Viglietti: «Alí Primera es la banda sonora del chavismo»

Viglietti: «Alí Primera es la banda sonora del chavismo»
9 agosto, 2016 por Redacción La tinta

Daniel Viglietti y Alí Primera están arriba de un avión de combate, sentados donde suelen ir los paracaidistas, sobrevolando el cielo de Nicaragua. Junto a ellos va la cantora chilena Isabel Parra, y el cura y poeta sandinista, Ernesto Cardenal. Es 1983, han pasado cuatro años de aquel ingreso triunfal rojo y negro por las calles de Managua, de la victoria revolucionaria. Isabel, Alí y Daniel han participado del inmenso recital por la paz, y ahora se dirigen al sur del país, a Solentiname, la isla situada en el lago Cocibolca, donde Ernesto, desde 1966, ha venido desarrollando un trabajo con las comunidades.

El cura de la teología de la liberación y ahora también ministro de la cultura, quiere que los cantores americanos conozcan la realidad construida en la isla, al igual que lo ha hecho con tantos compañeros, como, entre otros, el escritor Julio Cortázar. Antes de embarcarse hacia la isla para el recorrido, el gruali primerapo se dirige al cuartel de San Carlos, en la zona de frontera con Costa Rica. Al llegar, Alí toma su cuatro y comienza a cantarle ante un grupo de aproximadamente 15 milicianos sandinistas. Les convida su música, su palabra, su mirada del mundo y de las luchas, en ese país en revolución, que resiste contra una guerra dirigida desde los Estados Unidos.

Ese es uno de los recuerdos con los cuales el cantor popular uruguayo llegó a Venezuela, para conmemorar un aniversario de la partida física de quien fue su amigo y compañero, Alí Primera. Trae más imágenes de años pasados: unos días compartidos en la playa de Macuto en 1974, donde le realizó una entrevista al músico venezolano que por entonces era criticado por algunos sectores progresistas y de izquierda por usar un lenguaje “muy directo”.

“Yo capté la autenticidad, profundidad, y el hecho de que no había que detenerse en dos o tres canciones para juzgar una obra. Cuando empecé a recorrer su obra, en la medida que lo conocí hablando de cosas políticas, ideológicas, en seguida me sentí cerca, amigo. Si alguien lo cuestionaba yo era de los que defendían”, explica, 35 años después de esos días de playa, cuando Viglietti visitó por primera vez Venezuela y dio algunos recitales en la aula magna de la Universidad Central de Venezuela.

También trae otros recuerdos: el encuentro en México, cuando Alí se enteró que su familia había sufrido un atentado, o en Cuba, en un festival; caminos cruzados con quien define en varias oportunidades como su amigo.

En los años que siguieron a 1974 la figura de Alí tomó otra dimensión: “Fue cobrando una presencia muy grande, se transformó en un protagonista de opinión en lo que pasaba en Venezuela, y también en América Latina, en varios lugares, como Vietnam, con las diferentes luchas del mundo”, cuenta el cantor, cuya última visita a Caracas se remonta a abril del 2013, para las elecciones que dieron la victoria presidencial a Nicolás Maduro.

Hacía entonces pocas semanas desde la partida física de Hugo Chávez, y en las calles se oían de manera permanente las canciones de Alí Primera. “Se produjo un fenómeno natural, que todo lo que significó aquí el cambio a partir del chavismo, hace que esa voz de Alí, que era anterior, se vuelva la banda sonora natural, y eso es muy lindo”, reflexiona sobre quien, junto a la revolución bolivariana, fue ingresando en cada casa del pueblo.

viglietti¿Quién era Alí? Lo dicen sus canciones, sus actos: “Me parece que él fue un ejemplo de coherencia entre lo que cantaba, lo que vivía, su pasión por la justicia en Venezuela, a él le tocó vivir épocas donde realmente no se trataba de construir desde el poder, sino de oponerse a un poder injusto, y fue un cantor de opinión muy importante, como nos tocó ser a muchos de nosotros”.

¿Quién es Daniel? “He tratado de ser lo que Mario Benedetti definía como un militante de la vida, lo que yo pienso políticamente es bastante fácil de detectar a través de mi cancionero, se trata de una visión no dogmática de lo que es el cambio revolucionario, y también en diferentes etapas históricas, porque estamos viviendo momentos que son muy diferentes a los 60, 70, donde por más que en el horizonte siempre tenemos en toda América Latina la esperanza de una revolución profunda, ha habido mapas que han cambiando de signo a través de elecciones, y crean un panorama nuevo, que inquieta al imperialismo”.

Y ese imperialismo inquieto y decidido a desestabilizar la revolución bolivariana es con el que nuevamente se ha encontrado Daniel Viglietti en su paso por Venezuela. Porque al igual que abril del 2013, cuando desconociendo la victoria de Maduro la derecha encabezó acciones de violencia callejera asesinando a 11 venezolanos, dos años después la voluntad golpista no ha cesado.

