistas más grande de la historia confesó que pasaba hasta cinco días sin salir de su cama, totalmente alcohólico, abatido y deprimido.
Tras reconocer su adicción y ceder al pedido de su familia, se internó en un centro de rehabilitación. Seis semanas después, salió de allí convencido en volver a nadar. Al cierre de esta edición Pheps ya logró su 21º medalla de oro.