“Venezuela atraviesa ahora una etapa de amenazas, tensiones, provocaciones, que sabemos muchas veces están planificadas, escritas en inglés norteamericano. Están haciendo todo lo posible por modificar esta experiencia comunitaria, global, de justicia, reparto, trabajo sobre la salud, los bienes populares, las experiencias en los barrios, se está haciendo por parte de la reacción todo lo posible por contrariar esto, que fue obtenido en unas elecciones muy transparentes, de las cuales fui testigo, y sin ninguna duda me resultaron ejemplarizante”, analiza Viglietti, y agrega: “No solo el caso de Venezuela, sino el caso de Bolivia, Evo Morales, una experiencia que eran inimaginable en un país como Bolivia que era campeón de los Golpes de Estado, era tremendo, y que ahora es un país conducido por alguien del propio pueblo originario, y con qué nivel de apoyo; todo eso despierta agresiones a diferentes niveles, es un poco un fenómeno casi de pulpo, de muchos tentáculos, como, con los matices que sean respecto del gobierno de Brasil, de Argentina, están intentando desestabilizar”.

ali-primera-bnDaniel es un hombre que canta, que fue y sigue siendo parte activa de las luchas de su pueblo. De allí nacieron sus letras, melodías, la cárcel en 1972 y el exilio de 11 años que le siguió, cuando Uruguay –como Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Bolivia- estaba bajo el peso de una dictadura cívico-militar. Y él era hijo de un militar, Cédar Viglietti, que, como cuenta, pasó de posiciones de origen conservadoras a ser parte de la fundación del Frente Amplio, el espacio político que hoy está por asumir la tercera presidencia consecutiva.

“Con la historia de mi padre, y de algunos contados militares, tenía ya esa imagen posible, como había ocurrido con respecto a la iglesia: yo soy ateo pero sí había entendido cómo era posible un cambio, un giro, desde la figura del sacerdote colombiano Camilo Torres, a quien le canté en su momento, cómo era posible desde un aparato que funcionaba defendiendo los intereses del poder, cómo era posible revertirlo. Cuando vino el fenómeno de Chávez, con esos antecedentes fui comprendiendo rápidamente el rol que jugaba alguien de un ejército que había sido represor como tantos en América Latina, y educado en la Escuela de las Américas, podía cambiar de signo”.

Entonces desde el principio de la revolución bolivariana Viglietti anduvo cerca, escuchando, mirando, descubriendo: “Viendo el amor del pueblo, la confianza del pueblo venezolano y buena parte del pueblo latinoamericano, que si bien sufre ese trauma muy duro que es la muerte del presidente Chávez, tiene una continuidad que se va dando a través de Nicolás Maduro”.

Por eso nuevamente está en el país, para su amigo Alí, defender la revolución, cantar una y otra vez, despertar con la música ideas, sentimientos, necesidades. Como a él le sucedió de niño al oír a Atahualpa Yupanqui cantando la canción de cuna Duerme negrito, que le “abrió la sensibilidad”.

“Ninguna canción cambia el mundo, es un temblor de sociedad, pero, creo que no hay movimiento de cambio social a través del planeta que no esté acompañado por algo que tenga que ver con la canción, por la música. Tengo confianza en el género, sin creer en milagros, sin darle un sentido de acción de cambio que en las revoluciones y evoluciones sociales de importancia hacen los pueblos, los luchadores, la lucha misma, los sacrificios, pero no son movimientos mudos, están acompañados entiendo yo, siempre por la canción”, y nombra a Carlos Puebla, Chico Buarque, Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, entre tantos.

Viglietti en sus días venezolanos irá a la tierra natal de Alí, en Falcón, para unirse a los jóvenes cantores bolivarianos, a las voces nacidas en estos años de transformaciones profundas, que desde su búsqueda trajeron la música de su amigo, de quien guarda esa foto, esas historias, el recuerdo de sobrevolar el cielo nicaragüense y oírlo cantar ante milicianos, en el frente de la historia, como hoy, como siempre.

Por Marco Teruggi.

 

Palabras claves: Alí Primera, Daniel Viglietti, Revolución Bolivariana, Venezuela

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La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno

La Patagonia rebelde de Guillermo Saccomanno
18 marzo, 2025 por Leandro Albani

Con una serie de crónicas sobre el sur argentino, el escritor argentino revela las estructuras profundas que mantienen al país anclado en las fauces del capitalismo.

Ni periodismo darwiniano ni charlatanería turística for export. Y tampoco la historia oficial sobre una tierra “civilizada” a punta de fusiles y bayonetas. Sobre estos pilares, se sostiene Guillermo Saccomanno para escribir una serie de crónicas sobre el sur argentino, publicadas en su mayoría en la década de 1990 y ahora reunidas en el libro Escrito en Patagonia, editado en 2024 por La flor azul.

Si las descripciones y las voces dan ritmo y profundidad a las crónicas, también lo hacen las reflexiones y pasajes ensayísticos que el escritor argentino articula a lo largo de los textos. Para Saccomanno, es tan importante mostrar los detalles de un viaje por una ruta desolada como preguntarse para qué sirve la literatura, entender (y escribir) que la memoria se manifiesta en el cuerpo o contar por qué la verdad es el principal valor para el pueblo mapuche.

La Patagonia se abre como un territorio concreto, sin veleidades exóticas o rasgos que remiten al concepto de orientalismo, acuñado por el intelectual palestino, Edward Said. Saccomanno, recientemente galardonado con el Premio Alfaguara por su novela Arderá el viento, rompe la representación que hacen los poderosos sobre esa tierra que creen que es su gran propiedad privada. El escritor también apunta sin contemplación a la hora de denunciar al Estado burgués argentino y sus imposiciones históricas y cargadas de crueldad contra los pobladores originarios.

Saccomanno explica que “cuando se trata de escribir, no se trata sólo de un asunto literario, la elección de un género, sino de una toma de partido ideológica”. Y agrega: “También me parece oportuno señalar a esta altura que la teoría literaria, tal como la entiendo, es teoría política”. Desde esta posición, Saccomanno cuenta y denuncia, describe y apuesta, rescata lo que el establishment de turno quiere ocultar y demuele la construcción oficial de la historia. Esos golpes directos se sienten página a página, sin perder una prosa con oficio y claridad.

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Imagen: La flor azul.

Leer Escrito en Patagonia es tender puentes hacia las investigaciones del historiador Osvaldo Bayer sobre los fusilamientos de peones por parte del Ejército. O también volver a Los dueños de la tierra, de David Viñas, una novela que revela la vileza de estancieros y oligarcas hacia los “otros”, ya sean peones o indígenas, pero todos condenados, según esos dueños de la tierra, a la explotación o la muerte.


En las crónicas, además, sobrevuelan las sabidurías, los pensamientos y las prácticas del pueblo mapuche. “Los mapuches no piensan que este territorio les pertenece ―escribe―. A los huincas este pensamiento los sorprende: ‘No es que esta tierra me pertenece’, piensa el mapuche. ‘Sino que yo soy la tierra’. El pensamiento es mucho más sencillo y, a la vez, abarcador. No se trata de posesión. Sino de sentirse parte”. Entrelazado a eso, la naturaleza que resiste el “desarrollo” capitalista que, desde su origen, se construye con la voracidad del saqueo de la tierra y la cultura.

Saccomanno pone la mira en las raíces de nuestro país burgués y, por estos tiempos, transnacionalizado: el Ejército argentino como fuerza de choque a las órdenes de los poderosos, el extractivismo como política de ocupación y saqueo, la historia oficial escrita por manos locales y extranjeras que intentan condenar a la Patagonia como desierto virgen que tiene que ser violado. Pero también la contracara: el docente Orlando “Nano” Balbo, detenido-desaparecido que sobrevivió a la dictadura y que apuesta a otra educación; el recuerdo vivo del maestro Carlos Fuentealba, fusilado por la policía; y otra vez Bayer, en un artículo que cierra el libro, aunque, más que finalizar la obra, permite abrir ventanas hacia el futuro, porque la figura, la ética y el oficio del historiador anarquista argentino es faro hacia donde mirar cuando se habla de compromiso con las luchas de los más desposeídos. Saccomanno pronuncia: “Si escribir sobre Bayer me enerva, se debe a que, al hacerlo, debo mirar alrededor. Imposible mirar el alrededor sin mirar el pasado. Imposible no tener en cuenta la proyección de sus tensiones cruentas en el presente, la crisis de representación que corrompe los estamentos de la realpolitik. Imposible hacerse el distraído. Esta, aunque suene a reduccionismo, es la lección mayor de Bayer”.

En Escrito en Patagonia, se descubre la relación estrecha del escritor con ese territorio, sus miradas sobre la literatura en relación a ese país dentro del país y los recuerdos de conscripto en el servicio militar. En este libro, el escritor toma posición y denuncia, pero nunca pierde de vista que escribir de una forma más hermosa que como lo hacen nuestros enemigos es una de nuestras armas. En estos momentos de una Argentina que vira aceleradamente hacia el fascismo, Saccomanno, con sus crónicas, propone otro país: uno donde los y las condenadas de la tierra no pierden las esperanzas y todavía atemorizan a los estancieros y oligarcas.

*Por Leandro Albani para La tinta / Imagen de portada: Martín Bonetto.

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Palabras claves: Guillermo Saccomanno, Libro, Patagonia Rebelde

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